
LAS BRUJAS DE CELLORIGO

Cellorigo tiene un desplazamiento estratégico, desde cuya peña denominan las cuencas bajas de los ríos Tirón y Oja, le mereció el nombre de «Púlpito o balcón de la Rioja».
La privilegiada posición de esta cresta rocosa permite poder observar una de las mas impresionantes vistas de la zona, y una de las mas completas de toda la Rioja, con el valle del Ebro y las cumbres del Sistema Ibérico burgalés y riojano. Esta panorámica es verdaderamente espectacular hacia el sur, con todo el ancho valle del rio Tirón en medio de la sierra de la Demanda en el horizonte. Hacia el norte se ve la cuenca de Miranda y hacia el este y oeste, los montes Obarenes.
Ciertamente, desde muchos puntos de la Rioja Alta se puede observar este pueblo con sus peñas, objeto de mitos y leyendas, escenario de grande hazañas y gestas épicas. Cuenta una leyenda que en los albores de los tiempos, una noche en una de las cimas de los montes Obarenes, un corro de brujas bailaban en akelarre y por desafiar a todas las fuerzas de la naturaleza, quedaron convertidas en un conjunto de grandes peñas en la cumbre mas alta de la serranía.

Por eso cada bruja tiene su nombre, que el cristianismo bautizó convirtiéndolo en el de una santa: santa María, Santa Ana…
Sobre el crestón rocoso de Peña Lengua se erigió en los primeros siglos de la reconquista una importante fortaleza que defendía la garganta de Foncea y la hoz de la Morcuera ( hoy Ventilla). Su privilegiado enclave, desde el que se podía otear un vasto horizonte repleto de puntos estratégicos, hizo que jugara un papel decisivo en las primeras luchas contra los musulmanes, y que la quisieron poseer tanto éstos como los cristianos.

Probablemente fue erigida en el sigo VIII por los árabes, pero pronto pasó a manos cristianas, concretamente a los Condes de Álava. En el siglo IX fue de nuevo blanco de devastadoras expediciones cordobesa que fracasaron varias veces. Actualmente no queda ningún resto de él en las escarpadas peñas que dominan el pueblo.
De su carácter defensivo solo se conservan dos torres fuertes medievales plenamente integradas dentro del caserío. Sobre la estructura de dicho castillo, han apuntado la posibilidad de que fuera de madera en consonancia con las primeras formas de fortificación medieval, pues todavía son visibles entalladuras en la roca. La cumbre presenta un aspecto de nicho artificial que pudo acomodar a una torre de vigilancia.