los yacimientos arqueológicos más importantes de españa

Repartidos por toda el país, encontramos cientos de yacimientos que cuentan nuestra historia. Desde Atapuerca hasta Mérida pasando por las Islas Canarias estos asentamientos nos permiten reconstruir la vida de nuestros antepasados y comprender mejor de donde venimos.

Atapuerca

Encabezando nuestra lista está el que quizás sea el yacimiento más famoso de España, en él se encontraron los fósiles de homínido más antiguos de Europa, entre ellos el del el homo Antecessor, una nueva especie humana que había sido devorada por los habitantes del lugar.

Altamira

El descubrimiento por primera vez de pinturas rupestres descubiertas en el mundo dentro de esta cueva cántabra supuso una revolución para el mundo de la paleontología, pues demostraba que nuestros ancestros ya poseían una notable capacidad artística mucho antes de lo que se creía. En sus paredes se pueden contemplar diversos animales, imprentas de manos y glifos geométricos que han dado pie a muchas interpretaciones.

También es destacable la cueva de la Garma, ocupada desde el Paleolítico a la Edad Media y que fue sellada por un derrumbe. En su interior no solo se han encontrado unas magníficas pinturas rupestres, sino que también ha aparecido dos esqueletos visigodos y numerosos huesos de especies prehistóricas hoy extintas.

Pinturas rupestres, huellas, instrumentos de trabajo de hace miles de años… Esta cueva de Cantabria es un lugar único para conocer nuestro pasado. Un desprendimiento de parte de la galería de acceso a la cueva convirtió este lugar en una auténtica cápsula del tiempo de 16.500 años. Todavía no se saben las causas exactas, pero las piedras que cayeron sellaron, en un instante, un gran espacio de unos 800 metros en el interior del cual se puede encontrar los restos de un campamento que incluyen un magnífico conjunto de arte rupestre y mobiliar de hace miles de años.

cueva de la Garma

Los dólmenes de Antequera

Un conjunto de sepulturas megalíticas construidas hace entre 6.000 y 2.200 años , estos túmulos que alcanzan los 50 metros de diámetro y 4 de altura son sin duda los más espectaculares de Andalucía.

La Draga

Este asentamiento neolítico a orillas del lago de Banyoles es uno de los más bien conservados de España. Abandonando hacia el 5.900 a.C., en su interior se han encontrado intactos los troncos que formaban las cabañas, junto con cestas de mimbre, grano, frutas como cerezas o moras y numerosos huesos de animales como bueyes, mejillones y tortugas.

Torre d’en Galmés

El poblado talayótico más grande de las Baleares destaca por combinar un trío de tumbas megalíticas con un templo sostenido por estelas de piedra. A su alrededor se han encontrado los restos de numerosas casas circulares con un pequeño patio interior en su centro.

Naveta dels Tudons

Construido hacia el 1.000 a.C., este talayot se ha convertido en la tumba más conocida de toda Menorca. En su interior los arqueólogos encontraron los huesos de no menos de cien individuos, acompañados por ornamentos de bronce, vasos cerámicos, algunos botones de hueso y un cuerno hueco en el que se habían depositado los cabellos de los difuntos.

Motilla del Azuer ( Daimiel)

Este pozo fortificado fue erigido durante las luchas por el agua que caracterizaron la Edad de Bronce en la zona hace 4.000 años. La fortaleza era un asentamiento autosuficiente, con silos para almacenar el grano y gruesos muros para resistir cualquier asedio. Bajo las casas que forman el yacimiento se han encontrado asimismo algunas tumbas, entre ellas la de un niño enterrado con un ajuar de vasos y platos en miniatura.

El Turuñuelo en la finca Casas del Turuñuelo, de Guareña (Badajoz)

Abandonado a finales del siglo V a.C., este santuario tartésico dio el salto a la fama cuando en su patio de ofrendas aparecieron no menos de cincuenta caballos, mulas y burros sacrificados ritualmente a los dioses. Testimonio de una misteriosa civilización hoy desaparecida, el Turuñuelo es uno de los principales templos del suroeste peninsular.

