Ruta del Infante Don Juan Manuel: una escapada entre viñedos, libros y monasterios
El viajero con unas ganas enormes de cultura y de la historia de España, pero también amante del buen comer y mejor beber, no debe dejar de conocer esta zona de la provincia de Valladolid bañada por el río Duero.
Quiero recomendaros una ruta turística especial, dirigida a los viajeros con ganas de conocer cultura, patrimonio y una parte importante de la historia de lo que hoy es España ocurrida a finales del siglo XIII y principios del XIV, de la mano del Infante Don Juan Manuel, sobrino del Rey Alfonso X «El Sabio» y nieto de Fernando III «El Santo».
Un personaje ilustre, perteneciente a la más alta nobleza de Castilla, además de señor de la villa vallisoletana de Peñafiel gracias a la donación que le hizo Sancho IV, su tutor tras quedarse huérfano, lugar de sus amores y donde está enterrado, conocido también y sobre todo como el «Príncipe de las letras», por la pasión y devoción que sentía por escribir. Pero, sobre todo, por hacerlo de una manera sencilla y accesible para todos y con una narrativa muy didáctica para poder llegar al mayor número de lectores, teniendo en cuenta el analfabetismo de la época.
Muestra de ello está su famoso Libro de Patronio o Conde Lucanor, su obra maestra y más conocida.
Se trata de una colección de cincuenta apólogos, que es una forma narrativa que utiliza la alegoría para mostrar un rasgo moral o filosófico, en la que se exponen soluciones sobre problemas de la salvación y de la honra. Estos apólogos se introducen en forma de dilema que el ‘Conde Lucanor’ plantea a su mentor, ‘Patronio’, quien le responde con un ejemplo con moraleja.
En ellos, el Infante mezcla fábulas orientales, relatos fantásticos, cuentos satíricos e incluso parábolas de la Biblia y otras obras recogidas de la transmisión oral.
Lo que sucedió a un rey y a un ministro suyo
Una vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo:
-Patronio, un hombre ilustre, poderoso y rico, me dijo de modo confidencial que, como me profesa gran cariño y confianza, me querría dejar todas sus posesiones. Este deseo me parece honroso por su parte, pero antes quisiera saber qué me aconsejáis en este asunto.
-Señor Conde Lucanor, debo deciros que ese que se llama vuestro amigo ha dicho todo eso para probaros y me parece que os ha sucedido con él como le ocurrió a un rey con un ministro.
Decidme que ocurrió
-Señor había un rey que tenía un ministro en quien confiaba mucho. Como a los hombres afortunados la gente siempre los envidia, así ocurrió con él, pues los demás consejeros, recelosos de su influencia sobre el rey, buscaron la forma de hacerle caer en desgracia con su señor.
Lo acusaron repetidas veces ante el rey, aunque no consiguieron que el monarca le retirara su confianza, ni dudara de su lealtad o prescindiera de sus servicios.
-Cuando sus acusadores, vieron la inutilidad de sus acusaciones, dijeron al rey que aquel ministro maquinaba su muerte para que su hijo menor subiera al trono y, cuando él tuviera la tutela del infante, se haría con todo el poder proclamándose señor de aquellos reinos.
Los acusadores aconsejaron al monarca el modo de probar las intenciones de su ministro y demostrar así que era cierto cuanto se decía de él. Para ello expusieron al rey un plan muy ingenioso.
El rey aceptó y llamó al ministro y le dijo: estoy cansado de la vida de este mundo, todo me parece vanidad.
A los pocos días volvió el rey sobre el mismo tema: pienso que la vida que llevo está vacía.
Otro día le dijo: Estoy decidido a alejarme de la gloria mundana y marcharme a un lugar donde nadie me conozca y lograr el perdón de Dios.
Cuando el ministro oyó eso pretendió disuadirlo: majestad pensar en vuestra esposa, en el infante, en los súbditos de vuestro reino.
A esto respondió el rey: he dispuesto la forma en que el reino quede bien gobernado por ti, te encomendaré la protección de la reina y del infante y te entregaré todos los fuertes y bastiones del reino, para que nadie pueda levantarse contra el heredero.
Al oír el ministro que el rey le quería encomendarle su reino y entregarle la tutela del infante, se puso muy contento, aunque no dio muestras de ello, pues pensó que ahora tendría en sus manos todo el poder, por lo que podría obrar como quisiere.
