Las cinco mujeres vascas que fueron sultanas en Córdoba en los tiempos de Abderramán
De nuevo, hablamos de la historia de nuestros antepasados para encontrar grandes sorpresas. ¿Quién diría que los musulmanes de Al-Ándalus y los «baskunis» estuvieran emparentados?
Volvemos a contar curiosidades de la historia de nuestro país, empecemos con la historia de estas cinco mujeres.
Paradójicamente, el califa andalusí Abderramán III era pelirrojo, de piel blanca y ojos azules.
El origen de esta historia es que el reino visigodo, que era un acérrimo y encarnizado enemigo de los vascones, en el año 711 y dada su enorme fragmentación, cayó en manos de los musulmanes. Hacia el año 756 Abderramán I, único sobreviviente de los caídos en desgracia omeyas de Damasco, había puesto su cabeza a buen recaudo y declarado independiente al emirato de Córdoba, más tarde, califato.
Algunas lunas después, allá por el año 927, Abderramán III, como hemos dicho, se proclamó califa por las bravas elevando el emirato de Córdoba a rango de califato con la correspondiente provocación a Damasco que era por donde habitualmente salía el sol que iluminaba aquel vasto imperio del Islam. Hacia el año 1031 se fragmentaria en Taifas, algo muy habitual en nuestro suelo patrio y que ya tiene categoría de costumbre.
A partir de la muerte de Íñigo Arista, las cosas se empezaron a torcer y las aceifas del emir de Córdoba se hicieron constantes contra Pamplona.
Por aquel entonces, el primer monarca de Navarra era Íñigo Arista, mandato que ejerció entre los años 816-851. Este famoso rey navarro, al parecer, estaba casado con una tal Maritxu, que era una mujer de armas tomar que según dicen las crónicas, por su carácter, ponía en fuga al más osado.
Íñigo Arista se muere. Al padre, por la inercia de los acontecimientos, le sucedió el hijo, García Íñiguez que de joven sería educado en Córdoba. Las relaciones entre los linajes de los Arista y los Banu Qasi ( fue una importante familia muladí cuyos dominios se situaron en el valle medio del Ebro entre los siglos VIII y X, durante la pertenencia de esta región a la Hispania musulmana). Descendían del conde Casio, un noble visigodo que gobernaba la región del norte de España comprendida aproximadamente entre Tudela, Tarazona, Egea de los Caballeros y Nájera. Origen al linaje en un conde hispano godo llamado Casio, que al producirse la conquista musulmana del reino visigodo, se convirtió al islam y se hizo vasallo de los Omeyas a cambio de poder conservar sus dominios (hacia el año 713). De ahí el nombre de la familia, Banu Qasi: ‘hijos de Casio’.
Emparentados entre ellos fue fructífera a la hora de fortalecer el neonato reino de Pamplona, que vivía en constantes guerras entre dos colosos; el Imperio Carolingio y los árabes por el sur dando la lata permanentemente.
Pero las cosas se tornaron más complejas a partir de la muerte de Íñigo Arista y durante el período de entronización del reinado de García Íñiguez.
También, en esos momentos ocurría que el mentor de su antecesor y amigo –un tal Musa Ibn Musa– le había dado por irse lejos de lo banal y terrenal. Entonces, se empezaron a torcer las cosas y las aceifas del emir de Córdoba se hicieron constantes en contra del reino de Pamplona.
Hay que destacar que en la época romana y goda, ambos pueblos mencionaban los territorios sub pirenaicos y al este de la Sierra de Aralar como Vasconia.
Más tarde los textos en árabe llegados hasta hoy utilizaron el vocablo “baskunis” en alusión a los vascones a la hora de mencionar a los navarros. En aquel entonces, la influencia de los monarcas navarros era relativa y estaba condicionada por el hábitat al que se reducía su diminuta orografía que no llegaba a la actual Ribera en el sur de lo que hoy se llama Navarra, pues en cuanto querían hacia el sur, tenían problemas.
El príncipe Fortún y Oneka
Según se desprende de los relatos de Al-Udri (fue un geógrafo andalusí, autor de un compendio geográfico-histórico sobre la Marca Superior de Al-Ándalus, ya que residió algún tiempo en Zaragoza, en el que se recogen los anales de la región y de una detallada descripción de la cora de Tudmir), y otros cronistas andalusíes, cerca de cinco generaciones de emires y califas de la poderosa Córdoba (que entonces podía rondar los 700.000 habitantes) tuvieron madres vasconas o “Baskunis”. Hoy se sabe asimismo que una princesa vascona fue esposa favorita del malvado Almanzor. Fortún, príncipe heredero e hijo de García Iñiguez y su joven hija Oneka,serian capturados y conducidos a Córdoba como rehenes.