Cancho Roano en el cerro del Berrueco, Salamanca.

Este templo o palacio fue construido hacia el siglo VI a.C. por los tartessos. Además de cumplir una función religiosa (como demuestra la existencia de una sala con altar dedicada al culto), el edifico se usó como el lugar de descanso definitivo para un noble y seis mujeres.

El dios de Cancho Roano

Arreo de caballo de bronce que representa a la divinidad bifronte de Cancho Roano.

También se ha discutido si los constructores de Cancho Roano fueron fenicios, griegos o tartésicos

Numancia

La irreductible ciudad celtíbera es también un importante yacimiento arqueológico, pues dentro de las murallas y en los campamentos que levantaron los romanos durante su asedio, se ha desenterrado una buena cantidad de armamento y efectos personales de los combatientes de ambos bandos.

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Cabeza de lobo
Cabeza de lobo de terracota, fechada entre los siglos II y I a.C.
Campamento romano
Jarra del domador de caballos, cerámica celtibérica de Numancia del siglo II a.C.

Ullastret Puig de Sant Andreu 

Los pueblos íberos del noreste de la Península nos han legado numerosos asentamientos fortificados repartidos por todo el levante peninsular. Uno de los elementos que más ha llamado la atención de los arqueólogos han sido los cráneos que decoraban los muros de Ullastret, un poblado fortificado cuyos habitantes comerciaban con los griegos de la costa mientras guerreaban con las comunidades de su entorno.

El poblado ibérico del Puig de Sant Andreu de Ullastret, en el municipio de Ullastret (Girona), es el mayor de Cataluña. Actualmente se considera una auténtica ciudad, la capital de la tribu ibérica que los antiguos autores grecolatinos –Avieno, Ptolomeo, Estrabón y Plinio el Viejo– denominaron indiketes. El poblado ibérico de Ullastret estuvo ocupado desde el siglo VI a.C. hasta principios del siglo II a.C. En su territorio se fundaron las colonias griegas de Ampurias, a principios del siglo VI a.C., y Rosas, a finales del siglo V a.C.

Las crónicas de los autores clásicos hablan de la costumbre indígena de exhibir públicamente las cabezas cortadas del enemigo sujetos en picas, colgadas del cuello de los caballos o clavados en las puertas de las casas y porches de los edificios, como acostumbraban a hacer en los pueblos británicos, germanos y galos.

Alcudia

Uno de los mayores tesoros de nuestro patrimonio es la Dama de Elche, un busto finamente labrado en el siglo IV a.C. que podría haber decorado la tumba de alguna noble de Alcúdia (Alicante), un asentamiento íbero reconvertido en ciudad tras la conquista romana.

Esta pieza se ha datado entre finales del siglo V e inicios del IV a.C. Desde el año 1971el busto se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Para conocer las razones por las que la Dama llegó intacta hasta nosotros, primero habría que saber un poco más acerca de los motivos que provocaron que la inmensa mayoría de monumentos funerarios y esculturas ibéricas en piedra fueran destruidos ya en la antigüedad. Para algunos investigadores se debió a un cambio radical en la religiosidad, para otros las destrucciones se produjeron durante las frecuentes luchas con otros pueblos no ibéricos, y hay incluso quien culpa a los cartagineses, que habrían acabado con estas esculturas y monumentos para dejar claro quiénes eran los nuevos amos.

Pero el caso de la Dama de Elche es diferente al anterior, ya que esta no se localizó en su tumba original, sino en un escondrijo secundario. Desconocemos el momento exacto en el que la sacaron de su tumba y el tiempo que pasó hasta que, al parecer, a finales del siglo I a.C. fue depositada dentro de lo que originariamente debió ser una cista hecha con losas de piedra. Tampoco sabemos quién o quiénes serían los autores de este piadoso gesto, que permitió que la Dama de Elche, nuestra Dama, pudiera llegar hasta nosotros en todo su esplendor.

