La Fuga de Albion

La Historia sobre 15 valerosos españoles que se fugaron de las crueles mazmorras de Winchester en Inglaterra, en el verano de 1780.

12 de abril de 1779 se firma el Tratado de Aranjuez por el cual la España del Rey Carlos III y la Francia de Luis XVI, renuevan los Pactos de Familia, para intervenir en la guerra de independencia de los EE.UU, contra el Reino Unido de la Gran Bretaña, a la que se le declara la guerra oficialmente el 16 de junio de 1779 hasta el 3 de septiembre de 1783 que se firma la Paz de Versalles.

En aquellos años era una práctica común el apresamiento de navíos y marinos de las naciones hegemonicas enfrentadas ,( España, Reino Unido, Francia), llegando a estar hacinadas las mazmorras británicas de prisioneros franceses y españoles principalmente, ello llevó al Almirantazgo a buscar soluciones para albergar a tantos prisioneros, encontrando la solución en los pontones, barcos utilizados como cárceles flotantes cerca de la costa para la población reclusa.

La fuga española más audaz de la historia: 'los 15 de Winchester' que  dieron esquinazo a los ingleses

Está es la historia de los españoles cautivos en las mazmorras de su graciosa Majestad británica.

La fuga española más audaz de la historia: 'los 15 de Winchester' que  dieron esquinazo a los ingleses

Un día cualquiera en la mazmorra de Winchester en el verano de 1780.

Antes de que llegasen nuestros compañeros de celda le comente al Baron que lo mejor seria centralizar las fugas en 3 celdas para que cuando se escapasen los ingleses no tomasen represalia para los compañeros de sus antiguas celdas asi se evitan que torturasen a pobres inocentes que no tendrian nada que ver en este asunto.

Esa misma noche les expuse el plan a los otros compañeros de la celda 86, ellos decidirían si querían o no unirse al plan, claramente y sin dudarlo decidieron unirse al plan, reírse de los ingleses y volver a España para disfrutar del sol, la comida pero lo mas importante volver a ver a la familia y de la ansiada libertad que les arrebataron hace años, el sueño de cualquier preso y ellos tenían ahora la oportunidad de verlo echo realidad.

La Fuga de Albion – Cronica del Apostadero

Mazmorra de Winchester

Estuvieron comentando el plan hasta que se ordeno silencio en su pabellón, ya había 5 voluntarios alistados en esta misión ahora solo faltaba convencer a 10 valientes mas, para ello mañana en el patio hablarían con los de la habitación 19 en donde Félix tenia a un gran amigo que lo quería como si fuese su hermano pequeño y que no permitiría que se pudriera aquí.

A la mañana siguiente busque en el patio a mi amigo Juan, estaba cerca de una de las paredes que miraban hacia el norte, intentando calentarse en esta fría mañana de la campiña inglesa.

Me dirigí con paso firme al grupo de la celda 19 donde me saludo muy efusivamente mi amigo Juan, a continuación le invite a el y a sus compañeros de celda a que me siguiesen a un sitio apartado del patio y comencé a explicarles el plan de fuga mientras mis cuatro compañeros de celda se encargaban de que nadie pudiera escuchar lo que yo les decía a estos futuros y próximos 5 valientes que se unirían a mi plan.

Entonces caballeros que me decías, os unís a escaparos de esta mierda o por el contrario queréis quedaros a vivir en esta malsana pensión inglesa.- Ironice mientras le hice la gran pregunta.

¿Cuántas probabilidades hay de escapar y de que salga todo bien?, Me pregunto Miguel Triana, un infante sevillano del Tercio Sur.

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Probabilidades altas, de llegar a España eso depende de como nos comportemos mientras nos alejamos de aquí, y de que los ingleses se den cuenta lo mas tarde posible., Le dije claramente

Y si sale todo bien que hacemos ¿vamos a España directamente o nos dirigimos algún puerto aliado?, Rodrigo Pinzón otro de los infantes del Tercio Sur me pregunto.

240 ideas de Bandera Imperial | tercios españoles, imperio espanol,  historia de españa

Esa es muy buena pregunta, en estos momentos Francia es aliada podríamos dirigirnos hasta allí o por el contrario dirigirnos a España, los ingleses pensaran que hemos ido algún puerto aliado antes de dirigirnos a España, el canal estará muy vigilado pero también lo esta el Golfo de Vizcaya, yo propongo que una vez que huyamos de este pais y tengamos ya un barco veremos que hacer en ese momento.

No se, yo no lo veo muy claro este plan, pero bueno mejor esto que quedarme aquí encerrado de por vida., Asevero Antonio Marín otro infante de marina.

"Mi piace": 418, commenti: 6 - Certamen Histórica Ubeda  (@certamennovelahistoricaub… | Tercios españoles, Conquistador español,  Imagenes de dioses aztecas

Yo lo único que quiero es conocer a mi hermosa hija y a mi amada esposa que hace meses que no las veo, así que contar conmigo para lo que sea.

