El rey al que cosieron la boca, Sancho I de León.

Sancho I de León, correspondiente a la dinastía astur-leonesa, nació en 935 y era hijo de Ramiro II, (considerado uno de los mejores guerreros de la Alta Edad Media). Su segunda esposa fue la reina Urraca Sánchez.

Al morir en 961, le sucedió el hijo que tuvo con su primera esposa, Ordoño III, hermanastro de Sancho.

En 956 fallece por causas naturales el rey Ordoño III y Sancho fue coronado rey de León, con el nombre de Sancho I, aunque pronto tendría el sobrenombre de «el Craso».

El rey estaba muy obeso, comía constantemente y su gordura le había convertido en un invalido, tanto que necesitaba ayuda para levantarse de la cama y hasta para caminar, no podía montar a caballo ni empuñar armas y los nobles de León y Castilla dudaban de que pudiera tener descendencia debido a su peso.

A los dos años de su reinado cuando pesaba 240 kg. fue destronado por los nobles leoneses y castellanos, encabezados por Fernán González, Conde de Castilla y nombraron rey a su primo Ordoño IV.

Sancho huyó con su esposa Teresa Ansúrez a Pamplona para pedir ayuda a su abuela Toda Aznar, reina viuda y regente de Navarra.

Dado que Sancho estaba tan gordo que ni siquiera podía ponerse en pie, las posibilidades militares de Sancho contra Ordoño IV y su abuela concibió un plan, su nieto debía adelgazar.

Con este fin envío mensajeros al Califa del Califato de Córdoba, al famoso Abderramán III, para conseguir tratamiento de su famoso médico judío de su corte , el poliglota Hasday Ibn Shaprut.

El rey musulmán permitiría que su médico tratase a Sancho y se comprometía a ayudarle a recuperar el trono de León, a cambio de que se le cediesen 10 poblaciones a orilla del río Duero.

Acordada la alianza Abderramán le envió su médico personal, pero este quedó tan asombrado de la gordura de Sancho que le aconsejó viajar a Córdoba para tratarlo allí, y la reina Toda de Pamplona emprendió el largo viaje, acompañado de su hijo García Sánchez, rey de Pamplona, su nieto Sancho y la mujer de éste.

El Califa les recibió en una audiencia solemne en Medina Zahara, después Hasday Ibn Shaprut se encerró con Sancho en una habitación, lo amarró a una cama y le cosió la boca para que no pudiera tomar ningún alimento solido, solo le dejó un pequeño hueco entre los labios para que a través de una paja pudiera sorber agua y unas infusiones que el médico le preparaba ( 7 infusiones diarias en las que combinaba agua salada, agua de azahar, agua hervida con verduras, de frutas, etc.) además este tratamiento le producía vómitos y diarreas, con lo que aceleró su adelgazamiento.

Solo salía de la habitación para pasear por los jardines, al principio ayudado por unos criados que tiraban de unas cuerdas enrolladas a su cuerpo, obligándole a dar paso tras paso.

Al acabar el ejercicio le sometían a un baño de vapor durante horas, para que al sudar se desprendiera la grasa y el líquido de su cuerpo. Como la piel quedaba flácida al adelgazar le daban durísimos masajes para que la piel volviera a recobrar su tono.

Al cabo de 40 días había perdido cerca de 100kg. y cuando hubo recuperado la salud y la movilidad, ya podía montar a caballo, guerrear y engendrar descendencia.

En el año 960 volvió a ser rey con ayuda de los musulmanes, pero esto tenía un precio: debía cumplir el pacto y aunque siempre surgía algún contratiempo que alargaba la cuestión, el propio Abderramán se lo recordaba a menudo, hasta que el 16 de Octubre de 961, muere Abderramán y Sancho se cree dispensado de cumplir sus compromisos. Pero a Abderramán III le sucedió su hijo Alhakén II, que estaba al tanto de la alianza y reiteró las viejas exigencias de su padre, a las que Sancho I, mas afirmado en el trono, mas arropado por Navarra y mas seguro de si mismo, respondió con una negativa, pues ya había entrado en una gran alianza con todos los soberanos peninsulares cristianos, que tenían por objeto defenderse de las exigencias cordobesas.

En esta alianza tomaron parte, León, Pamplona, el conde Castilla y los condes de Barcelona: Borrell y Mirón ( esta es la primera vez que Cataluña obra acuerdo con los demás caudillos cristianos, según dice Menéndez Pidal).

Sancho I de León el Craso murió comiendo una manzana envenenada a finales del año 966, le sucedió su hijo Ramiro III.

Sus restos mortales se hayan en la Basílica de San Isidoro de León.