Cerro del Santuario

En esta necrópolis granadina se descubrió otra obra maestra del arte ibérico: la Dama de Baza. Se trata una escultura a tamaño natural que conserva parte de su policromía original, ahuecada para guardar en su interior las cenizas de su propietaria. Junto a ella se encontraron los restos de 184 personas más, enterradas en el lugar durante los siglos IV y V a.C.

l 20 de julio de 1971 el arqueólogo Francisco Presedo realizó un impresionante hallazgo en el interior de una cámara sepulcral de Baza (Granada), una estatua ibérica casi de tamaño natural que representaba a una mujer noble ricamente ataviada. Sin embargo, al desenterrar la obra Presedo comprobó alarmado que los colores con los que estaba pintada se apagaban y desaparecían poco a poco. Reaccionando rápidamente, Francisco cubrió la pieza con laca para el pelo, preservando así su pigmentación hasta su llegada al laboratorio de restauración en Madrid.

Además, ahora, cinco décadas después de su hallazgo, una nueva técnica conocida como fotografía polarizada ha permitido captar los colores originales de la escultura, al eliminar el exceso de luz que impide apreciarlos como realmente son.

Castro de Coaña Asturias

Asturias y Galicia fueron el hogar de una cultura que habitaba en asentamientos fortificados conocidos como castros. El de Coaña es el más bien conservado, con elementos tan poco habituales como el esqueleto de una mujer joven sepultado ritualmente en los cimientos de la muralla durante su construcción.

Castro de Santa Tegra

Uno de los asentamientos indígenas más extensos de Galicia, este yacimiento albergaba una población de entre 3.000 y 5.000 habitantes dedicados al cultivo del grano, la pesca y la marisquería. Aunque su urbanismo es muy similar al de Coaña, las casas presentan algunas  innovaciones arquitectónicas como un pequeño atrio de entrada circular al que a veces se le añadió un pequeño horno.

Empúries

Fundada por los griegos hacia el siglo VI a.C. esta colonia pronto se convirtió en el principal puerto comercial del noroeste de Hispania. Con la llegada de los romanos la ciudad triplicó su población, gracias a la creación de un nuevo núcleo urbano equipado con termas, un anfiteatro y las villas y factorías de la élite local.

Los mosaicos de la domus 1, una residencia señorial situada en la ciudad romana de Ampurias. 

Cástulo

Esta ciudad ibérica se convirtió en un municipio romano tras la expulsión de los cartagineses de la Península. Entre sus ruinas se han descubierto magníficas villas decoradas con mosaicos tan espectaculares como el de los Amores (en la imagen), donde se representan los mitos del juicio de Paris y el de Selene y Endimión.

La escultura de un león hallada en el yacimiento arqueológico de Cástulo, en Linares (Jaén), probablemente flanqueaba uno de los laterales de la puerta monumental de la antigua ciudad ibero-romana.

Tarragona

La antigua capital de la Hispania Citerior conserva importantes trazas de su pasado romano. Destacan sobre todo su anfiteatro y muralla, pero también se pueden contemplar las ruinas del teatro, el circo y la excelente colección de mosaicos y artefactos de su museo. A pocos kilómetros de la ciudad se conserva una cantera, el acueducto de les Ferreres y villas como la de Centcelles.

Mérida

Augusta Emerita fue a partir del año 15 a.C. el centro administrativo de la provincia romana de Lusitania. De este modo la ciudad fue equipada con impresionantes monumentos como un templo dedicado a Diana, el teatro más bien conservado de España, un acueducto, y el puente por el que todavía hoy puede cruzarse el Guadiana.

Retrato de Augusto del modelo capite velato, de la colección del MNAR de Mérida. 

Retrato de Lucio César, nieto de Augusto, fallecido en plena juventud.

Bande

Junto a todas estas ciudades hay algunos yacimientos más particulares como el campamento legionario de Bande (Orense), una base permanente construida con precisión militar que aprovechaba las aguas termales de la zona para afrontar el duro invierno atlántico.