Dijo alegremente Pedro Mujica un cántabro que por amor a una andaluza se enrolo en el Tercio Sur.

El gran engaño con el que 350 soldados de los Tercios españoles aplastaron  a miles de piratas en Hammamet

10 voluntarios para esta misión ahora tocaba buscar 5 mas que quisiesen poder vengarse y que mejor que la celda 69, la celda de los marineros mas peligrosos que había en la prisión, dicha celda estaba formada por personas del norte: gallegos, asturianos y vizcaínos, que ni siquiera “El Vasco” ni ningún guardia de la prisión osaban en molestar, no se andaban con tonterías, me dirigí con paso firme a donde ellos estaban.

Cuando estaba a la altura del que parecia el jefe del grupo, Simon Alas, asturiano y perteneciente a una de las familias marineras mas importantes desde la edad media, al querer presentarme fue Simon el primero en hablar.

Dime salmonete del norte que es lo que quieres., Me dijo alegremente Simón.

A continuación me presente y después de un buen rato charlando les explique el motivo por el cual yo estaba ahí delante de ellos explicándoles mi plan de fuga y los otros 9 voluntarios que arriesgarían la vida por salir de este infierno.

El soldado español de los Tercios (Calderón de la Barca) - YouTube
Soldados del norte

La idea me gusta y mas dar muerte al perro sarnoso de Marc Rossell, por su culpa muchos amigos míos fueron asesinados por esos perros ingleses, y yo mismo me jure que un día me lo llevaría por delante, y ahora es la ocasión perfecta para hacerlo. pero si nos fugamos tendrá que ser con una condición y es que se venga con nosotros Jose Prieto.

Me dijo Blas Menendez, un vizcaino y que era la persona con mas años dentro de este penal.

De acuerdo, donde se encuentra para comunicarle el plan y estar preparados para fugarnos cuanto antes.

Informe al grupo.
Se encuentra en una celda de aislamiento se pego hace 2 semanas con unos franceses y le queda otras 2 semanas para que pueda escapar.

Acepte la condicion, dos semanas era bastante tiempo, aun habia que perfilar algunos puntos del plan, por eso no me preocupe, ya eramos 15 valientes que hariamos historias, los ingleses se arrepentirian por lo que hicieron, habria sido mejor habernos liberado que el habernos encerrado en esta maldita carcel.

Los ingleses abrirían su propia caja de pandora cuando nos enviaran al calabozo, allí nosotros buscaríamos la forma perfecta de escaparnos, y al día siguiente los ingleses descubrirían que el calabozo estaba vacío y su diversión el tener que colgar a 15 presos no se podría hacer realidad.

Mazmorra

Toda la carne en el asador.
Despues de unos segundos reflexionando y viendo que mi amenaza a su estado de salud era muy enserio decidio contarme todo lo que yo queria saber

De acuerdo pondré toda la carne en el asador y le contare toda la verdad pero con la condición de que me de su palabra de que no dirá quien soy en realidad.

No le aseguro nada., Dije yo muy severo.

Casi todo lo que le he dicho es verdad soy Barón de cuna pero también soy un espía a la ordenes del Rey de España, desde hace tiempo sabemos que esta cárcel reúne a los “mas peligrosos” hombres de Europa pero en nuestro caso reúne a los mejores hombres de España.

Y usted se ha dejado apresar para que, para tomar café con los mas peligrosos hombres de Europa. Le espete con sarcasmo.

No señor mío, casualidades de la vida un antepasado mío era el arquitecto militar preferido por el Rey Enrique VIII, y construyo esta cárcel, que antes era un palacio para un Lord amigo del rey.

Lo que ocurre es que cuando Enrique VIII renuncio a ser católico y los que no querían seguir sus pasos o bien eran perseguidos y asesinados o huían y eso es lo que le paso a mi antepasado, pero eso si antes de marchar de esta isla se llevo muchos planos y documentos importantes y es por eso por lo que yo estoy aquí, para que se fuguen muchos compatriotas y crear una resistencia que haga a los ingleses cagarse en sus pantalones.

Y si es así como lo va hacer, porque si se da cuenta estamos muy vigilados y no hay manera de hacer nada sin que nos pillen..,Le dije muy seriamente.

En ese momento el Barón se rio a grandes carcajadas que casi se me ponen los pelos de punta y acto seguido me comento con pelos y señales las formas de escapar de esta cárcel que aunque fuese de alta seguridad siempre hay una piedra donde cojea y ese puede ser el punto importante para personas tan peligrosas como nosotros, para que se escapasen y dejasen en ridículo a los ingleses y de paso atemorizar a los pueblerinos del sur de Inglaterra.

El plan del Barón era osado y atrevido pero solo personas como nosotros que no tienen nada que perder salvo la vida se atreverían a realizarlo, para ello haría falta que 14 valientes se prestaran a la misión, quienes serian se sabría prontamente pero se que todos los españoles que aquí se encuentran encerrados se presentarían voluntarios para tal misión, todos salvo uno que se quedaría aquí para siempre y ese era nuestro amado Barón, ya que según me comento el esta voluntario y forzado a la vez.

