Cluny, el primer gran imperio monástico

El abad de Cluny llegó a tener más influencia que el propio papa.

Hasta la construcción del Vaticano en el siglo XVI, la abadía de Cluny contuvo la mayor basílica de Occidente. Faro cultural durante buena parte de la Edad Media, su edi­ficación llegó de la mano de una nueva orden religiosa bautizada con el mismo nombre. Fue la representación arqui­tectónica de un gran movimiento de renovación monástica. La orden de Cluny triunfó allí donde otras habían fracasado, retornando a la virtud monástica y convirtiendo su época en la edad de oro del monaquismo occidental.

San Benito

En los primeros siglos del Medievo, el trabajo, la oración y la guerra definían la organización social, una división por estamentos a la que nadie objetaba nada. En palabras del monje inglés Aelfrico: “Los laboratores son aquellos que, por su trabajo, nos proporcionan los medios de subsistencia; los oratores, los que interceden por nosotros ante Dios; y los be­llatores, quienes protegen nuestras ciudades y defienden nuestra tierra de los ataques de los invasores”.

En esta estructura, el religioso era una figura indispen­sable, dado que tenía el monopolio sobre el rezo comunitario y se constituía en el vehículo a través del cual los laicos podían asegurarse la salvación. Quizá por ese privilegio incontestable acabó por darse la perversión del modelo. En el siglo IX, la Iglesia, en cuyas filas se daban todo tipo de excesos y abusos, vivía inmersa en un proceso de clara decadencia. Con las donaciones de tierras a los monasterios, los señores feudales pretendían ganarse el cielo, pero se arrogaron el patronazgo de estas instituciones y determinados derechos, incluido en ocasiones el del nombramiento de los abades.

A estas injerencias externas cabía sumar malos hábitos internos, como la simonía (compraventa de cargos espirituales) o el nicolaísmo (el incumplimiento del celibato), que, aunque contravenían las leyes eclesiásticas, eran frecuentes. El alto clero se había convertido en una especie de nobleza abandonada a la corrupción, la indisciplina y el desorden. Muchos religiosos menores, carentes de vocación, se dedicaban a emborracharse en las tabernas…

A lo largo de ese siglo y el siguiente, los centros religiosos se encontraban cada vez más lejos del ejemplo piadoso, ascético y vocacional que quinientos años antes había instaurado el patriarca del monaquismo cristiano occidental, san Benito de Nursia. El italiano estudió los movimientos monásticos que afloraron en Siria y Egipto en el siglo III y adaptó las premisas orientales a la mentalidad occidental. Considerado el artífice de la máxima “ora et labora” (reza y trabaja), san Benito definió un ideal basado en la pobreza y la castidad.

San Benito de Nursia - Brujula Cotidiana

La Iglesia sufría un descrédito considerable, pero no era algo nuevo. Carlomagno, rey franco y primer emperador de Occidente, ya había intentado en el siglo VIII frenar esa tendencia sometiendo a todos los monasterios a un mismo reglamento, el de san Benito. Abordó un programa de reforma que, sin embargo, topó con la realidad del momento. La profunda religiosidad constituía en sí misma una amenaza para el mensaje benedictino: la nobleza creía resolver espiritualmente sus desmanes haciendo grandes donativos a los monasterios, que se volvían permisivos con comportamientos a menudo contrarios a la regla original del santo italiano.

Tras Carlomagno, su hijo Luis el Piadoso recogió el testigo. Deseaba resucitar el espíritu benedictino e imponerlo como norma de obligado cumplimento. Para tal objetivo contó con el apoyo de un monje originario de Languedoc, Benito de Aniane. Pero aunque este logró la incorporación de algunos monasterios a su reforma, no consiguió imponer ni unificar por completo la observancia de la regla benedictina. A principios del siglo X, a partir de los pequeños éxitos cosechados por las antiguas reformas de los francos, un nuevo movimiento se alzó, con mayor determinación, para luchar contra la depravación y el desgaste espiritual de la Iglesia.


Patxi Amescua

Productor de TV

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