Prisciliano
Hoy vamos a hablar de un hombre que fue muy importante en su época y que muchos han intentado durante siglos de hacerle desaparecer de la historia.
Vosotros juzgareis cuando os cuente parte de esta interesante historia y seguro que seguiréis investigando sobre el tema y el personaje.
Probablemente te sonará más Prisciliano por la creencia de que podría ser él el que descansa en la actual tumba del Apóstol Santiago. Esto ha propiciado un sin fin de enemigos en torno a su figura sin conocer a este personaje tan importante en la historia de Galicia, ¿Quién es este don nadie’? ¿Por qué algunos se empecinan en darle la importancia que tiene? ¿Es la primera vez que escuchas su nombre? Lógico, estudiar no lo estudiamos, apenas se nos nombra en los años estudiantiles, es una figura a olvidar, uno de esos personajes históricos que no merece la pena ni nombrar porque podría hacernos pensar un poco más de la cuenta.
Son muchos historiadores los que dejaron caer con estudios en mano que el cuerpo que realmente descansa en la catedral es el de Prisciliano y dos de sus seguidores. Pero no hablaremos de que si es verdad o mentira, porque este dilema solo lo aclararía la prueba del carbono 14 radiactivo. Los forenses examinaron en 1879 los huesos del “apóstol” y concluyeron “que se tratan de restos humanos muy antiguos, de un varón“.
La prueba fiable la aporta el Vaticano ratificando que era el apóstol, hombre, estaba clarísimo. La verdad es que desmontar tantos años de pasos enriquecedores sería un tremendo pecado ¿o no? Así que añado el testimonio del canónigo archivero de la catedral, José María Díaz, que tampoco tiene dudas “porque, según un estudio llevado a cabo en la cátedra de Anatomía de la Universidad de Santiago, los restos pertenecen a tres hombres del siglo I (sí señor). Uno sería el apóstol y los otros dos, sus discípulos y compañeros Teodoro y Atanasio” (¿alguien lo duda?).
No fue hasta después de 500 años de la muerte de Santiago cuando se cita en el Breviario de los Apóstoles la posibilidad de que el apóstol predicara en Hispania y muy posiblemente en el noroeste. Más de tres siglos más tarde y durante la invasión árabe que ocupaba gran parte de la Península la
Concordia de Antealtares (escrito del año 1.077) nos cuenta que en el siglo IX un ermitaño llamado Pelayo tuvo una visión y después de observar unas extrañas luces localizó la presunta tumba del Apóstol. Pronto la noticia corrió y el obispo Teodorico visitó el lugar y encontró una vieja lápida con restos humanos y los atribuyó al apóstol y a dos de sus discípulos. También surge la “anécdota” contada por el director de la Biblioteca Nacional, Luis Racionero en la que la marquesa de un pazo gallego cuenta como el marqués encontró un día llorando a un joven del pueblo. El chico estaba desconsolado porque el obispo le había mandado destruir una lápida donde estaba escrito: “Aquí yacen los restos de Prisciliano”.
oco valor tiene esta anécdota conociendo la leyenda del periplo de los siete discípulos de Santiago, recogieron el su cadáver ( decapitado por Herodes Agripa I hacia el año 44 en Jerusalén) y se embarcaron junto con él en una nave de piedra sin timón, que navegaría sin rumbo fijo hasta llegar a nuestras bravas costas gallegas. Al desembarcar en ellas, los discípulos vencieron a dragones y monstruos y cristianizaron a la malvada reina Lupa, la lurpia gallega más famosa.(Lurpia es una palabra de origen gallego que significa mujer perversa y mal intencionada que mete en líos a los demás. También se usa como sinónimo de bruja).
Hoy en día son muchos los que siguen haciendo el camino por motivos religiosos para abrazar la fe llegando a la tumba de Santiago Apóstol, pero otros tantos lo hacen también por los más diversos motivos: culturales, personales o dejándose llevar por el “hice el camino” ¿Cambiaría algo en nuestras vidas el quién está ahí? pues claro que lo haría. Corramos un tupido velo porque sinceramente a mi lo que más me gustaría saber es si realmente nuestra reina Lupa está ahí enterrada y si realmente es Atia Moeta como así algunos creen, me conformo con ello.
