SIGUENZA

María y yo teníamos ganas de hacer una excursión para celebrar nuestro primer aniversario de boda, pero hay que decir que estábamos con un poco de pereza de hacer muchos kilómetros y pensé que cerca de Madrid hay lugares muy bonitos y con mucha historia. Me dije voy a organizar un pequeño viaje para que María pueda despejarse de su trabajo y yo me divierta, pues después de haber trabajo den TVE en exteriores tanto tiempo, uno tiene esa cosa por dentro que dice «sal de casa que te están esperando las aventuras» y eso hice, cojo el coche metí las maletas de María y mía y la di una pequeña sorpresa, que al final fue una grande, porque Maria disfrutó mucho.

Como María es arquitecto y su madre también fuimos a una plaza en la que su madre tuvo que restaurar edificios magníficos y muy interesantes.

Nos encaminamos a Medinaceli, ciudad de mucha historia y muy antigua. A pocos kilómetros de Madrid conduciendo no muy deprisa, pues a María y a mi nos gusta disfrutar del paisaje y tratándose de la provincia de Guadalajara es importante, pues los lugares por donde se pasa son una maravilla.

Llegamos a Siguenza y hacía frío y a punto de nevar, nos encaminamos al Parador Nacional, que es donde previamente había solicitado hospedaje. Aparcamos fuera del recinto, como debe ser y nos dirigimos a la recepción. Nos atendieron con cordialidad, como es natural en la red de Paradores Nacionales. María estaba encantada de hallarse dentro de este magnífico edificio, disfrutando de sus columnas y capiteles, de sus amplias y nobles salas, de sus escaleras de piedra. Cuando entramos en la habitación, me fui directamente a la ventana para ver que vistas teníamos. Formidables de frente se divisaba la distancia del terreno, a la derecha la muralla con sus defensas. Magnífica habitación.

Ya en la planta de abajo María entablo conversación con un personaje del Castillo, que a fe mía debía de ser muy serio y responsable de su deber de vigilar y cuidar la fortaleza y de las personas que habitan en ella.

Estratégicamente emplazado, fue alcazaba, palacio de obispos, lugar de paso de reyes y príncipes, breve corte de un rey frustrado, objeto de asedio en guerras recientes, cuartel y un montón de ruinas tras la Guerra Civil. Desde 1976 esta gran mole de piedra es Parador de Turismo.

Fueron los árabes quienes le dieron la traza de alcazaba, la planta en rectángulo irregular y el gran patio central a este impresionante castillo que, posteriormente, fue sede episcopal. La fachada poniente es la de más altura y en ella se levanta la torre de Blanca, reina de Castilla. Dentro de este muro se encontraban las mazmorras, bodegas, almacenes y caballerizas reconvertidas, tras su adaptación como parador, en salón de ceremonias. En una de sus esquinas, una torre cuadrada conserva un aparejo romano. En la fachada norte está la actual entrada al parador presidida por dos torres semicirculares. La puerta en memoria del obispo Girón de Cisneros (s. XIV) luce su escudo en la entrada y también a él se deben la barbacana exterior y la restauración de los aposentos del palacio episcopal. Por delante, una reconstruida barbacana del siglo XIV que defendía el castillo. El viejo castillo sufrió modificaciones en los siglos XIV-XV y en el XVIII. Su adaptación a parador fue muy compleja ya que el edificio había sufrido sucesivas y desordenadas ampliaciones y perdido su función militar, por no mencionar los enormes destrozos durante la guerra civil. Actualmente, su silueta luce el aspecto militar que tuvo en origen.

