Los exploradores españoles olvidados por la historia

Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla.

La historia de hoy pienso que no es otra cosa que la reivindicación del esplendor que fue ese tiempo que nos ha sido adjudicado a este pueblo de héroes y villanos.

La libertad, es una especie en vías de extinción que cada día está más intervenida por diferentes agentes.

Es libre solo aquel que tiene capacidad autocritica porque es consciente de sus limitaciones y de su ignorancia permanente.

«Muchos fueron auténticos hitos huérfanos de eco y reconocimiento en un país tendente a la desmemoria y el olvido de sus grandes referencias»

El propósito del presente artículo es el de rescatar algunos de los grandes olvidados de la exploración española; lideres naturales, que dejaron huellas de grandeza en su momento pues en ellos, deberíamos de mirarnos antes de acabar siendo un pueblo irreconocible.

«¿Quién se acuerda de Clavijo salvo para hacer mofas? Pues Clavijo era un campeón»

En 1403 Ruy González de Clavijo y el poliglota dominico Alfonso Páez de Santamaría, dotados de sus correspondientes credenciales emprendían camino hacia Samarkanda como embajadores de buena voluntad ante el Gran Tamerlán; Castilla, que por aquel entonces ya iba con las largas, buscaba pactos diplomáticos con los mongoles para hacerles la pinza a los turcos. Tras 20.000 Km de agitada excursión, el coloso asiático que derramaba sus hordas por las estepas arrasando todo lo que se ponía por delante, se revelo en todo su esplendor conforme se acercaban a la capital del imperio mongol. El propósito del rey castellano no era otro que el de tratar de crear una tenaza comercial, militar y diplomática contra el díscolo Bayaceto; este era el ambicioso objetivo de aquella representación del rey castellano Enrique II, un visionario.

Disfrazados de comerciantes, el clérigo y Clavijo, atravesaron el Mar Negro desembarcando en la antigua Trebisonda para continuar por rutas terrestres hacia Uzbekistán. Confundidos como pastores entre las tribus locales, habían dado esquinazo a los perseguidores de la Sublime Puerta. Supervivientes ya y más relajados, los castellanos celebrarían con un magro festín haberse escaqueado de las crueles garras de Bayaceto.

Bayaceto rebelde, hijo de Suleiman
Bayaceto

En septiembre de 1404, el segundo embajador, este en el siglo XV (Marco Polo el veneciano ya había hollado una ruta alternativa un siglo antes), rendirían pleitesía ante el hombre más poderoso de la Tierra en aquel momento del tiempo, Tamerlán, que tras verles y atenderlos exquisitamente, se puso en marcha con un espectacular ejército de 250.000 hombres para arrasar , el fabuloso imperio chino de los tempranos Ming, que disolutos y olvidadizos habían dejado de pagar impuestos al. Pero esto es ya otra historia. Tamerlán moriría en campaña, y a Clavijo no le quedó más remedio que andar lo desandado.

Ramón Peña: La hora de la política – América 2.1
Tamerlán

Pedro Páez era un cultísimo jesuita que arrebató a los ingleses el descubrimiento de las fuentes del Nilo, descubrimiento que luego se arrogarían estos rapaces e insaciables elementos amparados siempre por las leyes de su majestad.

Este hombre de Dios, vive en la memoria de algunos que le recordamos pero el lugar donde yace está en una situación de abandono incalificable al norte del Lago Tana en Etiopia. Para hacerse una idea, es un caso similar al de Blas de Lezo que duerme con sus huesos debajo de un cine Cartagenero en Colombia donde se ve películas encima de los restos del héroe.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca - Wikipedia, la enciclopedia libre
Alvar Núñez Cabeza de Vaca

Por ahí tenemos al increíble Cabeza de Vaca que en sus crónicas – Los náufragos – habla explícitamente de cómo era la actual Norteamérica antes de que los anglosajones la arrasaran. Este caballero era de una pieza y una clara excepción en lo tocante a la voracidad que manifestaron muchos de los conquistadores, en realidad, era un auténtico antropólogo de campo. Negociador nato, adscrito a la filosofía de la no–violencia, cristiano de convicciones íntimas, aplicó con coherencia – que no con falsete – su credo con una clara idea humanista por la que daba por sentado que todos los hombres eran iguales ante el Creador y el destino sin discriminación alguna. Dejó un legado increíble de hechos que no se han visto reflejados adecuadamente como para corresponder al respeto que inspiraría a cualquier historiador que se precie. Desde Florida hasta el sur de EE.UU, recorrió en una epopeya indescriptible 11.000 kilómetros de azares, infortunios y actividades multidisciplinares que asombraron a los nativos por las habilidades que desplegó hasta hacerse con ellos con la seducción de su bien hacer. Su legado a este país es impresionante. En los libros de historia de secundaria no ocupa más de media docena de líneas.