Corría el año 814, en el monte Libredeón, se encuentra un sepulcro. El obispo Teodomino y el rey de Asturias Alfonso II (el Casto) determinan que se trata del sepulcro del Apóstol Santiago sin más pruebas que su creencia y las leyendas del periplo de los discípulos de Santiago. Nace con él una fuerza cristianizadora que borraría el culto secreto del priscilianismo que mantenía aún sus raíces y apego en el siglo IX (recuerda que Prisciliano fue decapitado en el IV).
La historia es de quién la cuenta y de la documentación que por suerte llegó hasta nuestros días aunque a veces cada uno la interprete a su manera y de forma más que personal. Esta documentación encontrada no deja de ser solo una pequeña pieza del mejor puzle, “la historia Galicia”, tan rica y a la vez cambiante. Hay piezas de ese puzle que se perdieron por el camino, a las que no tenemos acceso o las que nos faltan y las que están aún por encontrar y descubrir, porque la historia para mi es un ente vivo al que hacen crecer y engrandecerse cada uno de los nuevos hallazgos.
Datos históricos que sitúan a Prisciliano en la tumba del “apóstol”
Sabemos que los restos de Prisciliano habrían sido llevados a Galicia por sus seguidores, tal y como se cita en la Crónica de Sulpicio Severo (ese aristócrata de Aquitania santificado por la Iglesia católica que trabajó como jurista en diversas ciudades de la Galia, a principios del siglo V). Él mismo afirma que los restos de Prisciliano se depositaron en la necrópolis celto-romana de Amaea o Amahía, la misma en cuyo entorno creció años después una ciudad llamada Compostela.
Cito a Próspero de Aquitania, “Prisciliano nació en la provincia romana de Gallaecia, en el entorno de una familia senatoria (latín “senatoríus” es decir, perteneciente o relativo al senado o al senador).
Constancia de su origen también nos la da en el en el siglo V el monje Baquiario (el primer monje con nombre conocido de la historia del cristianismo occidental) que decía: «Como soy gallego dicen que soy priscilianista»
de ahí que nos podamos hacer una idea del arraigo de esta religión en nuestra tierra y su terrible persecución, en la que aún estaban muy presentes la magia de los druidas y el amor de la naturaleza.
Y es aquí donde Prisciliano supo calar, dando a la mujer, que en la cultura galaica era protagonista, el papel que se merecía y que era oscurecido con un cristianismo que la alejaba como impura y así Prisciliano la incluía en la lectura, reuniones e interpretaciones, cosa muy mal vista y que le hizo ponerse en el punto de mira.
Según el escritor y filólogo D. Marcelino Menéndez Pelayo
“Prisciliano se presenta como un teólogo protestante que no acata más autoridad que la de la Biblia y se guía al interpretarla por los dictámenes de la propia razón”
Prisciliano fue un obispo con raíces gallegas que fue ejecutado por enfrentarse a la iglesia. Causo toda una revuelta social entre el 340-385. Un revolucionario que siempre fue para mi una figura con gran peso en mis pasos por Galicia ya que es un personaje histórico impresionante.
Prisciliano fue pues un hombre nacido en una familia con privilegios que lo dejó todo para ponerse al lado de los oprimidos. Se le conocía como Prisciliano el que andaba descalzo (nudis pedibus incedere) o el defensor de los pobres. Pero no equivoquemos su acercamiento a los más humildes con la realidad de su vida porque fue una figura reverenciada por los más influyentes de la época y así me uno a la corriente que cita a Prisciliano y el priscilianismo como un movimiento de élites, no un movimiento solo de pobres, como se defendía en los años 70 y 80. «La participación de personas de alta condición social era clarísima en su religión». Para daros un ejemplo en el conflicto priscilianista interviene el papa, el emperador y el obispo de Milán. Las altas estructuras de poder de la época intentaron librarlo de la condena pero Prisciliano se había metido él solo en terreno peligroso, lejos de apartarse de su obra con la condena, empezó a cuestionar y denunciar el papel de la iglesia. Defender los ataques al poder de Prisciliano (aún siendo ciertos) fue imposible aunque lo nombraran obispo para librarse. Pesaban sobre él acusaciones graves como rezar desnudo y brujería, una gran excusa para quitar de en medio a un líder rebelde y popular.