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Debido a que se atrevió a desflorar a la hija de un Grande de España que pensaban casarla con un noble muy importante de Europa del este y por eso le dieron la opción de servir a España o morir en extrañas circunstancias y es por ello que decidió presentarle este plan al Grande de España y al Rey como penitencia y poder dar un escarmiento a los ingleses y su penitencia seria perdonada cuando ya no quedasen españoles en esta cruel y oscura cárcel, seria en ese momento cuando su pena se habría terminado y seria libre por fin y podría regresar a España como un héroe.

La misión de buscar a los 14 voluntarios seria difícil pero estaba claro que no imposible, esos 14 voluntarios se unirían a mi en salir de esta prisión, hacer algo de revuelo y regresar a nuestro amado país y poder contar que 15 valientes se escaparon de la cárcel mas peligrosa y mas vigilada de toda Inglaterra y regresaron para poder contarlo, para ello teníamos que cometer algún tipo de delito y nos metieran en el calabozo pensado para los que van a ser ajusticiados, es un calabozo especial que esta en lo mas profundo y frio de la prisión y que apenas se usa ya que lo normal es asesinar a los presos que hacen algo casi en el mismo momento.

Pero en algunos casos como la muerte de algún soplón o que algún preso mate a otro se suele meter a los condenados en este calabozo y ajusticiarlo dos días después del vil acto delante de todo el mundo y generalmente en estos actos se suele invitar alguna máxima autoridad del Parlamento para que lo contemple y se divierta.

La victima a quien se escogería seria Marc Rossell un catalán que había pasado información a los ingleses de varios intentos de fuga que habían acabado con la muerte de los cabecillas y palizas para los implicados en las anteriores fuga, nuestro querido soplón vivía en un pabellón aparte pero en el patio se mezclaba con otros soplones de otros países y era en esos momentos cuando se pasaban información los unos a los otros para luego darle esa información a los malditos ingleses.

Seria en algún descuido cuando los 15 valientes se le acercasen y le dieran el golpe de suerte, un golpe que beneficiaria a muchos, 15 hombres serian condenados a muerte a ojos de todo el mundo pero un grupo pequeño sabría que ese seria su billete a la libertad y también se beneficiarían porque moriría una vil rata traidora que no hacia mas que traicionar a sus queridos compañeros.

Habia que planearlos muy bien y tenerlo todo bien atado para que nada del plan se fuese al traste sino, lo unico que se conseguiria es que 15 valientes subieran al patibulo, y no hubieran podido consumar su victoria.

El barón me estuvo mostrando otros medios de salir de la cárcel, un poco mas arriesgados, pero que podrían ser utilizados en un futuro por si las cosas se torciesen.

El Barón de Robledo.
Cuando metieron al Barón de Robledo, el Ilmo. Manuel de Caldas, en nuestra celda, me dio una sensación de que no era de quien estaba hablando, había conocido a lo largo de mi vida a muchos fanfarrones que se creían lo que no era, y este lo estaba bordando a la perfección, lo que estaba claro y que había que reconocer era que su odio hacia los ingleses era igual que el nuestro, y que seria un gran aliado en lo que me proponía.

Me llamo Manuel de Caldas, el Barón de Robledo, nieto de un Grande de España, nací hace 38 años en un pueblo marinero de Asturias conocido como Lastres, soy barón por la mala suerte de no ser primogénito, mi hermano se llevo toda la fortuna, los grandes títulos y la Grandeza de España y a mi me ha tocado trabajar, puerca miseria la mia, siempre he tenido mala suerte.

Bueno tampoco os voy a contar mi vida. Hace una semana me encontraba con mi galeón Santa Bárbara, llevando mercancías para Dinamarca, cuando los asquerosos ingleses pensaron que era buena idea robar mis mercancías, así que imaginaos, mi galeón desvencijado contra 2 buques de línea ingleses, se pensaban que seriamos una presa fácil y no fue así, jeje, ordene que se prepararan para el combate, que los cañones que teníamos ocultos los preparasen para la batalla y en cuanto se pusieron a tiro, una descarga completa por babor y estribor los pillamos por sorpresa ellos creyeron que un galeón como el nuestro seria solo de transporte y no.

Santa Bárbara – La América española

4 horas duro el combate, conseguimos desarbolar el palo mayor de uno de ellos, pero a cambio nosotros recibimos una tormenta de plomo mucho mayor, pero lo mas importante que perdimos pero les jodimos bien.

Historia: El galeón San José: el horror de otra acción trapera de los  ingleses

Lo que mas siento es mi querida tripulación que los conocía desde hacia muchos años, desconozco lo que les habrá pasado, pero seguro que no habrá sido nada bueno, pero yo juro que tarde o temprano esos malnacidos lo pagaran, y mi venganza será bíblica.

No se preocupe Barón que aquí esta entre hermanos, entre nosotros nos protegemos y entre nosotros nos ayudamos, lo que si queremos que sepa que no tendrá ningún trato especial por ser capitán de un galeón o por su condición de noble, aquí todos somos españoles encerrados ni mas ni menos.