Panorámica de Las Médulas

Las Médulas

Otra huella importante del paso de los romanos por nuestro país son las minas de las Médulas: 600 kilómetros de galerías y túneles excavados en la arcilla rojiza de Castilla y León, para obtener oro mediante el derrumbe sistemático de partes de la montaña y el bateado de la tierra por una verdadera horda de esclavos.

En el paraje hoy conocido como Las Médulas se localizaba en el siglo II la mayor mina de oro que tenían los romanos en la Península. El método de explotación que utilizaban derrumbaba los montes, creando el laberinto de picachos ocres que hoy se contempla en este rincón de la comarca leonesa del Bierzo. Desde el pueblo de Carucedo, el principal acceso, surgen dos caminos sombreados por castaños y brezos: el de la izquierda lleva al mirador de Orellán, con la mejor vista del conjunto, y el de la derecha al Aula de Arqueología, donde se explican los valores naturales e históricos del territorio y se inician las visitas comentadas. La más popular recorre las galerías de las minas Cuevona y Encantada, mientras se va narrando cómo era la minería veinte siglos atrás.

Villa de la Olmeda (Palencia)

Levantada durante el siglo IV d.C. esta finca fue el lugar de residencia de un miembro de la élite social durante la caída del Imperio Romano. Este período destacó por el abandono gradual de las ciudades, siendo esta villa un magnífico ejemplo de un nuevo tipo de residencias rurales decoradas con espléndidos mosaicos. 

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Una vibrante escena de cacería se representa en esta sección del gran mosaico que decora el oecus o sala de recepción de la villa romana de La Olmeda.

La villa romana de la Olmeda está trazada conforme a un eje norte-sur y se organiza en torno a un jardín porticado (peristilo), cuyos cuatro corredores distribuyen las estancias. El esquema del edificio es el típico de las mansiones de los altos dignatarios de los siglos IV y V en la parte occidental del Imperio.

Durante los años siguientes salieron a la luz más estancias y mosaicos, incluso una impresionante zona de termas.

Vista cenital del triclinio o comedor con su espectacular pavimento de mosaico. Villa de Noheda

Villa de Noheda

Otro ejemplo contemporáneo es esta mansión descubierta en la provincia de Cuenca, que destaca por una serie de mosaicos de grandes dimensiones, en los que se relata con todo lujo de detalles el rapto de Helena junto a escenas de banquetes, fiestas y bacanales.

Un joven toca un órgano hidráulico al que dos niños dan aire mediante unos fuelles. Junto a ellos, los componentes de la pantomima. Mosaico de la Sala Triabsiada, villa romana de Noheda.

Dos magníficos mosaicos con escenas figurativas. En el registro superior, un cortejo dionisiaco, y en el inferior, diferentes escenas relativas al príncipe troyano Paris y a Helena de Esparta.

El hallazgo de los mosaicos de la villa romana de Noheda ha sido uno de los descubrimientos más relevantes para la arqueología en los últimos años. El yacimiento se ubica 18 kilómetros al norte de la ciudad de Cuenca, cerca de la localidad de Noheda, una pedanía del municipio de Villar de Domingo García.

Recópolis

Ya en época medieval destacan las ruinas de esta ciudad construida por orden de Leovigildo hacia el 578 d.C. En el que quizás sea el yacimiento visigodo más bien conservado que ha llegado hasta nosotros se han identificado los restos de un palacio, una iglesia y los talleres en los que trabajaban los orfebres y vidrieros de la corte.

Parque Arqueológico de Recópolis

Al cumplir 19 años, Recaredo recibió un inesperado regalo de su padre. Leovigildo —posiblemente el rey visigodo más importante de Hispania— ordenó levantar Recópolis (en lo que es ahora término municipal de Zorita de los Canes, Guadalajara) en su honor. Corría el año 578 y la urbe se mantuvo en pie hasta entrado el siglo IX. 

