Camino del Cid parte III: Guadalajara
Tierras de frontera: La peligrosa tierra de nadie.
Hola amigos ya estamos aquí para empezar otra vez el Camino del Cid. Esta vez por tierras alcarreñas. «[…] como dijo el maestro Don Camilo José Cela, en su libro Viaje a la Alcarria: el pueblo de Castilla es institucional y sacramental y hay dos cosas que no perdona ni por error: el que los ricos se salten los mandamientos de la ley de Dios y el deleite de llamar siempre, con toda crueldad, al pan, pan, y al vino, vino»).
Este es el recorrido que haremos: de Atienza a Calatayud. Empezemos con Atienza.
Según el Cantar, el Cid nunca entró en Atienza, por ser esta una plaza islámica fuertemente custodiada, lo mismo pasó con sus hijas y los infantes de Carrión, la bordearon por ser esta localidad una peña muy fuerte.
A la izquierda dejan Atienza, una peña muy fuerte,
la sierra de Miedes la pasaron entonces,
por los Montes Claros espolean con vigor.
Nos dirigimos a Jadraque.
El nombre actual de Jadraque deriva del árabe Xaradraq que, de acuerdo con algunas interpretaciones etimológicas, significa «campo verde», aunque según la RAE, proviene del árabe sadrat, y alude al tratamiento de respeto que se da a los sultanes y príncipes musulmanes. El símbolo de Jadraque es su castillo, llamado del Cid, y aunque data del siglo XV nos remite a los siglos X y XI ya que, al parecer, sus cimientos se asientan sobre una fortaleza de origen califal. De este modo Jadraque formaría parte de los emplazamientos defensivos de la Marca Media califal, y entre los que también se encontraría Atienza o Sigüenza.
De hecho, para algunos estudiosos Jadraque sería la localidad de Castejón, la que «está junto al Henares», citada en el Cantar de Mío Cid frente a la localidad de Castejón de Henares, que se halla frente al río Dulce y en el valle del mismo nombre. Ya sea así o de otro modo, el nombre de Jadraque ha quedado ligado para siempre al Cid gracias a su castillo, construido por orden de don Pedro Gonzalo de Mendoza. Antes las crónicas nos cuentan cómo Jadraque pasó, como buena parte de la taifa de Toledo, a manos de Alfonso VI en 1085, a la sombra de la vecina Atienza. En 1434, Juan II, rey de Castilla, donó la localidad y sus tierras anexas a doña María de Castilla. Finalmente, en 1469 Jadraque pasó a ser propiedad del Cardenal D. Pedro González de Mendoza, a cuya familia perteneció hasta el siglo XIX.
Ya en Hita podemos observar lo bien que conserva su casco antiguo de traza medieval que fue declarado conjunto histórico en 1965. Bajo dominio musulmán se estableció una fortaleza en la cima del cerro. A lo largo del siglo XIII se forma una importante judería. Un siglo después Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, escribe, en esta localidad, El Libro de Buen Amor. En el siglo XV se vive un último periodo de esplendor siendo señor de la villa el Marqués de Santillana.
Del antiguo castillo de Hita se conservan restos arqueológicos. De la muralla quedan en pie medio kilómetro y la puerta de Santa María, de estilo gótico. Bajo uno de sus lienzos se encuentra el Palenque. La plaza Mayor o del Arcipreste fue mercado en la Edad Media y gran parte de sus viviendas pertenecieron a familias judías.
En el barrio alto se encuentra la casa del Arcipreste que alberga un pequeño museo dedicado al Libro de Buen Amor. También podemos visitar las ruinas de la Iglesia de San Pedro. La iglesia de San Juan, situada un poco más arriba, es de estilo gótico-mudéjar.
A media ladera encontramos el barrio de los Bodegos. Se denomina así a un conjunto de casas-cueva de origen medieval excavadas en la ladera del cerro. A un nivel inferior se localizan las Bodegas de los Judíos. Un centenar de cuevas utilizadas desde la Edad Media hasta el siglo XX para la conservación del vino.