Espero que lo comprenda, sino si intenta ser mas que los demas, se convertiria en un enemigo nuestro con su correspondiente castigo.,Le dijo Miguel de la forma mas amable que conocia.

No te preocupes camarada, que lo unico que quiero es escapar de aqui y seguir dando guerra en los mares a esos malditos andrajosos.

No quiero ser una molestia, sino todo lo contrario, quiero que me consideréis un amigo y aliado mas.

Siguieron hablando asi durante media hora mas, hasta que marcharon de la celda y me quede yo solo con nuestro querido baron.

Señor Baron asi que usted fue capitan de la Santa Barbara, entonces el Teniente Juan Montero era su subordinado y la mascota del barco era el gato Jon sino me equivoco.

Si así es, un gran teniente, fue de los primeros en caer que pena, lo echare mucho de menos lo conocía desde hacia cinco años y si un bonito gato de color canela., Contesto el Barón con mucha pena.

Uhm esto es increible por que el Teniente Juan Montero estaba destinado en el Furor y el gato Jon me lo acabo de inventar. Asi que digame quien eres o seras comida pero no de peces sino de los cerdos.,Le conteste de una mala forma y lanzandome rapidamente sobre el le cogi del cuello.

De acuerdo, no se ponga así le contare toda la verdad pero no me haga nada por piedad. Suplico el Barón, le contare toda la verdad, pero por favor suéltame.


A las siete de la mañana, abrieron una pequeña ventana que tenía la puerta de la celda, y en ella pusieron comida en nuestras bandejas, a continuación nosotros pusimos el cubo donde hacíamos nuestras necesidades, a la media hora se abrió la misma ventana y apareció el cubo vacío.

Mientras desayunábamos pensábamos como seria nuestro primer día en esta dichosa cárcel y como seria el trato de los guardias con todo los prisioneros españoles.

A media mañana salimos de la celda en orden y llegamos a un patio grandísimo rodeado de un muro de unos 20 metros de alto, allí habría reunidos cerca de un millar de españoles, desde simple marineros, soldados, corsarios o simples pescadores, todos con la categoría inglesa de muy peligrosos, pero para mí y todo los demás, nosotros éramos grandes militares habríamos destacado en las batallas navales como simples artilleros o infantes de marines, pescadores que se toparon con barcos de la Royal Navy o corsarios que con barcos inferiores pero que con gran valor se enfrentaban a barcos mejor defendidos, todos nosotros que por echar agallas mas que nadie éramos un peligro viviente para el imperio británico.

Por eso estábamos en esa cárcel de máxima seguridad custodiados por la 6º Compañía de fusileros del 2º Batallón del 67º Regimiento de Infantería de Hampshire, doscientos infantes ingleses armados contra mil españoles, si los españoles nos rebelásemos la cárcel pasaría a ser de un sitio de internamiento a ser un fuerte español en plena campiña inglesa, entonces seria en ese momento cuando los ingleses tendrían un problema gordo, como podrían conquistar una fortaleza defendida por 1000 valientes españoles que eran lo peor de lo peor, lo mas peligroso que había en el mundo y por eso habrían sido internados en una cárcel de máxima seguridad.

Habría que recordarles el Sitio de Castelnuovo. En el patio de la cárcel pude ver a varios compañeros del Real Fénix, que me saludaron de forma efusiva e incluso mi amigo Juan que me pregunto si nos dejarían libres o nos llevarían a Inglaterra, se abalanzo sobre mí y me abrazo como si fuera su mismísimo padre.

Félix se que nos vemos desde ayer por la tarde, pero me ha parecido casi un siglo, en que celda te han metido, a mi me metieron en la 19, encima estoy con cuatro infantes de marina del Tercio Sur.

Que será de nosotros, crees que algún día podremos volver a casa. Putos ingleses

Mientras hablaba con Juan se formo un círculo alrededor de una de las esquinas del patio, me acerque y vi lo que era, un guardia estaba propinando una paliza a mi compañero de celda, parece ser que la discusión comenzó cuando Alonso escupió en la dirección donde estaba el guardia, aunque no le dio ni una gota por encontrarse este muy lejos, el guardia lo entendió como un insulto, así que se acerco y comenzó a darle culatazos con su mosquete a la vez que le insultaba, ningún otro español hizo nada por impedirlo ya que al comienzo muchos españoles fueron a defender a su compañero pero rápidamente los guardias se acercaron a su compañero con las bayonetas montadas con la intención de usarlas si algún español intercedía por su compañero y los españoles lo único que pudieron hacer era mirar con odio y rabia hacia los guardias ingleses mientras su compañero yacía en el suelo soportando una gran paliza.

Media hora duro la paliza, cuando el guardia se canso y se marcho junto a sus compañeros, Juan y yo nos acercamos y lo único que pudimos hacer fue decir que estaba muerto y rezar un Padre Nuestro por el.