Prisciliano y el priscilianismo se sembró por Galicia como el mejor de los cereales. La conjetura que más ha dado que hablar es sin duda la de Barbero de Aguilera l , según la cual el priscilianismo habría encubierto un movimiento de protesta social de los habitantes de las zonas rurales contra el alto clero de las ciudades que representaba el orden romano.
Para que os hagáis una idea de lo que caló su religión en el año 400, doce de los trece obispos de la Gallaecia eran priscilianistas. El único obispo no priscilianista era el de la diócesis de Brigantium (A Coruña). El éxito de sus doctrinas adquirió una gran dimensión, extendiéndose hasta Portugal e inquietando seriamente a la Iglesia oficial. El priscilianismo se mantuvo en esta tierra hasta los concilios católicos de Braga de 561 y 572, es decir, hasta poco antes de la caída del reino suevo.
Prisciliano revolucionó las bases del cristianismo primitivo chocando frontalmente con la Iglesia, por lo que fue acusado de hereje y ejecutado en Tréveris en el 385 por orden del emperador Teodosio después de ser condenado por un tribunal civil (muchos piensan que esto sería el preludio de la inquisición). Fue el primer juicio por religión, acusándole de herejía y magia. Pese a que el pueblo forzó a que lo nombrasen Obispo de Ávila para salvarlo, aun así fue excomulgado. La razón expresó por medio de la ideología religiosa el malestar social de la población campesina. En el año 385 fue condenado por inmoralidad y magia y decapitado junto a otros seguidores de esta corriente sin que sirviese la intercesión de destacados personajes católicos como Martín de Tours su, gran defensor.
Lo que después se supo, debido a unos manuscritos del propio Prisciliano encontrados en Alemania en 1885, es que él denunciaba la corrupción de los líderes de la iglesia, dada más al vicio que al servicio, lo cual pudo ser la causa de su persecución y condena a muerte.
San Agustín llama a los seguidores de Prisciliano “mentirosos herejes” que “hacen de la mentira un dogma” “edit multa opuscula” (contra mend., 1, II c. 19) y al priscilianismo como una “cloaca” a la que han ido a parar todas las herejías.
A Prisciliano y seguidores se les atribuyen diversos errores sobre la Trinidad, pues afirman una sola persona en Dios; no aceptan la naturaleza humana de Cristo: admiten que el alma es substancia o parte de Dios; aseguran que el demonio emergió del caos; niegan la resurrección ya que el cuerpo es algo malo; sostienen que las almas y cuerpos de los hombres están determinados por las estrellas.
Físicamente salían de la norma impuesta y se dejaban el pelo largo y barba para ser diferenciados. Y esto hizo que fuese más sencillo el perseguirlos y señalarlos como Priscilianos.
Que tales acusaciones implicaban un odio exagerado lo demuestra el hecho de que San Martín de Tours reprochara a Itacio su desmedida saña lo que, por cierto, hizo que los detractores de Prisciliano sumaran a San Martín al grupo de herejes. También San Ambrosio, obispo de Milán o Damaso I en Roma hicieron parecidos reproches a Itacio, así como otros muchos personajes nada sospechosos de convivencia con el priscilianismo.
Qué es lo qué más se destaca de su religión, el Priscilianismo:
En ella se meditaba y se rendía culto a la naturaleza.
Se dejaba participar a las mujeres
No se prohibía el matrimonio entre clérigos, aunque se aconsejaba la castidad.
Condenaba la esclavitud.
Abogó por la interpretación personal de los textos evangélicos, planteando el principio del libre examen.