El Festival Medieval de Hita está declarado fiesta de Interés Turístico Nacional. Se celebra todos los años el primer sábado de julio desde 1961. Es un festival de teatro que pretende rememorar la figura de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, su obra y su época. Junto a los «botargas», personajes enmascarados, desfilan por las calles los vecinos de la villa. Se trata de un acto carnavalesco que finaliza con la representación del combate de don Carnal y doña Cuaresma. En el Palenque tienen lugar los torneos caballerescos con justas a pie y a caballo.
Dentro de la oferta gastronómica cabe destacar los asados de cordero y de cabrito en horno de leña. También las migas y productos de la matanza sin olvidar la miel de la Alcarria.
Guadalajara, la ciudad de Alvar Fáñez y en el Cantar su fiel lugarteniente fue uno de los mas principales y bravos caballeros de Alfonso VI. Tradicionalmente la ciudad de Guadalajara está muy vinculada a Alvar Fáñez a quien se atribuye su conquista en el año 1085 y por ello aparece en su escudo de armas.
Uno de los torreones de la ciudad lleva su nombre.
La ciudad de Guadalajara fue fundada por los árabes, entre el siglo VIII y el IX. De esa época se cree proviene su nombre que podría venir del árabe andalusí «wād al-ḥaŷarah» (واد الحجرة o وادي الحجرة) dado al río Henares. En sus cercanías había existido un emplazamiento romano, cuyo nombre, Arriaca, puede tener el mismo significado. La ciudad alcanzó cierto esplendor en el siglo X, a pesar de su situación en un territorio que casi siempre estuvo en pie de guerra.
En 1085, Guadalajara fue conquistada por el rey leonés Alfonso VI, atribuido este hecho a Alvar Fáñez de Minaya. Desde ese momento y hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 la historia de la ciudad refleja el curso de las guerras contra los almorávides y almohades. En 1133 el rey Alfonso VII otorga el primer fuero a la población para regular la vida de su comunidad, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios y en 1219, Fernando III lo amplía concediendo el fuero largo a la ciudad. Posteriormente la protección del rey Alfonso X aseguró el desarrollo económico de la población, mediante la defensa de sus comerciantes y la autorización de sus ferias y mercados. En la segunda mitad del siglo XIV se estableció en Guadalajara la familia de los Mendoza que con su posterior ascenso trajo consigo el de la ciudad. En 1460, el rey Enrique IV concedió a la población el título de ciudad. A lo largo del siglo XVI se logró una época de auge.
Sigüenza
Sigüenza tiene una gran importancia histórica. Los primeros pobladores de la ciudad fueron los celtíberos, los arevácos, que se situaron en uno de los cerros colindantes. Son los que le pusieron nombre a la localidad, llamándola Segontia —la que domina el valle—. Todo este terreno está marcado por el curso del río Henares, afluente del Jarama. Posteriormente, llegan los romanos. De hecho, por aquí pasaba la vía que comunicaba Emérita Augusta (Mérida) con Caesar Augusta (Zaragoza). Ellos construyeron la torre de vigía que luego fue el Castillo, donde actualmente se encuentra el Parador.
Después de los romanos fue el turno de los visigodos. Es cuando Sigüenza se convierte en un señorío eclesiástico. Comienza así el poder de los obispos en la ciudad. Durante la invasión musulmana se realizó la Alcazaba y la ciudad se dividió en dos, la parte superior y la inferior (mozárabes y cristianos). Con la reconquista, gracias a Alfonso VI —y a los monjes traídos de Cluny por él— se recupera Sigüenza. Desde el siglo XII al XVIII, quedará bajo el dominio de la iglesia. Dos episodios bélicos de nuestra historia, la Guerra de la Indepencia y la Guerra Civil, tendrán una especial crudeza en esta zona, con terribles consecuencias para la población y su legado monumental.
La Catedral de Sigüenza
Se comenzó en el siglo XII. Está orientada al este, hacia la salida del sol. Tiene planta de cruz latina, representa a Cristo crucificado. Los rosetones en este edificio representan los clavos de Cristo. Los radios tienen forma de clavo, son 12, uno por cada apóstol.