La gesta de los letales Tercios españoles ante los «invencibles»  mosqueteros suecos

Se nos acerco “El Vasco” escoltado por 3 guardias más y dirigiéndose a Juan y a mi nos obligaron a que enterrásemos Alonso en un cementerio que había en la parte de atrás de la cárcel.

Gaceta de Madrid

Juan fue a buscar una carretilla y herramientas que habia en una de las dependencias de la carcel para poder enterrarlo y yo me quedaba velando el cadáver.

A los cinco minutos regreso con todo y con su ayuda pude meter Alonso en la carretilla y escoltado por 3 guardias fuimos a enterrarlo en el cementerio conocido como “Suspiros de España”, irónico nombre de un cementerio, pero era la verdad todo los que allí yacían suspiraron por regresar a España o ser enterrados en España y nunca lo pudieron hacer y allí se quedaron suspirando por su querido país.

Era mi primera salida de la cárcel y mientras salía por una pequeña puerta en el lado opuesto de donde le pegaron la paliza Alonso, me quede mirando mejor los muros, alambradas, ronda de los guardias,…, todo aquello que me fuese necesario para poder escapar de esta cárcel el día de mañana.

El cementerio era bastante grande la primera tumba que vi, tenía el nombre de Jorge Menéndez de Cudillero, muerto en el año de 1572, me pregunte porque estaba aquí y de que murió, cual seria su historia, en ese momento escuche a un guardia gritarme que me saco de mi pensamiento y me puse a picar cerca de donde enterraron al ultimo español.

No fue fácil picar en ese suelo ya que era una zona con muchas piedras, y lo que parecía un trabajo de una hora entre dos personas se alargo en total tres horas, cuando metimos y enterramos por fin a ese pobre desgraciado en su tumba se acerco un guardia con una cruz con el nombre y la fecha de la muerte que lo habria echo algun compañero mientras nosotros haciamos la tumba.

La cruz tenia lo siguiente escrito Alonso Jiménez muerto en el año de 1780.

Cuando regresábamos pude ver el relevo de la guardia, y según escuche estos cambios se hacían cada seis horas, lo memorice por si el día de mañana me hacía falta para mi plan de escape, nada más llegar y entregar la carretilla y demás útiles nos dirigimos a nuestras celdas, ya era la hora de descansar y comer algo, aunque fuese la bazofia de la comida inglesa.

Cuando llegamos a la celda hable con los demás, diciéndoles que Alonso ya era libre y que su ultimo suspiro seria para su querida España y que lo que teniamos que hacer era alegrarnos por él.

Iba a seguir hablando cuando la puerta fue golpeada por un guardia, por lo que nosotros nos levantamos y pusimos nuestras bandejas en la pequeña ventana de la puerta y este empezo a echar algo que no podria ni de etiquetarse de comida sobre nuestras bandejas.

Al rato se escuchaban gritos por el pasillo y se abrió la puerta de nuestra celda, en ella aparecio un chico alto, de pelo moreno y bastante fuerte, lo traian fuertemente encadenado y no paraba de patalear y maldecir a estos canallas ingleses.

Perros ingleses, os acordareis de mí, no sabéis con quien estáis hablando,-grito el nuevo recluso en cuanto salga de aquí, os matare uno a uno, que os den a todos.

Cuando por fin lo metieron en nuestra celda me dirigí a donde estaba el y fui el primero en darle la bienvenida

Una historia poco conocida: «Los 15 españoles de Winchester»

Bienvenido a la celda 86, soy el marinero Felix Brito, cual es tu nombre.
Soy Manuel de Caldas, el baron de Robledo, nieto de un Grande de España y capital del galeon Santa Barbara, fui capturado hace una semana en el Canal de la Mancha…

Nos estuvo contando toda la tarde y parte de la noche lo que le habia pasado desde que lo capturaron hasta que escuchamos que gritaban silencio y dejamos de hablar al menos de momento, ya al dia siguiente tendriamos tiempo para seguir haciendo.

Cárcel de Winchester

Palacio del Obispo de Winchester en Winchester: 1 opiniones y 2 fotos


Tardamos todo un día en llegar a nuestro hogar, la marcha tortuosa en la que no nos dieron ni un segundo para descansar y menos de poder beber algo de agua en las muchas de fuentes que vimos a ambos lados del camino, lo que hizo que muchos compañeros cayeran exhaustos al suelo y fuesen apaleados por nuestra escolta armada.

El capitán que mandaba esta marcha de peligrosos marinos españoles nos prohibió hablar para evitar que planeáramos fugarnos o que nos rebeláramos contra nuestra escolta, parece ser que ya en el pasado, compatriotas nuestros lo habian echo creando revueltas en el sur de Inglaterra, acabando muchos de los valientes marineros colgados de los muchos arboles que habia a ambos lados del camino.