Este ministro tenía en su casa, como cautivo, a un hombre muy sabio, a quien consultaba cuantos asuntos había de resolver en la corte y cuyos consejos siempre seguía, pues eran muy profundos.
El ministro se dirigió a su casa y le contó al sabio cuanto el monarca le había dicho, entre manifestaciones de alegría y contento por su buena suerte ya que el rey le iba a entregar todo el reino, todo el poder y la tutela del infante heredero.
Al escuchar el sabio el relato de su señor le dijo: has cometido un grave error, pues sin duda el rey ha descubierto que ambicionas el poder sobre el reino y sobre el príncipe y quiere probarte. Ahora tu vida y hacienda corren grave peligro
Una vez oído las explicaciones del sabio le preguntó ¿Qué he de hacer? El sabio, le aconsejó un medio para evitar el peligro que lo amenazaba.
Siguiendo sus consejos, aquella misma noche, se hizo rapar la cabeza y cortar la barba, y se vistió de mendigo
Antes del amanecer encaminó sus pasos a palacio y pidió al guardia de la puerta que dijese al rey que se levantase, para que ambos pudieran abandonar el reino antes de que la gente despertara, pues él ya lo estaba esperando.
El rey, al ver con aquellos harapos a su ministro, le preguntó por qué iba vestido así.
Mi señor, quiero marchar con vos al desierto ya que también yo he compartido los honores y los bienes de mi rey, así que, ahora quiero marchar a otras tierras para llevar vida de penitencia igual que vos.
Cuando el rey oyó decir esto, pensó que actuaba así por su lealtad y se lo agradeció mucho.
Así fue como el ministro estuvo a punto de ser engañado por su ambición, pero Dios quiso protegerlo por medio del consejo que le dio aquel sabio cautivo en su casa.
Vos, señor conde, es preciso que evitéis caer en el engaño de quien se dice amigo vuestro, pero ciertamente lo que os propuso sólo es para probaros y no porque piense hacerlo. Por eso os convendrá hablar con él, para que le demostréis que sólo buscáis su honra y provecho, sin sentir ambición ni deseo de sus bienes, pues la amistad no puede durar mucho cuando se ambicionan las riquezas de un amigo.
El conde vio que Patronio le había aconsejado muy bien, obró según sus recomendaciones y le fue muy provechoso hacerlo así.
Y, viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro y su moraleja
Moraleja: Con la ayuda de Dios y con buen consejo, sale el hombre de angustias y cumple su deseo.
Lo primero que hay que decir es que, ante todo, si os acercáis a alguno de los trece municipios vallisoletanos que forman parte de ellas, podréis no solo rendir culto al espíritu en alguno de los grandes e importantes monasterios, así como saciar vuestro apetito cultural, sino que, sobre todo, podréis dar rienda suelta a vuestras pasiones gastronómicas y vinícolas, puesto que os adentráis en la Ribera del Duero, cuna de grandes vinos, y del cordero lechal, entre los platos estrella.
Para abrir boca, podéis arrancar la ruta por Tudela de Duero, un municipio de unos 900 habitantes conocido por sus espectaculares espárragos y su feria de exaltación a finales de mayo.
Un pueblo con un bonito casco histórico, apretado y laberíntico presidido por la iglesia de La Asunción, del siglo XVI, que alberga en su interior uno de los mejores retablos de la provincia, trabajado por artistas de la talla de Manuel Álvarez, Juan de la Maza o Gregorio Fernández. Otro de sus retablos expone una talla de Juan de Juni. La portada del templo, también digna de admirar, fue realizada por Juan de Escalante.
Tras Tudela y siguiendo la N-122 junto al río Duero que nos une con Portugal, el turista se encuentra con Sardón de Duero que, según el diccionario, sería un arbusto pequeño de encinas, que es el significado de sardón.
Un pueblo donde sobresale la iglesia de San Bautista, del siglo XVI también, pero, sobre todo, el Monasterio de Santa María de Retuerta, declarado Bien de Interés Cultural, situado a unos dos kilómetros del centro del municipio por la carretera nacional en dirección a Soria.
Un enclave sin igual rodeado de viñedo en el que destaca su construcción románica del siglo XII con estructura benedictina, donde el claustro fue reformado en estructura herreriana en el siglo XVI, siendo la Hospedería ya del XVIII. Actualmente es sede de la afamada Bodega Abadía Retuerta, donde se elaboran grandes vinos fuera de la DO Ribera de Duero, de una excelente calidad, además de un hotel para desconectar del mundanal ruido. «Un lugar único donde el tiempo se para y la vida se siente, donde la historia trasciende y prevalece y donde la tradición y la cultura permanecen intactas».