Ni arcos ni arquivoltas tienen decoración debido a una reforma posterior. En su estilo hay una mezcla de románico y gótico. Muy típico de esta zona.
Ni era doncel ni era de Sigüenza
Lo más visitado en esta seo es la capilla donde está enterrado el famoso Doncel. Lo más curioso es que no fue nunca un “Doncel” ni pasó su vida en Sigüenza. Martín Vázquez de Arce, ese era su nombre, murió a los 26 años de edad en el campo de batalla. Él fue el encargado de inaugurar la capilla familiar en la Catedral. Lo más curioso de su escultura —y quizás lo que la haya hecho tan popular— es que no está totalmente yacente. Como os comentaba no está documentado que este caballero de la Orden de Santiago naciese en la ciudad, pero sí que no era un «doncel» —el equivalente femenino a una doncella— ya que estuvo casado y tuvo una hija. Si vas a ver Sigüenza, tienes que pasar por aquí.
Anguita
Tras dejar Castejón de Henares, el Cid y sus hombres se dirigieron a la vega del Jalón, pasando en la decimo quinta jornada por la cuevas de Anguita.
Se van Henares arriba a toda velocidad,
cruzan por la Alcarria y siguen adelante,
por las cuevas de Anguita ellos pasando van.
El pasado musulmán de Anguita se materializa en la atalaya que se alza sobre la ladera, bajo l acual discurre por una pequeña y bonita hoz el río Tajuña. La anguita musulmana corrió la mism suerte que buena parte de los pueblos actuales de la provincia de Guadalajara, pasando de modo temporal a formar parte del reino de Alfonso VI, en el siglo XI, hasta su incorporación definitiva al reino castellano, en el siglo XII.
La atalaya o torre de vigilancia musulmana formaría parte de una red de vigilancia de la zona (Torremocha, Luzón, Riba de Saelices,etc.), paso estratégico entre Molina de Aragón y Medinaceli. Precisamente Anguita estuvo, durante buena parte de su historia medieval, y hasta el siglo XIX, bajo la influencia del ducado de esta localidad soriana. Primero dentro del Común de la Villa y Tierra de Medinaceli, por cuyos fueros se rige, y después formando parte, ya en el siglo XIV, del Condado, y posteriormente Ducado, de Medinaceli.
En la literatura, Anguita ha quedado inmortalizada gracias al Cantar de Mío Cid. Tras tomar el Cid la localidad de Castejón de Henares (Guadalajara), y una vez Ilvar Fáñez regresa de su algarada por el valle del Henares con víveres y riquezas, el Cid decide encaminarse a las tierras de la taifa de Zaragoza, temeroso de que las tropas de Alfonso VI acudan en en defensa de estos territorios, pertenecientes a la taifa de Toledo pero sometidos de facto al rey castellano. Sin duda, el poeta del Cantar conocía esta localidad o había oído hablar de ella, pues cita las cuevas de Anguita, situadas en las paredes de la hoz.
Luzón
Tras casarse en Valencia, las hijas del Cid y los infantes de Carrión escoltados desde Molina de Aragón por Avengalbón, cruzaron «los montes que llaman de Luzón» para proseguir su ruta por el valle de Arbujelo , en dirección a Medinaceli.
Iban a cruzar los montes, los que llaman de Luzón,
atravesaron Arbujuelo y llegan al Jalón,
donde lo llaman El Ansarera ellos acampados son
Existe poca información sobre el pasado medieval de Luzón si bien a partir del siglo XII formó parte del Común de la Villa y Tierra de Medinaceli, una de las comunidades más extensas al ocupar el sureste de la actual provincia de Soria y una gran franja central de la de Guadalajara. Algunas hipótesis defienden que el nombre de Luzón evoca la antigua presencia de la tribu celtíbera de los lusones en los alrededores. Un planteamiento que, si bien para muchos no resulta del todo convincente, puede justificarse por los restos de una ciudadela celtibérica, conocida hoy por los arqueólogos con el nombre de La Cava, y que se encuentra enclavado en el término municipal de Luzón en un punto de indudable valor estratégico puesto que se encuentra entre las cuencas de los ríos Tajo, Duero y Ebro. Frente al yacimiento se alza una pequeña fortaleza o torre que, aún hoy, se conoce como el castillo de los moros y que se encuentra en estado de ruina progresiva.
