El silencio de San Genadio
Fue una vez que mi hijo Javier me contaba, que estuvo visitando tierras del Bierzo y que se encontró un paraje impresionante, un valle con magia, el Valle del Silencio, un oasis de paz bajo los montes Aquilanos.
Cierra los ojos y agudiza los sentidos. Un magnífico hacia lugares remotos de nuestra geografía, allí donde la arquitectura y el entorno natural se unen en una simbiosis perfecta. ¡Bienvenido a El Bierzo! ¡Bienvenido al Valle del Silencio!
Estamos en el Valle del Silencio, dentro de la Comarca de El Bierzo más desconocida.
La historia del silencio de San Genadio está ligada a uno de los valles más hermosos del Bierzo, el Valle del Silencio. En el siglo X, San Genadio fundó un oratorio dedicado a Santo Tomás del que —por desgracia— no queda resto alguno a día de hoy. En principio, era en este lugar y no en Santiago de Peñalba, donde su discípulo, San Fortís, pensaba construir la iglesia mozárabe, pero terminó construyéndose en su ubicación actual por el abad Salomón.
En una pared de la montaña, situada a la entrada del valle, se encuentran varias cuevas naturales. Una de ellas es la conocida como la Cueva de San Genadio, en la cual el santo pasaba largas temporadas meditando. Puede visitarse siguiendo un camino que sale desde Santiago de Peñalba hacia el sur.
Dicen que Peñalba de Santiago es uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León y de toda España.
Vamos a entrar en el origen y la historia de Peñalba de Santiago y el propio Valle del Silencio. Se trata de la sencilla ruta de senderismo que nos conduce hasta la Cueva de San Genadio. La leyenda que explica el origen del nombre de este valle. Pues es momento de hablar de su protagonista, San Genadio.
El silencio de San Genadio
Es gracias a la llegada de San Genadio (y sus sucesores) cuando el Valle del Silencio conocería una nueva etapa de esplendor. Genadio fue nombrado obispo de Astorga en el 899, aunque el hombre, ante todo, era un eremita de tintes druídicos. Llegó al Bierzo en el siglo X con la misión de revitalizar y repoblar la comarca, en clara decadencia tras la ocupación árabe.
Son muchas las leyendas que se asocian a este enigmático hombre, como la del unicornio que —dicen— se encontró en el bosque y que siempre le acompañaba (su cuerno sería una reliquia sagrada para los lugareños de Montes de Valdueza). Pero la historia más conocida, sin lugar a dudas, es la que da nombre a uno de los valles más mágicos de la comarca del Bierzo.
Cuentan que un buen día estaba San Genadio tan sumido en su meditación que hasta el mismo murmullo del arroyo le molestaba. Hastiado de aquel eco tenaz, se levantó y, golpeando en el suelo con su bastón, dijo: «¡Cállate!». Y así fue cómo el agua dejó de hacer ruido, escondiéndose bajo las rocas.
Lo primero de todo, conviene situarse en el terreno y la época. Estamos en el sureste de la comarca de El Bierzo y dentro de la llamada Tebaida berciana. Una zona históricamente aislada en la que se establecieron desde el siglo IV ermitaños cristianos en busca de un lugar adecuado para el retiro y la oración.
Mencionado por algunos autores como sobrino de Ordoño I o como hijo de Alfonso III y Jimena de Asturias, fue un cenobita seguidor de San Fructuoso y San Valerio. En sus comienzos se formó en el Monasterio de Ageo (Ayoó de Vidriales) bajo la tutela de su abad Arandiselo, y fue allí donde conoció la obra de estos santos. Posteriormente, hacia 895, decidió restaurar el monasterio benedictino de San Pedro de Montes, ubicado en los Montes Aquilanos, en el que también habían residido San Fructuoso y San Valerio.
Se le reconoce como el primer santo relacionado con el ajedrez, pues de Peñalba de Santiago proceden las piezas de marfil denominadas Piezas de San Genadio, las cuales se consideran las figuras de ajedrez más antiguas de Europa, y que pertenecieron al santo.
Continuamos por estrechas y vertiginosas carreteras hasta alcanzar en poco más de 5 kilómetros el pueblo de Montes de Valdueza. Otro lugar de visita imprescindible. Esta pequeña localidad leonesa despliega apenas un puñado de casas de piedra junto a la ribera del río Oza. Más allá de su arquitectura popular y la antigua Herrería de Montes, el gran objetivo de esta nueva parada es descubrir el Monasterio de San Pedro de Montes.
Estamos ante un templo visigótico cuyo origen lo podemos situar en el año 635. Una belleza fundada por San Fructuoso y reconstruido, como ya he señalado, por San Genadio tras la invasión musulmana. A día de hoy sólo queda en pie la iglesia y vestigios en ruinas de lo que en un tiempo pasado llegó a ser un gran complejo monástico. Durante la visita podrás observar una fantástica mezcla de estilos constructivos: prerrománico, románico e, incluso, barroco. Uno de estos lugares que, a pesar de su estado, desprende pura magia.
A continuación voy a enseñaros algunas de la fotografías que mi hijo Javier hizo por estas tierras. Verdaderamente en una parte de España a la que hay que descubrir, tanto por su geografía como por su historia.
Espero que os haya gustado esta historia. Un saludo,