Tesoro de Guarrazar

Descubierto de manera fortuita por unos campesinos en 1855, esta colección de crucifijos y coronas votivas es el mayor conjunto de joyas visigodas encontrado hasta la fecha. Vendido primero al Louvre y devuelto luego a España, el tesoro fue enterrado para ponerlo a salvo tras la invasión musulmana de 711 d.C.

Corona votiva del rey Recesvinto, perteneciente al tesoro de Guarrazar.

En 1858, se descubrió por casualidad cerca de Toledo un conjunto de coronas y objetos preciosos enterrado por los visigodos en tiempos de la invasión musulmana de 711.

En una calurosa tarde de finales de agosto de 1858, un matrimonio y su hija regresaban desde Toledo a su pueblo, Guadamur. En el trayecto hicieron un pequeño descanso a la altura del manantial del paraje de Guarrazar, situado a poco más de dos kilómetros al este de aquella localidad. Después de beber, la madre y la hija buscaron un lugar discreto para orinar, y al llegar a una pequeña valla de piedra que separaba el camino de una huerta contigua vieron una losa que había quedado al descubierto tras una fuerte tormenta que hubo el día anterior.

Reparando en que era una piedra cuadrada diferente al resto de las que había en el entorno, decidieron moverla para ver si ocultaba algo. Así descubrieron una arqueta de obra repleta de objetos de oro y de piedras preciosas, todo mezclado entre espesas capas de barro. Tras comprobar que la extracción de las piezas les resultaba difícil y les llevaría tiempo, decidieron ocultar de nuevo la arqueta. Regresaron aquella misma noche; iluminados por las pequeñas llamas de unos faroles, la pareja fue retirando todos los objetos de la arqueta y lavándolos en los charcos del manantial aledaño.

Cabe suponer la excitación y las fuertes emociones que experimentarían, los afortunados descubridores, cuando de madrugada marcharon de vuelta a su casa con el burro cargado con al menos doce coronas, una cruz y otros objetos religiosos, todos de oro y con gemas y perlas engastadas.

Cruz de oro, con perlas y amatistas engastadas encontrada en 1858 en Guarrazar.

Junto al arcón repleto de joyas había otro igual que fue desenterrado por, un agricultor de la zona.

 este segundo lote contenía también unas doce coronas de oro con engastes de perlas y gemas, más una especie de cinturón de oro, varios cálices y una paloma, también de oro, pieza esta última que luego desapareció.

Tales fueron las circunstancias en las que salió a la luz el que hoy se conoce como tesoro de Guarrazar, un impresionante conjunto de joyas de época visigoda (507-711), compuesto por una serie de coronas y otras piezas de orfebrería, que ha sido considerado como el más importante tesoro de la llamada Antigüedad Tardía europea, el período comprendido entre los siglos IV y VIII.

Las piezas habían sido ocultadas en algún momento tras la invasión musulmana de la península ibérica en 711, y durante casi 1.150 años permanecieron intactas.

Coronas y cruces del tesoro de Guarrazar en una ilustración de Monumentos Arquitectónicos de España.

Medina Azahara, la ciudad brillante

Con la llegada de los árabes España quedó dividida en dos, y los nuevos amos de la Península se construyeron un gran palacio a las afueras de Córdoba. Destruido durante la caída del Califato, no fue hasta 1911 que volvió a ver la luz, cuando Alfonso XIII impulsó la excavación y reconstrucción del complejo, tarea que sigue en marcha actualmente.

A cinco kilómetros de Córdoba, el califa Abderramán III erigió Madinat al-Zahra (Medina Azahara), una nueva y espléndida capital como símbolo de la grandeza de su reinado.

La Casa de los Visires era un enorme edificio basilical compuesto por cinco amplias naves longitudinales y una transversal, separadas por arquerías. Se cree que aquí esperaban las embajadas antes de ser recibidas por el califa.
La Casa de los Visires era un enorme edificio basilical compuesto por cinco amplias naves longitudinales y una transversal, separadas por arquerías. Se cree que aquí esperaban las embajadas antes de ser recibidas por el califa.