Exigió que la Iglesia volviera a unirse a los pobres.
Sus reuniones, frecuentemente nocturnas, en bosques, cuevas o en lugares alejados de las ciudades,
El baile como una parte importante de la liturgia.
La liturgia incluían tanto a hombres como a mujeres.
Sustituyó la consagración oficial (pan y vino) por leche y uvas. Negaba el dogma de la Trinidad.
Acogió a las mujeres y los esclavos en las sesiones de lectura de textos bíblicos (no permitido). En estas sesiones de lectura se incluían los textos bíblicos apócrifos ( griego: από ‘lejos’, κρυφος ‘oculto’; latín: apócryphus “ocultar lejos”) que son los escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados.
En sus textos, Prisciliano advierte de la influencia de siete demonios
En el concilio de Caesaraugusta de 380, por ejemplo, se hace referencia a costumbres indeseables (Priscilianismo) como «mujeres que asisten a lecturas de la Biblia en casas de hombres con quienes no tienen parentesco; el ayuno dominical y la ausencia de las iglesias durante la cuaresma; la recepción de las especies eucarísticas en la iglesia sin consumirlas de inmediato; el apartamiento en celdas y retiros en las montañas; andar descalzos (nudis pedibus incedere)».
Fue a Roma tras una larga peregrinación para tratar su caso con el Papa S. Dámaso I (el santo patrón de los arqueólogos), entonces obispo de Milán,
pero no le recibe probablemente por no haber sido avisado y es que se jugaban mucho en la misma y sabían que en el Papa Prisciliano tenía un gran apoyo.
La gravedad de este proceso ha sido visto por algunos autores como un preludio de la futura Inquisición, pues ciertamente nunca antes se habían dictado sentencias capitales por motivos religiosos. Sabemos que después de su ejecución, los cuerpos de Prisciliano y sus seguidores fueron traídos por sus fieles a Hispania, tal vez a Galicia, dado el fervor priscilianista que continuó durante dos siglos más. Las insinuaciones de estudiosos, han dado cierta base para suponer que los restos venerados desde el siglo IX del apóstol Santiago en Compostela no son otros que los de Prisciliano y sus compañeros, únicos personajes de cuyo culto hay constancia en Galicia hasta el siglo VII.
Quizás nunca se sepa a ciencia cierta, pero no deja de ser una ironía que Prisciliano siendo “ajusticiado” por hereje estuviese descansando en una tumba venerada durante tantos siglos como un icono del cristianismo. Seguramente el peregrinaje a esta Meca probablemente no sería lo mismo ¿verdad? o sí, porque el sentido del camino seguiría siendo el mismo, ya que se trata de un peregrinaje universal, donde la gente va allí a encontrarse a sí misma y a seguir un camino milenario. El teólogo leonés Victorino Pérez Prieto sostiene en su reciente libro que el Camino de Santiago sigue la anterior ruta de Prisciliano: “Los restos del sepulcro de Compostela no pertenecen a Prisciliano pero el Camino jacobeo sí se corresponde con la ruta trazada y recorrida por sus discípulos.”
Según la tradición, Prisciliano está enterrado En la Capela dos Mártores o de San Mamede. Se dice que en los alrededores existió una necrópolis sueva y aseguran que fue aquí en donde se enterró al mismísimo Prisciliano.
La denominada Capela dos Mártores es una capilla de origen paleocristiana inspirada en la arquitectura romana que se va adaptando y transformando marcado por su condición cristiana hasta alcanzar su aspecto actual. Se localiza en el valle del Río Valga, muy próximo a este y se trata de una pequeña capilla de sillería de granito de forma rectangular y sin ningún tipo de ornamentación. Su sencilla fachada se abre con una puerta adintelada sobre al que se abre una pequeña ventana para dar luz al interior. Por arriba se corona por una sencilla espadaña. Junto a la puerta podemos ver una pequeña mesa (o pousadoiro) para la celebración de ritos. En el interior se encontró un ara romana del siglo I dedicada al dios Mercurio.