BLANCA DE BORBÓN, REINA DE CASTILLA

Esta joven princesa francesa casada con Pedro I tuvo una vida desgraciada y trágica. Pieza estratégica en la alianza entre Francia y Castilla, su marido la abandonó a los dos días de la boda por no poder pagar el rey de Francia la dote matrimonial. Repudiada, fue enviada al castillo de Sigüenza durante la guerra civil que asoló Castilla desde 1355 y donde permaneció cuatro largos años. Tras la ruptura del pacto matrimonial, Castilla se dividió en dos bandos, uno de los cuales apoyó la causa de la reina humillada lo que la devolvió muy incómoda ante su marido que, además de en Sigüenza, la confinó en el castillo de Arévalo, el alcázar de Toledo, Jerez y Medina Sidonia, para alejarla de la frontera aragonesa y de sus enemigos. Desde todos ellos la reina envió cartas a sus partidarios e incluso al mismísimo papa Inocencio VI que presionó para su liberación. De poco le sirvió ya que estando desterrada en Medina Sidonia murió en 1361 a los 25 años. Se ha especulado mucho sobre su muerte. Si para la leyenda romántica fue asesinada por orden de su marido, hay quien dice que murió de causa natural como consecuencia de una enfermedad. Sin duda, la fama sanguinaria de Pedro I agrandó aún más la leyenda e hizo posible la teoría del envenenamiento.

UN TAPIZ PARA UN CASTILLO: DIDO Y ENEAS

Este hermoso tapiz flamenco del siglo XVII representa una de las célebres historias que narrase Virgilio en “La Eneida”. Aunque aparentemente es una historia de amor entre la reina cartaginesa y el troyano Eneas, en realidad tiene una lectura política y militar: el desesperado ruego de Dido. Enamorada y abandonada, proporcionó una justificación mitológica para la guerra entre ambas ciudades en tiempos de Aníbal (218-201 a.C.).

La reconquista de Sigüenza se realizó por su primer obispo, Don Bernardo de Agen, quien al mando de un ejército conquistó la ciudad a los árabes lo que originó que el rey Alfonso VII concediera a los obispos el señorío sobre la ciudad, que se conocía como la ciudad de los cien obispos de armas tomar. Fueron después los obispos los que levantaron el castillo en su versión actual y fueron ampliando su planta, hasta convertirlo en el gran castillo que es hoy en día.

El Castillo palacio de los Obispos de Siguenza

Está construido en un alto, como toda fortificación defensiva. Así servía para poder ser mejor protegido y para divisar cualquier ataque que viniera desde la meseta. Esta fortaleza está enclavada en un montículo, en el entorno del Parque Natural del Río Dulce y las Hoces del Río Salado. La construcción está rodeada por una ante muralla que da acceso a la puerta principal, -original del siglo XIV-, flanqueada por dos cubos con sus matacanes con almenas en la parte superior. Está construido en piedra de las canteras de la zona.

En su origen, se encontraba rodeado de una muralla con puente levadizo, siendo lo más característico y distintivo de este castillo frente a otras construcciones de su época que estaba destinado a ser residencia de las autoridades eclesiásticas, siendo uno de los pocos casos de fortificaciones residenciales religiosas existentes.

Dentro tiene un gran patio interior, a semejanza de las tradicionales alcalabas árabes, que servía para proteger a la población de Sigüenza en caso de ataque. En el centro del patio, aún sigue estando el pozo que abastecía de agua a la fortaleza. Hay una leyenda que dice que este pozo comunicaba a través de un pasadizo secreto el Castillo con la Iglesia Catedral de Sigüenza pero todas las investigaciones sobre este supuesto pasadizo desmienten la leyenda.

La Leyenda del fantasma de Doña Blanca de Borbón

Además, como muchos otros castillos, este Palacio de los Obispos cuenta con su propia leyenda, la del fantasma de Doña Blanca de Borbón.

En el año 1355, se alojó en este Castillo Palacio de los Obispos de Siguenza una noble prisionera, doña Blanca de Borbón, tras haber sido rechazada por su marido, Pedro I de Castilla, a la edad de 16 años ya que el rey tenía amoríos con María de Padilla.

Tras encerrarla en el Castillo, donde permaneció más de un año, la joven fue trasladada a Medina Sidonia, donde después murió a la edad de 25 años. Pero según la leyenda, el tiempo que pasó encerrada hizo que su alma volviera al Castillo de Sigüenza donde estuvo tanto tiempo confinada. Así se dice desde entonces, que en una de las torres vaga el fantasma de la joven Doña Blanca.