Tras cerca de 20 años tutelados por matemáticos y astrónomos, Fortún regresó a Pamplona para ser proclamado rey de los navarros.
Era el año del señor de 860, era ni más ni menos que el que sería el abuelo del gran Abderramán III, Muhammed I ibn Abderramán. En consecuencia, padre e hija convertidos en unos adelantados de la Reconquista, serían llevados a la capital de Al-Ándalus, donde habitarían plácidamente y sin cadena alguna para así asegurar el sometimiento del Reino de Navarra y disuadirles de cualquier futura temeridad.
La hija de Fortún se casaría con el Emir de Córdoba, y con el tiempo, sería la madre del siguiente emir y abuela del famoso Abderramán III, califa soberano e independiente que llevaría a Al-Ándalus a la hegemonía cultural en la Europa de entonces, alumbrando el reino más poderoso y con mayor número de sabios por metro cuadrado en la historia conocida hasta ese momento.
Fortún, el cautivo en Córdoba, volvería finalmente a Pamplona para ser proclamado rey de los navarros una vez muerto su padre, García Iñiguez, y tras cerca de veinte años ilustrándose tutelado por matemáticos y astrónomos, filósofos y una pléyade de avanzadas gentes en el campo de las artes. Esta empatía con los Banu Qasi, le hizo desarrollar una política de convivencia con los del sur, basada esencialmente en el reconocimiento y agradecimiento dispensados en Córdoba más allá de la situación que tendrían que “padecer”.
Pero la cosa no acaba ahí. Vamos a hablar un poco de genealogía y de la lengua vasca, que curiosamente alumbró en medio del Califato de Córdoba. Onneka, la hija de Fortún, nació hacia el año 850 y era hija de este y la Banu Qasi llamada Oria ibn Lopo ibn Musa. Como ascendientes familiares paternos-maternos Onneka Fortúnez (hija de Fortún) producen una serie de alianzas matrimoniales, ya que Íñigo Arista y Musa Ibn Musa eran hermanastros, con una buena relación y por ende de buen entendimiento; este último se casó con su sobrina Assona, hija también de Iñigo Arista.
La boda que lo cambió todo
Hemos hablado antes de cómo Onneka vivió plácidamente en Córdoba y recibió el nombre árabe de Durr (Perla). El emir Abdalá I la tomaría como esposa en una ceremonia fastuosa rodeada de la elite de la sabiduría de la época, y con él, tuvo tres criaturitas, dos de ellas, niñas. El hijo que tuvieron sería a la postre el emir Mohamed, padre de Abderramán III, que más tarde se proclamaría primer califa independiente de Al Ándalus. Por si fuera poco el ADN vasco en la confección genealógica del futuro del califato, el esposo de Onneka y abuelo del súper califa Abderramán III también era hijo de madre vascona.
Abdalá I era el marido de Onneca e hijo del emir Mohamed I y de una vascona, medía cerca de 1.85 m. Se llamaba Ushar. Además de todo Abderramán III, era nieto de Doña Onneka e hijo de otra vascona del extramuros de lo que hoy es la zona de Guipúzcoa, un bosque impenetrable ante el cual los árabes no tenían arrestos para adentrarse en él por entender que muchos congéneres habían desaparecidos volatilizados en todos los intentos de penetración de esta mágica masa arbórea.
En estas estábamos cuando ocurrió otra carambola. Mohamed II -hijo de Abdalá I y de Onneka- tomó como esposa a la vascona Muzna (Lluvia) y de esta relación nacería el famosísimo Abderramán III. En el caso de Abderramán III, se da la paradoja de que aunque él alegaba vehementemente ser descendiente de la familia de los omeyas (su cabeza estaba en juego), sus ascendientes más próximos tenían más sangre vascona que árabe. Cosas de la vida.