Salinas de Medinaceli
La importancia de la sal durante la Edad Media era muy grande, ya que no sólo servía como condimento, sino que era necesaria para la conservación de los alimentos mediante la salazón. Durante mucho tiempo los reyes y señores feudales aplicaron un impuesto especial por el uso de la sal, que se mantuvo en España hasta 1869.
En el viaje de La Afrenta de Corpes, la comitiva escoltada por Avengalbón acampa en un lugar llamado La Ansarera, paraje situado a la izquierda del Jalón, muy posiblemente donde hoy se encuentra Salinas de Medinaceli.
Salinas de Medinaceli debe su nombre a la explotación de sal que se halla en sus proximidades. Aunque la explotación está abandonada, aún pueden verse sus albercas. Las albercas son una especie de piscinas donde se almacenaba el agua salada que se extraía de pozos. El agua se dejaba evaporar hasta que sólo quedaba la sal en bloques que debían ser picados para ser extraídos.
Montuenza
Montuenga de Soria es un pequeño pueblo situado en el sureste de la provincia de Soria, limítrofe con las localidades de Aguilar y Santa María de Huerta.
El interés de esta población radica en la existencia de los restos de lo que fue otro de los castillos levantados en la Edad Media a lo largo del valle del Jalón. Castillo fronterizo al igual que sus vecinos de Santa María de Huerta, Aguilar, Arcos de Jalón, Somaén, Jubera y otros, se encuentra sobre la línea del río Jalón, próximo a la autovía de Aragón. Está situado sobre lo algo de un sugestivo cerro, lo que dificultaría su asalto, y conserva las dos torres poligonales que se encontraban en sus extremos, unidas ambas por muros de mampostería. Se trata de uno de los castillos medievales de silueta más evocadora de la provincia de Soria.
Santa María de Huerta
El Monasterio de Santa María de Huerta nos despide de las tierras de Soria. Fundado en 1162 es predominantemente gótico. Aquí se halla enterrada Doña Sancha, descendiente del Campeador, por la línea del rey navarro García Ramírez, nieto del Cid.
Su fundación se debe al rey Alfonso VII, en cumplimiento de una promesa que hizo en el cerco de Coria. Para este proyecto, el rey trajo en 1142, desde la abadía de Berdoues en Gascuña (Francia), una comunidad de monjes cistercienses, con su abad Rodulfo, que se alojó en un edificio muy pobre construido en un paraje llamado Cántabos, situado en el municipio de Fuentelmonge. El lugar elegido tenía escasez de agua y se decidió un traslado a las tierras cercanas al río Jalón, que se llevó a cabo en 1162.
San Martín de Hinojosa fue el cuarto abad del cenobio. Fue nombrado obispo de Sigüenza pero renunció y regresó al monasterio, donde hizo grandes obras y transformaciones hasta convertir el primitivo edificio en otro de mayores dimensiones y de verdaderos rasgos cistercienses, que todavía perdura.
Alfonso VIII de Castilla puso la primera piedra de esta nueva construcción el 20 de marzo de 1179. Se cree que las obras fueron realizadas bajo la dirección del maestro de la catedral de Sigüenza. Avanzaron muy deprisa gracias a la protección real y a las abundantes donaciones.Sala de los conversos.
Uno de los grandes patrocinadores de este monasterio fue el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, sobrino de Martín de Hinojosa.
Ximénez de Rada
En su testamento firmado en París en abril de 1201 dispuso que lo enterraran en dicho monasterio. A lo largo de los años este centro recibió muchas donaciones y limosnas, enriqueciendo constantemente su patrimonio. Muchos de los concilios de la Orden del Císter se celebraron en este lugar.
Patrocinadores importantes fueron los señores de Molina que eligieron el monasterio para su sepultura, incluyendo a primer titular del señorío, el conde Manrique Pérez de Lara así como su hijo Pedro, ambos enterrados, junto con otros miembros de su linaje, en el panteón de los condes de Molina ubicado en el claustro gótico. También fueron bienhechores del monasterio los reyes de Aragón Alfonso II y Pedro II.