Antes de llegar a Peñafiel cuna del infante Don Juan Manuel, debéis hacer un inciso en el monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena,
en la otra orilla, en los viñedos de Vega Sicilia, hasta llegar a Quintanilla de Arriba, donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio barroco del siglo XVIII, de piedra, o la ermita del Cristo, situada en una cuesta donde se pueden contemplar unas vistas del pueblo espectaculares. Tierra de viñedos y bodegas subterráneas y también de setas y níscalos cuando es la temporada.
Poco antes de Peñafiel se encuentra Padilla de Duero, una pedanía de la peña más fiel de Castilla, donde se ubican los yacimientos de la ciudad vacceo-romana de Pintia, cuyos restos se identificaron con la ciudad de Valladolid. En el yacimiento destaca el poblado de las Quintanas, que ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Peñafiel es la siguiente parada. Cuna de la Ribera del Duero, esta Villa milenaria es abrazada por su medieval castillo desde lo alto de un cerro que protege a los peñafielenses y desde el que se dominan hasta siete valles distintos .
Una fortaleza que acoge al Museo Provincial del Vino y que está mejorando una de sus zonas para ofrecer al turista una visita integral al castillo, Monumento Nacional desde hace más de cien años y, sin duda, una de las mejores fortalezas conservadas de España.
Pero Peñafiel es vino y patrimonio y cuenta con decenas de bodegas entre las que sobresalen la Protos, que en 2025 cumplirá cien años, o Pago de Carraovejas, y que ofrecen una experiencia enoturística sin igual y, de hecho, son dos de las bodegas más visitadas en la Ribera de Duero y en España, que dan lustre a una Villa en la que el cordero lechal es su plato estrella, y que cuenta con la Bajada del Ángel, durante el Domingo de Resurrección, como una fiesta de interés turístico nacional., que se celebra en la medieval Plaza del Coso, conocida también por las fiestas patronales en Honor a la Virgen y San Roque de agosto.
Pero, sobre todo, no perderos en esta Ruta es la Iglesia y Convento de San Pablo,
situada sobre el antiguo alcázar de Alfonso X El Sabio, donde nuestro protagonista, el Infante Don Juan Manuel, levantó en 1324 el actual convento gótico-mudéjar donde se hizo enterrar. Este emblemático monumento fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931 y actualmente se puede visitar de manera libre o guiada.
La siguiente parada de esta Ruta y de camino a Pesquera d Duero tiene también castillo. O mejor dicho, dos. Se trata de Curiel de Duero, la puerta de entrada al Valle del Cuco. Su casco histórico es un reflejo del esplendor medieval de este municipio, y cuenta con el título de ser uno de los pueblos españoles con más castillos por número de habitantes. Pues, además de la antigua fortaleza del cerro, a sus pies, se levanta otra: el Palacio fortificado de los Zúñiga.
El municipio vallisoletano tuvo un pasado romano, como así lo atestigua la moneda de cobre del emperador Arcadio encontrada entre los restos arqueológicos del castillo de arriba, conocido como el de Doña Berenguela, que es el más antiguo de la provincia de Valladolid.
Muy cerca de Curiel se encuentra Pesquera de Duero, municipio vitivinícola donde los haya .
La localidad cuenta con una plaza Mayor porticada a la que se accede por un arco. Sus principales edificios son la iglesia de San Juan Bautista y las ermitas del Humilladero y Nuestra Señora de Rubialejos.
El vino y los viñedos son protagonistas esenciales de esta localidad que cuenta con históricas bodegas como Tinto Pesquera, Dehesa de los Canónigos o Emilio Moro, entre muchas otras, que pueden visitarse y disfrutar de una experiencia espectacular, y que son seña de identidad de la Ribera de Duero.
La provincia es interesante en todos los sentidos, agradable de gente castellana de caminos y monasterios, de iglesias y mesones, de buen comer y de buen espíritu.
Gente seria y alegre a la vez, de fiar.
Mi agradecimiento al diario La Razón de Castillo León.
Un saludo muy grande amigos y seguiremos disfrutando de estos viajes por nuestra querida tierra.