Para más abundamiento, Maryam, asimismo de origen vascón, casó con Abderramán III y con él, tuvo de retoño al califa Alhakén II. El hijo sucesor de Abderramán III tuvo de cuidadora a una vascona llamada Shub que según las crónicas pudo ser esclava en el harén, pero una esclava muy distinguida pues más allá de ser políglota, tenía una vasta cultura. La vascona consiguió conquistar al bisexual califa poco interesado en lo femenino con artes de seducción muy elaboradas. Las mujeres de elevado rango social fueran o no esclavas, tuvieron amplio acceso a la cultura. Por ello, Subh sabía de derecho, matemáticas, física y astronomía, era una reconocida poeta y sus dotes musicales como “gawari” (cantora), traspasaban las fronteras de entonces. Ello pudo atraer a Alhakén II de manera particular pues al margen de estas dotes, Subh, vestía como un efebo, y fue ungida con el nombre masculino de Yafar.
Conocida con el sobrenombre de la “Aurora la vascona”, se casaría con Alhakén II y pasaría a ser la madre de Hisham II, un chaval que subiría al trono a la precoz edad de once años. Shub ejercería de regente, y se convertiría en amante del famoso Almanzor, que acabaría desplazándola de las funciones de gobierno. En resumen, si contablemente comenzamos por el bisabuelo hasta enunciar al nieto de Abderramán III, los emires y califas de Al Ándalus tuvieron madres y esposas vasconas. Seguramente hubo más vasconas emparentadas con otros dignatarios de Córdoba pero solo mencionaremos a una de muy alta alcurnia, que fue esposa de Almanzor. Caída en desgracia Shub, aparecería Abda Sánchez, que se cree que llegó a Córdoba como garantía de un pacto, o dicho de otra manera, como rehén, probablemente por un impago de tributos a los cordobeses.
Abda fue convertida al islam y a continuación se hizo esposa del caudillo Almanzor hacia el año 990 y ésta en el natural devenir de los acontecimientos, le daría un hijo al que apodarían Abderramán el Sanchuelo para clarificar la saga de procedencia, en este caso, de Navarra. En definitiva, ya fuera vía por acuerdos matrimoniales entre el emirato (posterior califato de Córdoba) y los reyes navarros, o sencillamente, por haber sido tomadas como rehenes (caso de Doña Onneka) o quizás al ser hechas prisioneras en razias o aceifas (excursiones-incursiones veraniegas que hacían los árabes por los pagos del norte), las vasconas serían llevadas a Córdoba y con el tiempo, por aquello de que el roce hace el cariño, los sucesivos emires y califas las tomarían por esposas. En conclusión, hubo dos princesas vasconas esposas e hijas de reyes: Onneka y Abda Sánchez.
Paradójicamente, el califa andalusí, Abderramán III, era pelirrojo, de piel blanca y ojos azules. Como relató el cronista Ibn Hazam (1030) en ‘El collar de la paloma’, este famoso califa oscurecía con alheña su cabello, pero no podía evitar el color cielo de sus pupilas al ser hijo de una concubina cristiana, al igual que su abuela Onneka y su bisabuela Ushar.
La identidad vasca dentro de palacio es más bien el pequeño formato de cultura de identidad para limpiar o perpetuar aquellos recuerdos a través de la enorme distancia (lo era en aquella época) y mantener ese vínculo emocional como protección ante otra cultura (obviamente superior en ese tiempo) buscando elementos de cohesión emocionales con los que neutralizar posiblemente la tristeza o melancolía que emana de ese diferencial enorme entre dos formas de entender la naturaleza tan distantes y opuestas; el mundo de la naturaleza mágica de los vascos y el árabe, más volcado en el placer, sibaritismo, sensualidad,
El verde en oposición al ocre, la lluvia frente al sol, la contemplación del canto de los pájaros en los profundos bosques de las misteriosa tierras vascas como contrapunto a las áridas tierras de Al-Ándalus.
Lo que si es cierto es que hubo cinco mujeres de origen vascón provenientes muy probablemente del norte de Navarra a las que se les concedería el título de umm walad (sultana o reina madre), las cuales intentarían de una forma u otra luchar por los derechos de sus vástagos. Quién lo diría, vascones en medio del califato de Córdoba castigados sin su tierra y sus costumbres ancestrales.
Curiosa historia esta de unas mujeres valientes en un mundo extraño para ellas, pero que no dejaron en ningún momento de adaptarse y aprender para sobrevivir y proteger a sus hijos.
Doy las gracias a la página : Alma, Corazón, Vida, por esta historia tan interesante y dura a la vez, de unas mujeres que por pactos o por secuestros salieron adelante gracias a su gran temple y de su inteligencia.
Y me despido de vosotros hasta muy pronto,