La cárcel de Winchester, era una cárcel bastante antigua, aproximadamente unos 300 años, había pertenecido a un Lord que cayo en desgracia en la ultima guerra civil, pasando a propiedad del gobiernos ingles que la transformo en carcel para los seguidores de Carlos II, y luego para los seguidores de Cromwell, y con el tiempo llego a ser una cárcel donde iban todo los prisioneros de guerra que capturaban los ingleses en sus múltiples batallas.

Palacio de Winchester - Wikipedia, la enciclopedia libre

Ha esta carcel se la conocía como El Ruedo Ibérico, ya que la mayor parte de la población era española, prisioneros de las muchas batallas libradas entre nuestras dos armadas.

La columna que llegabamos hoy a la prision seriamos desde ese dia y durante los próximos años sus nuevos recluso, pero yo tenía una idea que me la dio lo que vi a la entrada de la cárcel, que no era otra cosa que marinos españoles colgados por la sencilla razón de ser españoles, es por ello que tome la decisión que a la mínima me escaparía de la cárcel y volvería a mi país.

Vosotros escoria española, bienvenidos a vuestro nuevo hogar, si intentáis huir os pasara como a esos que habéis encontrado en el patíbulo ahorcados, prisioneros que quisieron fugarse o intentaron matar algun guardia.

Nos dijo una fría voz desde la puerta de entrada, era el alcaide, sir Sean Malcolm, un noble ingles de antepasados galeses que le habían dado este puesto por mediación de su hermano, que era Lord en el Parlamento, ya que si no lo abrían enviado a Australia desterrado, alguna de las carceles que Inglaterra tenia en esta colonia situada en las antipodas.

El motivo de estar en esta carcel no fue otra que la de acostarse con la esposa de un primo del rey. El alcaide iba escoltado por su perro faldero y jefe de los guardias, Paul Jefferson, conocido por los españoles como “El Vasco”, ya que cuando hablaba no se le entendía nada.

Su entretenimiento favorito era la de torturar a los españoles por cualquier motivo, ese odio se le debe a que sus antepasados osaron enfrentarse a las tropas de Juan de Aguila haya por el año 1595 en la Batalla de Cornualles, perdiendo la batalla y los españoles se vengaron saqueando y quemando muchos pueblos, en uno de ellos vivia los antepasados de Paul Jefferson que huyeron con lo puesto y despues se les condeno por no haber conseguido rechazar la invasion española, por lo cual los Jefferson cayeron en desgracia durante casi 200 años, fue durante estos 200 años que la familia Jefferson juro vengarse por lo que habian echo a sus antepasados, muchos lo intentaron pero el unico que pudo vengarse fue Paul, ya que siendo la mano derecha del alcaide podia hacer lo que quisiera con los españoles.

A mí y a otros cuatro más nos enviaron a la celda 86, una celda mediana con cinco camas distribuidas por toda la habitación, y un cubo en una esquina que era para hacer las necesidades, la celda contaba también con una pequeña ventana hacia los bosques de Winchester.

Nosotros seriamos sus nuevos huéspedes durante los próximos veinticinco años, al menos los otros cuatro cumplirían su condena íntegramente, pero yo no, mi destino era morir en España y no en esta cárcel de mala muerte, a la mínima escaparía y volvería por donde vine.

Nada más entrar en la celda nos trajeron comida y algo de beber estábamos que nos moríamos de hambre, mientras comíamos comenzamos hablar y a conocernos un poco mejor.

Serán perros ingleses, pero al menos su comida es deliciosa.,Ironizo Miguel, un granadino que había pertenecido al Tercio de Levante y que lo habían enviado a mi buque 3 días atrás antes de la batalla.

Bueno podía haber sido peor.,Le respondió Sergio, otro infante de marina.

Recuerdas aquella cárcel mora, que mal comíamos allí, ni cerdo tenían, y la cama si se puede decir cama, era el maldito frio suelo con una piedra por almuhada, malditos moros.

Los moros no comen cerdo., Respondió de mal modo Alonso, un catalán que hacía poco había salido de la cárcel y lo metieron en uno de los buques capturados.

Relájate que estamos de broma, y tenemos que estar 25 años juntos, así que no fastidies.,grito Sergio al catalán.

Empezamos hablar largamente durante el resto del día, comentando de donde éramos, en que barcos habíamos estados,… así fue hasta que poco a poco, uno a uno, mis compañeros se fueron durmiendo y empezando su serenata de ronquidos.

Yo fui el ultimo en caer muerto del cansancio, pero antes de dormirme me vino a la mente un recuerdo de mi infancia, cuando salia de mi pueblo Valdelageve y me iba al rio el Cuerpo del Hombre, alli me echaba sobre una piedra plana que habia en mitad del rio y escuchaba la paz y la armonia del ambiente, y de vez en cuando veia algun ciervo que se acercaba al rio a ver, y yo lo miraba con gran placer, antes de dormir me jure que costase lo que costase, conseguiria mi amada libertad y volveria disfrutar de los placeres de la paz.

A la mañana, dos presos se pelearon en el patio de la cárcel de Winchester.

El intercambio de golpes degeneró en una batalla campal entre prisioneros partidarios de uno y otro.

