La leyenda de San Jorge y el dragón
Para los vascos es Gorka o Jurgi; para los croatas, Juraj; para los suecos, Göran. En el dialecto ligur ( del Norte de Italia), se le conoce como Zorzo y en gaélico, como Seoirse. San Jorge, el santo al cual nos referimos, ha prodigado su nombre y su popularidad en la práctica totalidad del planeta, gracias tal vez a la conmovedora historia ligada a su figura. Un relato del que no existe ninguna certeza histórica, pero que una tradición se ha encargado de enraizar profundamente en muchos rincones del mundo.
Según la leyenda, San Jorge nació a finales del siglo II en la Capadocia, actualmente en territorio turco y por entonces parte del Imperio romano. Cuenta la historia, que Jorge, era un romano que tras morir su padre —Geroncio, oficial del ejército romano— se trasladó con su madre Policronia hasta la ciudad natal de esta, Lydda —actual Lod, en Israel—. Allí, Policronia pudo educar a su hijo en la fe cristiana y poco después de cumplir la mayoría de edad se enroló en el ejército. Debido a su carisma, Jorge no tardó en ascender y, antes de cumplir los 30 años fue tribuno y comes, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano (284-305).
Pero en el año 303 la situación cambió radicalmente.
En 303, el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio, que continuó con Galerio (305-311)
Diocleciano puso en marcha un durísimo y violento asedio contra la comunidad cristiana en auge, lo que se conoce como «la gran persecución».
Jorge, que recibió órdenes de participar, confesó que él también era cristiano y Diocleciano ordenó que lo torturaran para que apostatase, aunque sin éxito. Por ello se ordenó su ejecución y fue decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303. Los testigos convencieron a la emperatriz Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana a convertirse al cristianismo y unirse a Jorge en su martirio. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera enterrado.
Años después de su muerte fue canonizado y su atractiva historia lo convirtió en un paladín del imaginario medieval europeo, protector de caballeros y soldados, cruzados y templarios.
La leyenda del dragón, según la cual abatió a una bestia y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino, contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países –Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…– y en otras tantas ciudades. En España es el patrón de localidades como Cáceres, Santurce (Vizcaya), Santurdejo (La Rioja), Alcoy y Banyeres de Mariola (Alicante), o Golosalvo y Madrigueras (Albacete).
Fue el artífice de la liberación de la antigua ciudad libia de Silca de la rabia de un dragón. De ahí su relación con este personaje mitológico.
En Silca vivían bajo la opresión de tener que alimentar a un dragón que vivía en un lago cercano. Todos los días echaban un par de ovejas al lago para que no los atacara a ellos. Cuando no quedó ganado, decidieron alimentar a la bestia con jóvenes mujeres elegidas por sorteo. Un día llegó el momento en que fue la hija del rey la seleccionada para ser pasto del dragón. Justo antes del bocado que hubiera matado a la joven, apareció San Jorge montado sobre un caballo y clavó su lanza en el dragón. Lo atrapó y lo llevó hasta la ciudad, donde pidió a los ciudadanos que se bautizaran para después acabar con la vida de la criatura.
En Aragón se le venera porque el santo apareció en 1096 para ayudar a la huestes cristianas a recuperar Huesca. Gracias a su intervención sobre un caballo en la Batalla del Alcoraz, la ciudad fue recuperada. Podéis leer toda la historia en la siguiente entrada de San Jorge y Aragón.
El 19 de noviembre de 1096 los ejércitos cristianos del reino de Aragón vencieron a los musulmanes que defendían la ciudad de Huesca y pusieron fin, con ello, al waliato de Huesca, convirtiendo la antigua ciudad en la segunda capital del reino de Aragón.
El ejército aragonés, dirigido por el rey Sancho Ramírez, asediaba la ciudad desde el campamento establecido en el Castillo de Montearagón.
Había sido un largo proceso de muchos años, en el que al principio los ejércitos aragoneses bajaban en el verano a recolectar las cosechas de los musulmanes, y en el que al final bajaron a poner cerco a sus poderosas murallas ante las que murió el rey Sancho Ramírez en el año 1094. Pero aquel día, mientras el rey aragonés Sancho Ramírez se muere ahogado por la flecha que ha traspasado el pulmón mientras inspeccionaba las murallas, su hijo Pedro I le promete que no cesará hasta lograr la conquista de la ciudad de Huesca.
Las crónicas del siglo XIV, como la de San Juan de la Peña, son las que relacionan a san Jorge con la batalla de Alcoraz. La leyenda es muy curiosa:
Cuenta que hubo dos batallas el mismo día, en Antioquía durante la Primera Cruzada y la de Alcoraz en Huesca, y que san Jorge estuvo en las dos. En Antioquía ayudó a un cruzado alemán que se había quedado sin caballo. El santo lo subió al suyo y lo trasladó milagrosamente a Huesca. Una vez en Alcoraz, san Jorge desapareció. En cuanto al guerrero alemán, creyendo que seguía en la primera batalla, comenzó a luchar con los musulmanes, aunque no conocía ni entendía a nadie de los que estaban con él. Una vez finalizó el combate con victoria para Pedro I, el caballero de Alemania, que sabía gramática ―es decir, que hablaba latín―, consiguió comunicarse con los aragoneses y todos se dieron cuenta entonces de que se había producido un gran milagro, cuyo protagonista era san Jorge.
«…invocando al Rey el auxilio de Dios nuestro señor, apareció el glorioso cavallero y martir S. George, con armas blancas y resplandecientes, en un muy poderosos cavallo enjaeçado con paramentos plateados, con un cavallero en las ancas, y ambos a dos con Cruces rojas en los pechos y escudos, divisa de todos los que en aquel tiempo defendían y conquistavan la tierra Santa, que aora es la Cruz y habito de los cavalleros de Montesa.
Espantaronse los enemigos de la fe viendo aquellos dos cavalleros cruçados, el uno a pie, y el otro a cavallo: y como Dios les perseguía empeçaron de huyr quien mas podía. Por el contrario los Christianos, aunque se maravillaron viendo la nueva divisa de la Cruz: pero en ser Cruz se alegraron, y cobraron esfuerço hiriendo en los Moros: y assi los arrancaron del campo y acabaron de vencer»
Existen numerosos estudios que asemejan el nombre del dragón con el d’aragón, por lo que se elige desde el principio ese animal mitológico para ensalzar la leyenda de San Jorge.
Aragón quedó ligado a la figura de San Jorge a raíz de la tradición de la aparición del santo caballero en la batalla de Alcoraz. Alusiva a este episodio es la divisa de la cruz de San Jorge (cruz roja sobre fondo blanco) y las cuatro cabezas de moros. La divisa, convertida en la de Aragón, será citada en las Ordinaciones de Pedro IV el Ceremonioso, rey devoto de San Jorge.
Los reyes aragoneses adoptarán además como emblema el dragón – el drac- que aparecerá en las cimeras de sus vestimentas ornamentales.
Espero que os haya gustado esta historia, sobre San Jorge. Leyenda o no el caso es que es interesante el saber sobre este Santo que tanta veneración tiene en lugares del mundo tan dispares.
Un saludo amigos