Alfonso II Pedro II
En 1215, Martín Muñoz, mayordomo mayor de Enrique I, sobrino del abad Martín de Finojosa, costeó las obras del refectorio.
En el siglo XVI obtuvo ayudas y beneficios de Carlos I y Felipe II. Se levantaron otras construcciones y se agrandó el complejo monástico.
En 1833, con arreglo a la Desamortización de Mendizábal, fueron expulsados los monjes y sólo quedó la iglesia como parroquia. Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués Cerralbo, hizo un estudio exhaustivo de todo el monumento, haciéndose cargo de dar a conocer toda la historia y el inventario de las obras de arte. Gracias a su labor, este monasterio pudo salvarse de la ruina total. En 1882 fue declarado monumento nacional.
Desde 1930 reside en el monasterio una comunidad de monjes de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia (OCSO). En la actualidad la comunidad está formada por unos 24 hermanos y el Abad del monasterio es Dom Isidoro María Anguita.
Monreal de Ariza
Tras la conquista de Calatayud a los almorávides en 1120, Alfonso I el Batallador mando construir esta fortaleza en 1128 en los límites de su reinado para frenar los avances de su hijastro Alfonso VII de Castilla y de León. A los pies del castillo de halla la iglesia fortificada de la Asunción,l de origen románico y muy cerca está Arcóbriga, uno de los yacimientos celtíbero-romano mas importante de nuestra geografía.
La ocupación documentada de la zona se remonta a la época de lso celtíberos (VII-II aC). La zona ha sido siempre paso natural hacia la Meseta. Entre los restos celtíberos más significativos está la llamada Piedra del Sacrificio que los celtas utilizaban para sacrificar personas o animales. Con la invasión romana Monreal se convertiría en el punto de encuentro entre la vía que unía Cesaraugusta (Zaragoza) con Complutum (Alcalá de Henares). En este enclave se levantaría, sobre los antiguos poblamientos celtíberos, la villa romana de Arcóbriga, hoy un yacimiento arqueológico de primera importancia.
Durante la época islámica este territorio pertenecía a la amplia marca fronteriza que separaba Al Andalus de los reinos cristianos del norte. En 1104 el rey leonés Alfonso VI conquistó la vecina Medinaceli (hasta entonces un poderoso enclave militar musulmán), y Monreal pasó a depender de la islámica Calatayud, convirtiéndose en primera línea de frontera con el reino de Castilla y de León. Con la conquista de Calatayud por el rey aragonés Alfonso I en 1120, Monreal no perdió su carácter fronterizo: Alfonso I mandó construir el castillo de Mont Real (Monreal) en 1128 que sirviera de acantonamiento frente a la frontera castellana. Las luchas territoriales entre los reinos de Aragón y de Castilla culminarían siglos después con la Guerra de los Dos Pedros (XIV), de la que sería testigo el castillo de Monreal.
Aunque no existe documentación histórica sobre el paso del Cid por Monreal de Ariza, es muy probable que así fuera. Y aunque el Cantar tampoco lo cita, Monreal de Ariza es paso obligado en el trayecto imaginado por el poeta.
Ariza
Se dice de Ariza que poseía uno de los castillos islámicos más poderosos de la frontera. Hoy solo quedan algunos vestigios, invisibles al viajero. Sin embargo la huella musulmana se percibe en el trazado de la morería, donde las calles de la mezquita recuerdan un pasado no tan lejano de la ciudad.
Durante la dominación musulmana, Ariza poseía una mezquita, como lo atestiguan los nombres de varias de sus calles, y murallas con tres puertas de acceso. A finales del siglo XI era una de las más importantes localidades del valle del Jalón.
Alfonso I el Batallador reconquistó la villa para el Reino de Aragón en 1120. El historiador Jerónimo Zurita, en sus Anales de la Corona de Aragón, refiere que el monarca, tras la conquista de Alhama de Aragón, «conquistó otro lugar muy principal y fuerte en aquella ribera que se llama Hariza, que según se collige de la relación de los caminos que traían en lo antiguo los gobernadores de las provincias romanas parece más verosímil ser el que antiguamente se llamó Arcóbriga».