Un soleado día de 1069, el soberano musulmán de Sevilla, al-Mutamid, acompañado por sus cortesanos, realizó una excursión a un lugar que se hallaba situado a cinco kilómetros al oeste de Córdoba. Allí se extendía un inmenso campo de ruinas en el que las lagartijas se perdían entre muros que antaño habían cubierto estancias palaciegas. Al-Mutamid y los suyos «treparon por las estancias altas. Se sentaron sobre tapices primaverales cubiertos de flores. Bebieron copas de vino y pasearon por el lugar, disfrutando, pero también reflexionando sobre la vida».

apenas setenta años atrás se alzaba allí una ciudad rebosante de vida y de esplendor que, sin embargo, fue destruida durante las luchas que acabaron con la dinastía de los Omeyas en al-Andalus. 

Madinat al-Zahra (Medina Azahara), la ciudad que el califa omeya Abderramán III había ordenado construir en torno al año 936. 

El Salón Rico del califa fue levantado entre 953 y 957. Este refinado salón estaba destinado a las recepciones.

De las canteras locales de Santa Ana de Albeida se extraía la piedra arenisca utilizada para las construcciones.

 El mármol blanco, procedente de Estremoz (Portugal), aparece en columnas y capiteles que revelan la extraordinaria maestría de los artesanos califales, capaces no sólo de labrar exquisitos detalles de decoración vegetal, sino también de incluir inscripciones en árabe con bendiciones al califa o menciones a los encargados de la construcción.

Guayadeque

Las Canarias también tienen su historia, marcada por la cultura Guanche y la momificación de los muertos. Un ejemplo es la cueva de Guayadeque, donde en 2020 aparecieron un total de 72 cuerpos y más de mil artefactos de un período comprendido entre los siglos VIII y X d.C.

La momia guanche del Museo Arqueológico Nacional (MAN).

Pacto con la eternidad

Parecen dormir, pero llevan siglos ancladas en el tiempo. Con ayuda de las últimas tecnologías, las momias canarias tratan de dar respuesta a los interrogantes sobre el poblamiento del archipiélago.

La fortaleza, el yacimiento aborigen más completo de gran canaria

Algo más antiguo es este poblado de Gran Canaria, un asentamiento indígena que estuvo habitado durante casi dos mil años al que se accedía por un serpenteante camino decorado con pinturas rupestres. El gran número de huesos de fauna encontrados hacen pensar que se trataría de una especie de santuario en el que se realizarían sacrificios.

Los arqueólogos creen que el esta zona habría albergado el santuario de Humiaga, aunque todavía no se ha localizado. De confirmarse las hipótesis de los investigadores, La Fortaleza sería una de las principales montañas sagradas de la isla.

Cráneo

Uno de los dos cráneos descubiertos en el siglo XIX en la Fortaleza Grande. Las pruebas de carbono 14 han permitido saber que pertenecen a enterramientos de los siglos V-VI d.c.

Una montaña sagrada

Las estructuras de la cima de la Fortaleza Grande controlarían el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, que marcaban los ciclos agrícolas nativos y tenían una gran importancia para medir el paso del tiempo y las estaciones.

Este cráneo, que también fue hallado junto con el anterior en el siglo XIX, ha sido clave a la hora de poner fecha a la al complejo descubierto recientemente, cuya construcción tuvo lugar antes del siglo VI d.C.

Espero que os haya gustado este interesante artículo, que cuando vayáis de viaje, coincidáis en ver alguna de estas joyas de nuestra remota historia. Es evidente que no todos están reflejados aquí, faltan muchos y muy interesantes por supuesto y que os invito a descubrirlos, y nos relatéis los lugares. Y si encontráis algún tesoro antes de entregarlo a las autoridades, haced fotos, para que presuma de hermanos, hijos y amigos arqueólogos.

También espero que a mi querida hermana Charo, le guste y disfrute de lo aquí contado. Es una mujer deseosa de conocer sitios y lugares remotos de nuestra patria.

Doy las gracias por esta magnífica documentación a:

Historia National Geographic


Patxi Amescua

Productor de TV

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