Una leyenda extramuros

En este caso, la leyenda no espera en una torre del castillo, sino en una capilla de la catedral: el Doncel de Sigüenza, considerada una de las mejores esculturas funerarias del mundo.

Se trata de la figura de un caballero de la Orden de Santiago que lee un pequeño libro mientras reposa recostado durante un descanso de la campaña de Granada. Fue allí donde encontró la muerte el joven aristócrata y militar Martín Vázquez de Arce (1461-1486), que así se llamaba el Doncel, que alcanzó una gran popularidad en la época.

Su padre, secretario de la poderosa familia Mendoza, mandó construir este monumento de amor fraternal, sin duda, una de las joyas del Renacimiento español.

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El Doncel en la Catedral de Siguenza

«Aquí yace Martín Vázquez de Arce, caballero de la orden de Santiago, que mataron los moros, socorriendo al muy ilustre señor duque del lnfantado, su señor, a cierta gente de Jaén, a la Acequia Gorda, en la vega de Granada. Cobró en la hora su cuerpo Fernando de Arce, su padre, y sepultólo en esta Capilla año 1486. Este año tomaron la ciudad de Loja, las villas de llora, Moclín y Montefrío por cercos en que padre e hijo se hallaron».

Don Martín Vázquez de Arce perteneciente a una familia noble que se formó como soldado y caballero en la corte del Duque del Infantado de Guadalajara murió con tan solo  26 años, en la guerra  de Granada, tal como comienza el texto » Vazquez de Arce , caballero de la Orden de Santiago que mataron los moros» Su aspecto juvenil es el que la ha dado el nombre de

» El Doncel». Su padre se encargo de rescatar el cadáver y poco después su hermano dedicado a la vida religiosa encargó  el sepulcro          Su sepulcro  se encuentra en una capilla en la que en  el centro aparecen en  túmulo exento y yacentes sus padres. 

 Su expresión está   idealizada con su  rostro juvenil  con  gesto  melancólico con la cabeza caída  clavando sus ojos en el libro. En la obra se produce la   unión  entre  las armas, en defensa de la fe contra el infiel, y de la lectura, como un medio para alcanzar la sabiduría. 

Catedral de Siguenza

La Catedral de Sigüenza está dedicada a Santa María la Mayor, patrona de la ciudad de Sigüenza. Cuando el  obispo Bernardo de Agén reconquistó la ciudad a los musulmanes a principios del año 1124, en la época que reinaba Doña Urraca, hija de Alfonso VI. Durante su mandato tan sólo se debió reconstruir un antiguo templo visigodo o mozárabe ya existente en el Área de los Huertos.

Doña Urraca

Reina, y no reina consorte, sino una de las pocas mujeres que, a lo largo de la historia de España, ejerció la plenitud del poder real.

Una vez que nos empapamos bien de la historia de la ciudad nos fuimos a dar un paseo, eso si, bien abrigados y a descubrir algún lugar para degustar los variados platos de la zona.

Siguenza tiene el honor, además de su gran historia, de poseer restaurantes de mucho valor gastronómico y de muchas tiendas de artesanía, con cosas muy curiosas.

Pintura medieval, grabados, libros musical celta, herbario medieval, tapices, joyería y un sin de cosas interesantes.

La restauración en Siguenza es estupenda, nos dejamos aconsejar por la gente de la localidad y no nos defraudaron.

Una vez terminado nuestro andar por tan riquísimo lugar, nos dispusimos a recogernos para ir de vuelta a nuestra casa, no sin quedarnos con ganas de seguir investigando, no solo esta bella ciudad, sino el entorno que a consejo de los lugareños nos parecía muy interesante.

En fin otra vez será, espero que muy pronto regresemos por estos lugares con tanto patrimonio artístico e histórico.

Queridos amigos, os aconsejo una visita por estos contornos, seguro que no os arrepentiréis.

Un saludo,


Patxi Amescua

Productor de TV

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