Cuando principiaba el siglo XIX, un pequeño jabeque

El jabeque Gamo contra los corsarios berberiscos | Todo a babor

procedente de Cádiz arribó al fuerte portugués de Asilah, cercano a Tánger-, era el año de la Hégira de 1218. Godoy, valido de Carlos IV, había planeado un temerario y descabellado plan de espionaje al sultanato de Marruecos, y este plan, sería llevado a cabo por un hombre orquesta con múltiples registros. Astrónomo, poliglota, matemático y arabista, el llamado Domingo Badía y Leblich, tuvo un increíble periplo por oriente en el que visitaría, Jerusalén, La Meca, el Imperio Turco, Siria y países menores. Lawrence de Arabia lo tenía como una alta referencia. Nos desveló a los occidentales descubrimientos increíbles liberando el mundo musulmán de la impenetrabilidad que alberga.

Contaba 50 años cuando partió de Damasco hacia su viaje más soñado, Extremo Oriente. Un 31 de agosto de 1819 -y sin que se sepan a ciencia cierta las causas de su muerte-, un sol tempranero le iluminó el camino hacia la eternidad. Domingo Badía – Alí Bey, era un hombre muy elevado en busca de un viaje inabarcable.

Isabel Barreto, la primera – y única mujer almirante en la historia de España -que dirigió ella sola frente a múltiples adversidades una flota desde Perú. Fue una mujer de vida fascinante y de carácter tremebundo. Evidentemente, para imponerse a la levantisca marinería hacía falta un poco de mano dura.

Isabel Barreto de Castro
Isabel Barreto de Castro

Su personalidad y su carácter, la harían pasar a la historia obviando sus grandezas. No cabe duda de que fue alguien memorable. Murió en el altiplano andino y dejó pagadas 2.000 misas para embalsamar adecuadamente su alma. Cuando se acabaron, quedó olvidada completamente. Podían haberle habilitado algunas más por cortesía.

Por ahí anda también el espíritu del vasco Iradier.

Mientras en la segunda mitad del siglo XIX, unos señores muy bien financiados por filantrópicas sociedades británicas de oscuros intereses, tales como Livingston y Stanley cuando alteraban los ecos de la historia con increíbles descubrimientos en África, y la pesadilla colonial estaba comenzando arrollar a aquellas gentes con taparrabos un ejemplar, un vasco de Vitoria se adentraba profundamente en Guinea Ecuatorial.

Con el fin de que España pudiera ejercer derechos sobre las costas de este enclave, Stanley le había aconsejado a Iradier que con sus limitados recursos fuera allá donde estos le alcanzaran. El Tratado del Pardo de 1778, permitía a España el derecho a colonizar vastas extensiones en los territorios próximos al Golfo de Guinea. Los ingleses, siempre fieles a sus tratados y palabra dada, obviamente se olvidaron de lo firmado como es habitual en ellos.

Manuel Iradier, olvidado explorador de África - Jot Down Cultural Magazine
Manuel Iradier

Con el pretexto de luchar contra el esclavismo, instalaron en 1827 una base en lo que hoy es Bioko (antigua Fernando Poo). Hacia 1843 España retomaría el control comenzando la colonización de la isla. De allí se pasaría a los territorios continentales y aquí es donde Iradier comenzaría su fulgurante carrera.

Hacia 1874 y acompañado de su mujer y de su cuñada, sin apoyos económicos y tirando de su propio bolsillo, se establecería en el exuberante islote de Elobey Chico, frente a la costa continental de la actual Guinea organizando su base de operaciones. Rio Muni arriba en una pequeña vaporetta. En una exploración que duraría 834 días, recorrería cerca de 1.500 km, que no es poco en la que es probablemente la selva más poblada de África pero la tragedia de la muerte de su joven hija le haría desandar lo andado, de tal manera que en 1876 estaba de vuelta en España.

El expansionismo de Inglaterra, Francia y Alemania en esos años, hizo que España se pusiera las pilas y de aquella reflexión, el empecinado de Iradier obtendría una magra cantidad de dinero absolutamente insuficiente para emprender algo digno de una aventura pero si como para seguir estimulando sus sueños.

La expedición de 1884 fue un éxito rotundo pues tanto los mapas levantados como la información recogida supusieron la anexión de cerca de 50.000 km2, lo cual, con las limitaciones con que se manejaba. Esto sucedió tras cambiar espejitos por unos documentos muy bien apañados por los cuales los nativos cedían alegremente enormes extensiones de sus propias tierras, claro está, que no sabían leer. De haberlo sabido se habrían hecho un buen estofado con él.

Según el Tratado de El Pardo y la posterior Conferencia de París de 1900 franceses y alemanes, se apropiaron de la mayoría del territorio, quedándole a España tan sólo 28.000 km 2. Una España venida a menos no podía plantearse patalear ante naciones de aquella envergadura.

Iradier fallecería en el año del Señor de 1911, alejado de las decepciones y desencantos – y tras un descomunal esfuerzo personal contra formidables adversidades – en medio de la extraordinaria arboleda de Valsain.

Atrás, quedaba la profunda selva africana con sus enigmáticos sonidos y sus extrañas presencias imaginadas o reales. Uno más y uno menos.

Noam Chomsky dijo en una ocasión que «El propósito de la educación es mostrar a la gente cómo aprender por sí mismos. El otro concepto de la educación es adoctrinamiento». Se viaja leyendo y se lee viajando.

Agradecimiento a la revista: Alma, Corazón, Vida


Patxi Amescua

Productor de TV

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