Jerónimo Zurita Alfonso I el Batallador
Sin embargo, en diferentes momentos la villa perteneció también a la Corona de Castilla. Por ejemplo, en 1172 Alfonso II de Aragón dio en prenda a Ariza al rey de Castilla por causa de un tratado firmado entre ambos reyes, aunque posteriormente fue reclamada en 1178. Perteneció después a Sancha, viuda de Alfonso II, quien la cedió a Pedro II. Este monarca, en 1213, concedió a los arizanos el privilegio de libertad y la exención de cualquier tributo. En la Guerra de los Dos Pedros entre castellanos y aragoneses, fue ocupada por Pedro I de Castilla en 1362.
Pedro II Alfonso II Guerra de los Dos Pedros Doña Sancha
Años más tarde, en 1381, Pedro IV vendió Ariza y sus aldeas a su alférez Guillén de Palafox con el fin de conseguir fondos para la guerra de Cerdeña. Fueron varios los intentos de la villa de sacudirse el yugo señorial y volver a pertenecer al rey. Algunos de ellos, como el de 1490 conocido como las «alteraciones de Ariza», acabaron con el ajusticiamiento de los dirigentes de las revueltas.
Alhama de Aragón
Es conocida desde la antigüedad por las virtudes medicinales de sus aguas, los romanos, de hecho la denominaron «Aquae Bilbilitanorum»
De acuerdo al poeta bilbilitano Marcial, probablemente el nombre prerromano de la localidad era Congedus.
De la época árabe es el actual nombre de Alhama, proveniente de Al-Hammam, que significa «los baños». De aquellos tiempos todavía se conservan el Baño del Moro y el Baño de la Mora, dos pilas construidas en la roca de la que mana directamente abundante agua termal.
Alhama figura entre las conquistas que realizó el Cid Campeador en 1081, y es mencionada en el Cantar del Mío Cid: «Otro día se puso en marcha mío Cid el de Vivar y pasó frente Alhama, por la hoz abajo va…»
Sin embargo, la plaza volvió luego a manos musulmanas, y sería Alfonso I quien definitivamente la reconquistara para los reinos cristianos en 1122 tras la toma de Calatayud. No obstante, la posición estratégica de Alhama así como su carácter fronterizo, hizo que años más tarde fuera motivo de disputa entre castellanos y aragoneses. En la Guerra de los Dos Pedros, pasó a depender en varias ocasiones de uno u otro reino entre los años 1361 y 1366. Esta situación volvió a repetirse al siglo siguiente, reinando en Aragón Alfonso V y en Castilla Juan II, hasta la paz de 1454 cuando quedó definitivamente incorporada a la Corona de Aragón.
Alfonso V Corona de Aragón Juan II de Castilla
Ateca
Las huellas del pasado islámico de estas tierras se centran en la torre mudejar de los siglos XIII y XIV. El cuerpo inferior se construyó siguiendo el modelo de alminar, torre de la mezquita, almohade.
Desde Ateca puedes acercarte hasta Alcocer , hoy es un descampado,pero allí con la ayuda del Cantar podrás recrear una de las batallas más importantes del Cid.
El origen de Ateca como núcleo ininterrumpido y estable de población se sitúa alrededor del año 250 a. C., ya que por su situación geográfica es, desde antiguo, un lugar de paso obligado entre el valle del Ebro y la meseta en el camino que sube a través del Jalón y continúa por el valle del Henares. Por aquí discurría la calzada romana denominada Iter XXV descrita en los Itinerarios de Antonino que unía Augusta. Emerita y Cesaraugusta pasando por Toletum. Fue ciudad celtíbera, en el centro del territorio de los Belos.
Alcocer
Es donde tuvo lugar la mítica batalla en la que el Cid Campeador aniquiló a cientos de moros con un curioso engaño.
Durante su primer destierro, Rodrigo Díaz de Vivar tomó una fortaleza ubicada cerca del Jalón tras 15 semanas de asedio. Hasta ahora, esta contienda navegaba entre la verdad y la invención, pero una excavación arqueológica ha desvelado su autenticidad.