El portón del recinto estaba abierto para permitir la descarga semanal de víveres llegados en carros tirados por bueyes, tarea que estaba encomendada a un grupo de quince marineros españoles capturados en un navío de guerra cuyo nombre no ha sido precisado.

Gaceta de Madrid 26 de agosto de 1780.

Mientras, los bueyeros se iban a tomar un trago a una taberna de las inmediaciones. Durante unos segundos los españoles observaron, sorprendidos y divertidos la escena: una turba de ingleses sacudiéndose y rodando por el suelo entre insultos, ayes y amenazas constituye, qué duda cabe, un espectáculo particularmente grato al ojo ibérico.

Hallábanse disfrutando del momento cuando fueron poco menos que arrollados por los soldados del cuerpo de guardia, que salieron en tromba, caladas las bayonetas y listas las mechas, tras su sargento que les ordenaba formar en línea.

Y allí quedaron los descargadores españoles, quietos como estatuas capaces de intercambiar miradas; a un lado, la calle de una ciudad extranjera y desconocida, al otro una docena de soldados apuntando a los contendientes y abriendo fuego sin miramientos al recibir la orden de su suboficial.

Como un trueno retumbó la descarga en las arcadas del portalón. Alaridos de dolor, rabia y espanto provenientes del patio acompañaron al olor de la pólvora recién quemada. El sargento ordenó avanzar cinco pasos y dio orden de recargar las armas…, una imprudencia, pues más sensato hubiera sido recargar antes y avanzar después, por si alguien tenía hígados de plantar cara…, que no salió ningún voluntario, todo sea dicho.

Listas las armas, ordenó apuntar nuevamente…, lo cual aterró aún más a los prisioneros…, ingleses…, porque los quince españoles ya no estaban allí para apreciar las maniobras de los soldados de la guardia…, antes al contrario, corrían como gamos, en manada, por las calles desiertas, dado que buena parte de la población se hallaba en el mercado, al ser sábado, y afortunadamente para ellos, quedaba un tanto apartado del presidio.

Tampoco fueron vistos desde las atalayas de la cárcel, ya que los centinelas en ese momento sólo tenían ojos para el tiroteo del interior.

Una calle…, un callejón…, una plazoleta…, a la derecha…, no, aquí no hay salida…, mejor por allí…, yo esto lo vi cuando nos trajeron…, o tal vez no…, pues de frente, por la calle de en medio…, y por esa calle de en medio llegaron al lado del río.

Un río que, ellos no lo sabían, es el Itchen. Lo que sí sabían es que no se veía a nadie por ningún lado y que una solitaria lancha con vela y remos les estaba aguardando. Tuvieron el buen criterio de navegar aguas abajo, tal vez llegaran a otro río, tal vez incluso al mar.

Como dice el refrán, una vez en el burro limpio palo, así que largaron la vela y se pusieron a remar con tanta dedicación como se habían sacudido los presos y con tan ciega determinación como había reaccionado el sargento de guardia. Y por aquello de que la diosa Fortuna ayuda a los audaces, abandonaron Winchester sin que nadie se diera cuenta de ello.

Bueno, se dieron cuenta en la cárcel al cabo de un rato, cuando la cosa se normalizó un poco y a alguien le dio por preguntarse dónde estaban los tíos que tenían que acarrear los víveres, pero como nadie supo hacia dónde habían ido y tampoco hubo quien los viera por las calles, las patrullas que salieron en su búsqueda no supieron muy bien por dónde buscar. Y pasaron varias horas antes de que se conociera la denuncia por la desaparición de una lancha en el río.

Para cuando se pudo salir en su búsqueda, los prófugos ya habían alcanzado la localidad de Eastleigh, donde nadie reparó en ellos, y continuaron adelante, bogando en silencio con la coordinación que les daba su experiencia naval.

Ignoraban que tres lanchas se habían lanzado a su persecución, pero no les costaba mucho imaginárselo. Tampoco sabían que un destacamento de jinetes galopaba tratando de darles alcance por tierra, pero los quince daban por sentado que así sería.

De hecho, les causaba cierta extrañeza no ver aparecer a sus perseguidores a cada palada de los remos, pero las horas de ventaja y la confusión inicial jugaban a su favor. Además, los ingleses tampoco se estaban matando por alcanzarlos. Al fin y al cabo, ¿cómo iba a pasar desapercibido un pelotón de papistas de tez morena hablando en la jerga de esos jodidos españoles?

En la granja de Townhill, que hoy es un barrio residencial de Southamton, nadie interrumpió sus bucólicas labores agrarias ni pastoriles para fijarse en la veloz lancha. Sí se fijaron en las tres que, llenas de soldados, pasaron después de que un escuadrón de dragones les preguntara si habían visto algo extraño en el río o por los alrededores.

Al pasar por Swaythling, los españoles escucharon las campanas de la iglesia normanda de Santa María, pero acordaron unánimemente no rezar nada, no fuese Dios a confundirlos con herejes y se les frustrara la huida.

