Los misteriosos orígenes de Cádiz
Hoy vamos a entrar en la historia de una de las ciudades mas importantes de España. Desde sus orígenes y de su gran importancia en el Mediterráneo, punto estratégico comercial y militar.
Lo dividiremos en dos partes, hay mucho que contar sobre esta maravillosa tierra y no quisiera en modo alguno que se os hiciera pesado y por lo tanto que perdiera interés.
El enigma arqueológico alrededor del emplazamiento de la mítica ciudad de Gadir, más allá de las llamadas Columnas de Heracles en el Atlántico, su origen y consecuencias históricas, aún es un tema importante de estudio.
Gadir, Gades, Qadis, Cádiz
Cádiz es una pequeña ciudad de Andalucía, la comunidad autónoma que ocupa el extremo sur de España. Se sitúa en una pequeña península unida al resto del país por un pequeño istmo de marismas. Vista desde el aire, parece una islita totalmente urbanizada.
La historia marítima de los fenicios empieza hacia el siglo XXIV a. C, y llegaron a gozar de una fama tal que Salomón pidió al rey Hiram de Tiro que le mandara carpinteros para construir una flota sobre el Mar Rojo, así como marineros para llevar esta flota hasta el paso de Ofir» (Antiguo Testamento, Reyes 1, 10.22).
El enigma arqueológico alrededor del emplazamiento de la mítica ciudad de Gadir, más allá de las llamadas Columnas de Heracles en el Atlántico, su origen y consecuencias históricas, continúan constituyendo desde hace cientos de años un tema clave de estudio de la Historia Antigua de la Península Ibérica.
Desde Homero y Hesíodo, y, sobre todo, desde la época helenística, su fundación se considera como uno de los hitos significativos de la Historia Universal.
En su entorno se crearon mitos y leyendas que continúan siendo uno de los temas más debatidos en la protohistoria actual de la Península Ibérica, intentando fijar la ubicación de aquella misteriosa ciudad en época arcaica, contrastando los textos escritos y el registro arqueológico.
Parece ser que, etimológicamente, significa castillo, fortaleza, recinto amurallado, y equivale al de Agadir, frecuente en muchos topónimos actuales del norte de África y, aun hoy, entre los bereberes, significa granero o mercado fortificado.
«… Muchas islas poco conocidas y hasta sin nombre, pero entre ellas, la que no conviene olvidar, la de Gades que (…) se halla separada del continente por un pequeño brazo de mar, semejante a un río… La fachada costera que mira a tierra firme, es casi recta, mientras que la del lado que mira al mar, se eleva y forma, en medio de la costa, una curva terminada en dos promontorios, y en uno de los cuales hay una ciudad floreciente del mismo nombre que la isla, y en el otro, un templo de Hércules egipcio (…) construido por los tirios; los años que tiene se cuentan desde la guerra de Troya».
¿Acaso Cádiz es la ciudad más antigua de Europa Occidental? ¿Fue realmente el primer asentamiento de un pueblo, venido desde lejos, de la costa levante del Mar Mediterráneo, un pueblo marinero, comerciante y guerrero a la vez, en busca de materias primas y, también, de nuevos mercados, donde ofrecer sus lujosos objetos, de un arte desconocido para aquellos europeos del extremo occidente, más bien toscos en sus manifestaciones artísticas?
La población se fundó en Etyrheia y tomó el nombre de Gadir, traducido como “la fortaleza” o “recinto amurallado”.
Si algo debió de asombrar a los marineros y comerciantes del Mediterráneo oriental, sería la riqueza minera del territorio peninsular»
No tan famosa como la presencia fenicia es la griega. Si bien la ciudad nunca estuvo dentro del ámbito cultural griego, se han encontrado restos que certifican su presencia comercial durante bastantes años.
Si algo debió de asombrar a los marineros y comerciantes del Mediterráneo oriental, sería la riqueza minera del territorio peninsular»
En el Próximo Oriente, los recursos estaban más distribuidos: oro en Nubia -canalizado por Egipto-, cobre en Anatolia, bronce en Afganistán e Irán, etc.
Sin embargo, en esa península, en el lejano occidente, coincidían por primera vez los dos metales más necesarios para la aleación del bronce – cobre y estaño – imprescindibles para fabricar todas las armas y buena parte de los artefactos que la élite utilizaba en sus fastuosos banquetes, aunque el metal más codiciado por ellos era la plata.
Y así consta en los textos de los llamados Pseudo-Aristóteles, que los fenicios cargaban sus barcos en los viajes de vuelta con este metal.