Cuando vio mío Cid que Alcocer no se entregaba,
él hizo una estratagema, más no lo retrasaba:
plantada deja una tienda, las otras se las llevaba,
avanzó Jalón abajo con su enseña levantada…
Versos 574 y ss. CMC
En Alcocer tiene lugar una de las batallas más duras y sangrientas del Cantar. Tres mil musulmanes acuden desde Valencia a derrotar al Cid. Éste sufre un asedio en el castillo de Alcocer durante tres semanas. Sin agua ni alimentos, se ve obligado a enfrentarse en batalla campal contra los musulmanes, de la que sale victorios
Entre la historia y la leyenda. Así permanecía hasta ahora la batalla de Alcocer. Una contienda en la que Rodrigo Díaz de Vivar , tomó con una curiosa treta una fortaleza inexpugnable ubicada cerca del Jalón. Todo ello, después de ser desterrado por el rey Alfonso VI. Según el « Cantar del Mio Cid», el líder militar, al ver que no podía conquistar la plaza, decidió fingir una retirada. Para ello, levantó todo su campamento menos una tienda y, cuando los musulmanes se acercaron a investigar (dejándose las puertas de la fortaleza abierta) él y sus hombres les atacaron. El plan salió a pedir de boca.
Hasta ahora, se consideraba que la batalla de Alcocer había sido imaginada por el autor del cantar. Sin embargo, un nueva investigación desveló el pasado fin de semana que de mitológica no tuvo nada, y que -al menos- se sucedió. Y es que, una excavación llevada a cabo en Zaragoza acaba de descubrir un material hispano musulmán de entre los siglos XI y XII que podría pertenecer al asentamiento que asedió el Campeador. La contienda, curiosamente, no se ubica así en Alcocer (Guadalajara), el pueblo que cuenta con el mismo nombre que el mítico enfrentamiento.
Calatayud
Alfonso I de Aragón tomo Calatayud en 1120. Las condiciones de vida de la frontera eran tan duras que concedió el perdón de sus delitos a los colonos que se establecieran en esas tierras. La herencia islámica es muy intensa, Calatayud posee uno de los complejos fortificados mas importanytes de España y alguna de las torres mas hermosas del arte mudejar aragonés.
Los romanos ya se dieron cuenta de su ventajosa situación y fundaron Bílbilis, de la que todavía se conservan importantes vestigios en su yacimiento, situado a cinco kilómetros del casco urbano, o en el Museo Arqueológico.
De la época islámica es el castillo de Ayub, del que deriva su nombre. A sus pies desciende el barrio de la morería, constituido por estrechas y retorcidas calles.
Fruto de la larga presencia de los musulmanes en la ciudad, Calatayud muestra orgullosa sus huellas mudéjares, Patrimonio de la Humanidad: la torre, el ábside y el claustro de la magnífica Colegiata de Santa María; la iglesia y torre de San Pedro de los Francos; o la iglesia y torre de San Andrés.
Teneis que entrar a la iglesia de San Juan el Real para admirar las pechinas de su cúpula, pintadas por un joven Goya. Además, podrás ver alguna de las puertas que daban acceso a la ciudad, como la Puerta de Terrer, con su Fuente de los Ocho Caños, o la Puerta de Zaragoza. No os vayais sin dar un paseo por la antigua judería y acercarte hasta la plaza de España.
En las pechinas de la cúpula principal de la iglesia de San Juan el Real Calatayud, Goya representó a San Gregorio, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo: los cuatro Padres de la Iglesia.
Y aquí amigos terminamos esta parte del Cantar de Mío Cid en esta increible ciudad.
Quiero dar las gracias a la página web Camino del Cid, por haberme servido de guía para escribir este recorrido a las diferentes oficinas de Turismo que me facilitaron documentación de Rutas del camino del Cid y a su excelente colaboración y simpatía cada vez que solicitaba información.ñ
Y a vosotros que disfrutéis del Camino del Cid, de los lugares que recorrió con sus mesnadas, las historias y leyendas.
Un saludo y hasta pronto.