Fue entonces cuando uno de ellos planteó en voz alta la cuestión que a todos les tenía en vilo desde que habían franqueado las puertas del penal: “Bueno…, pero…, ¿a dónde se supone que vamos?”, y la respuesta fue el chapaleo de los remos en el agua, que no dejaba de ser significativa.

El río cambió de repente, ganando amplitud a ojos vista sin que hubiese razón para ello puesto que no habían recibido ningún afluente, y el mismo que había planteado la duda, proporcionó una certeza: “esto ya no es un río, es una ría y el mar no puede estar muy lejos”. Al cabo de unos segundos, otro dijo: “pues entonces ya sabes a dónde vamos, al mar.

Portsmouth

Al sur está España y al sur tenemos que ir”. El comentario, siendo acertado, no analizaba la cuestión de fondo, que era cómo cruzar el Cantábrico en barquichuelo sin irse, nunca mejor dicho, al fondo de la cuestión.

Sea como fuere, remar era el único medio para conservar la libertad y, de paso, el pellejo en razonable buen uso. Así que remaron. Combatieron la sed con el agua del Itchen, de la que hicieron provisión, con gran acierto puesto que en la ría se tornó salobre.

El hambre ya fue otro cantar. Estaba descartado desembarcar para robar, y más aún tratar de comerciar con otras embarcaciones, así que se repartieron un pan que había en la lancha y con eso, que era casi nada, hubieron de conformarse.

Y Ría adelante, pasando por mitad del puerto de Southampton. Y nuevamente, nadie les dedicó siquiera una distraída mirada. Minutos más tarde alcanzaron la confluencia de la ría del Itchen con la del Test.

Bien pudieran haberse metido en la segunda ría, que es muy amplia, creyendo que era el rumbo adecuado, pero uno de ellos había estado una vez allí, durante uno de los escasos períodos de paz anglo-española, y recomendó poner rumbo a babor, cosa que hicieron sin dudar porque, en su situación, cualquier mediana certeza se tornaba dogma de fe.

El marinero español sabía cómo se salía de Southampton…, avante a babor, pero se guardó muy mucho de sugerir poner rumbo Sur a España, que eso, estando muy claro, no estaba, en realidad, ni medio claro. Así que costearon, a sabiendas de que por ahí no se iba a casa, pero es que, a ver quién era el guapo que ponía rumbo a casa…, y así continuaron, costeando el país de sus captores a ver si salía el sol por Antequera.

Estaban bastante fatigados (de Winchester hasta el mar hay casi treinta kilómetros), cuando les sonrió la suerte y abordaron una barca de pesca. Se quedaron el pescado y dejaron a los dos pescadores herejes atados de pies y manos, un tanto apaleados, pero con vida, que al no ser soldados no era plan de matarlos innecesariamente y que fuesen al infierno, que tampoco estaban las cosas como para mostrarse crueles.

Repuestas las fuerzas a base de peces crudos, llegaron a la bocana de una preciosa rada, la de Portsmouth. Y se liaron la manta a la cabeza. Allá que se fueron sin dudarlo, de perdidos al río, así que se metieron en la mayor base de la Royal Navy de todo el sur de Inglaterra. Con dos cojones y, en el fondo, nada que perder.

Observaron maravillados los navíos de Su Graciosa Majestad, que no era cosa que pudiera verse de cerca, salvo en caso de abordaje, situación en la que no se presta especial atención a los aspectos estéticos.

Atracaron al final de uno de los muelles, junto a un bergantín mercante. Bajaron a tierra, subieron a bordo del barco, cuyo nombre era John Thomas, dejaron fuera de combate al único marinero que hallaron en cubierta, bajaron a la bodega y se pusieron hasta las cejas de comida.

Como estaban de muy buen humor, se sintieron hospitalarios, de manera que cuando regresó el capitán, insistieron que se quedara con ellos, bueno, ellos en la cubierta y él en la sentina acompañado del marinero capturado. Al cabo de un rato subieron a bordo otro marinero y un grumete, quedando ambos igualmente como huéspedes.

Bergantin John Thomas abandona Puerto.

Estaba por caer la tarde cuando enarbolaron la bandera inglesa, largaron amarras, desplegaron las velas y se hicieron a la mar. Quince españoles en una base naval inglesa, pasando como quien no quiere la cosa junto a diecisiete navíos de línea de la Royal Navy y alejándose con las últimas luces del atardecer. Era el momento de extender las cartas náuticas…, y ver si alguno de ellos entendía algo…

El día 3 de septiembre de 1780, el bergantín de ochenta toneladas Juan Tomás, de su Majestad Católica, tripulado por quince marineros españoles y portando cuatro prisioneros ingleses, atracó en el puerto francés de Brest, donde fue recibido en triunfo por los navíos del Rey Cristianísimo y con gran entusiasmo de la población.

Su hazaña fue publicada por la Gaceta de Madrid, el 6 de octubre de 1780.

Mi agradecimiento al Apostadero, por su magnifica crónica.


Patxi Amescua

Productor de TV

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