¿Acaso venían tan sólo en su busca? Seguro que también fueron motivos demográficos o de presión política los que movieran a mediados del siglo X a. C., al poderoso Hiram de Tiro a enviar su potente flota, en busca de establecer nuevas colonias en el extremo occidente del Mediterráneo.
«… Los fenicios son hábiles y dotados para los oficios de la guerra y de la paz. Ellos inventaron las letras y otras obras de la literatura, y dominan las artes, como surcar los mares, con sus naves…»
O bien Diodoro, que destaca:
«… Los fenicios reúnen grandes riquezas, gracias al comercio de la plata…»
Les hizo tan ricos que fundaron muchas colonias en Sicilia, en Cerdeña, en África o en Iberia. Las naves fenicias, de inspiración egipcia, de vela cuadrada – eran bien visible por sus enormes dimensiones entre los mercantes. En condiciones favorables llegaban a recorrer hasta 82 millas diarias, y cargaban entre 100 y 500 t.
El viaje de Tiro a Gadir (más de 2.600 millas en línea recta) duraría de 80 a 90 días, y es dudoso que se hiciera en la misma campaña el viaje de vuelta.
No tan famosa como la presencia fenicia es la griega. Si bien la ciudad nunca estuvo dentro del ámbito cultural griego, se han encontrado restos que certifican su presencia comercial durante bastantes años.
Bajo la influencia de Cartago
Cuando la metrópolis cayó en decadencia, probablemente por la conquista Asiria, Gadir entró en la zona de influencia de Cartago, la heredera del emporio comercial fenicio en el Mediterráneo.
Durante la época púnica o cartaginesa, entre los siglos -VI a -III, vivió una lenta decadencia hasta la época de la familia Barca, en la que se revitalizó un poco el comercio y se convirtió en centro de operaciones militares. Aníbal, el gran general que hizo temblar la República Romana, fue el primer gran personaje histórico en pisar la ciudad. Fue al templo del dios Melkart para rezar antes de lanzarse a la conquista de Italia.
Después de lo que probablemente fue un maremoto, en el -218, y la Segunda Guerra Púnica, la ciudad se rindió a Roma en -206. Gadir pasó, así, a llamarse Gades, en latín.
Como ciudad romana: Gades
La conquista romana fue, indudablemente, beneficiosa para la ciudad. Se construyeron carreteras que la conectaban con el norte de la península (la famosa Vía de la Plata) y con Roma a través de la costa (Vía Hercúlea). La población en Etyrheia creció y se comenzó a construir en la orilla más cercana de Kotinoussa. En algunos documentos romanos, de hecho, se la llama “la melliza”, por las dos partes en que se dividía.
También se construyeron circos, acueductos, templos… y la localidad alcanzó fama en todo el imperio por el garum, una salsa que hoy día nos parecería más que poco atractiva, hecha de tripas de pescado fermentadas, que triunfaba en Roma. Se producía en todo el sur peninsular y su principal puerto de exportación era Carthago Nova (Cartagena). También eran muy famosas sus bailarinas, que se saben que frecuentaban las fiestas de la misma Roma. No sabemos si eran solo bailarinas.
Los romanos, además, trajeron agua desde la península con un acueducto que venía desde la zona de Jerez. Cuando este cayó en decadencia se inició un sistema de cisternas que estuvo en funcionamiento hasta el siglo XIX.
La época republicana fue la de mayor esplendor para la ciudad, convirtiéndose en una de las más ricas del Estado. César fue el segundo personaje ilustre que pisó suelo gaditano. Fue también al famoso templo de la localidad, que ahora había pasado a honrar a Hércules. Allí, según Suetonio, lloró frente a una estatua de Alejandro Magno, lamentándose porque nunca podría ser tan gran conquistador como el macedonio.
Alejandro Magno Julio César
César era muy amigo de los Balbo, la familia más influyente de la urbe, de origen fenicio. Cuando llegó, a pesar de que la ciudad le había prestado su ayuda en la guerra civil, exigió grandes sumas de dinero y prohibió una tradición largamente arraigada en las sociedades fenicias: los sacrificios humanos al dios Moloch (identificado como Baal).
Con la llegada del imperio la ciudad perdió importancia, aunque siguió siendo relevante en la región. La crisis del siglo III dio un golpe muy duro a la población, del que ya no se recuperó. De hecho, Cádiz no volvió a ser lo que fue hasta el siglo XVI, gracias a América.
Seguiremos contando mas historias de esta interesante tierra, mas adelante.
Gracias a GEOGRAFÍA INFINITA, por sus valiosos documentos.