SANTO TORIBIO DE LIÉBANA

Tres misterios de Santo Toribio: el trozo de la cruz, el cuerpo desaparecido del santo y el arca

Como continuación de nuestra visita a Santa María de Lebeña y al Mirador de Santa Catalina María y yo nos pusimos en camino de nuevo tras haber desayunado las delicias que nos ofrecieron en nuestra casa rural. Una vez cogidas las fuerzas nos encaminamos otra vez a Potes y, desde allí, camino a parar a otro lugar mágico, al Monasterio de Santo Toribio.

Camino de Santo Toribio

Aparcamos en una explanada cerca del Monasterio y nos encaminamos al edificio. En ese momento se me ocurrió una idea asi que pedí a María que me esperara un momento junto al coche. Entré por una puerta lateral grande y encontré a un empleado al que pregunté sobre qué había que hacer para ganar el certificado de peregrino del monasterio. Enseguida me informó que tan solo necesitaba el nombre de la persona así que di su nombre y hecho, me confeccionó el documento, y le di una buena sorpresa a María antes de entrar siquiera.

Nos metimos en la iglesia y cuando nos dirigíamos a ver el trozo de la Santa Cruz, un fraile franciscano (que son los que están en el monasterio), nos dijo, «si esperáis cinco minutos empieza la misa de los peregrinos y allí la veréis y la podréis besar». Y así lo hicimos, oímos misa en medio de los peregrinos que celebraban así su llegada a Santo Toribio.

Cuando salimos de la misma, empezamos a enterarnos de la historia del lugar y así os la cuento:

En el corazón de la comarca de Liébana, a unos dos kilómetros al sur del núcleo urbano de Potes y medio escondido entre el monte de la Viorna, en las estribaciones de los Picos de Europa, hallamos este lugar escogido por unos monjes en los albores del cristianismo en esta región para retirarse del mundo y vivir según la regla benedictina.

Tras la invasión musulmana del año 711 y la rápida conquista de la Península, los cristianos que defendían el estado hispano-visigodo se replegaron hacia las montañas cantabro astúricas e hicieron frente con éxito en la batalla de Covadonga (722), así como en otras escaramuzas que tuvieron lugar en estos montes, como en el cercano lugar de Cosgaya, que sirvieron para tomar confianza de sus fuerzas e iniciar la Reconquista. Se constituyó el reino asturiano con don Pelayo, a quien sucedió Alfonso I, hijo de su colaborador el duque Pedro de Cantabria, casado con Ermesinda, hija del caudillo de Covadonga.

Alfonso I

Este rey de sangre cántabra pobló y organizó el territorio de Liébana con cristianos de la Meseta, para crear un vacío estratégico como frontera frente a los árabes en el valle del Duero. Entre ellos vinieron monjes que se instalaron en numerosos lugares de nuestra comarca, fundando monasterios como el de San Martín de Turieno, que andando el tiempo se convertiría en Santo Toribio de Liébana.

El viajero Patxi

Es posible que a mediados del siglo VIII, una vez consolidada la Reconquista en esta zona, se trajesen aquí los restos del obispo Toribio de Astorga y las reliquias del Lignum Crucis, que según la tradición él había traído de Jerusalén- para depositarlas en un lugar seguro como era este monasterio, que ya había adquirido cierto prestigio en el territorio cristiano.

Toribio de Astorga trajo de Jerusalén el trozo más grande de la Cruz de Cristo que existe en el mundo. Lo protegió en el monasterio que lleva su nombre. El obispo leonés también llegó con otras reliquias y sembró el misterio sobre su propio cuerpo –aún escondido- o el más sorprendente, el Arca de la Alianza.  

Santo Toribio

Artículo de prensa del 19 de diciembre de 1994 sobre la búsqueda del Arca de la Alianza en Liébana, dice que investigadores americanos indican que el Arca de la Alianza puede estar oculta en Liébana.

El Abad Juan Manuel Núñez, Guardián del trozo de la Cruz de Jesús más grande del mundo. Pero de la hipótesis del Arca de la Alianza no sabe nada.

El pasado Año Santo Jubilar Lebaniego tuvo lugar en 2017 y está contabilizado en los anales eclesiásticos como el septuagésimo tercero. Momento en que volverá a abrirse la Puerta del Perdón del cenobiouna oportunidad para comprobar dónde empieza la tradición, donde la realidad y dónde la leyenda. Santo Toribio se celebra el 16 de abril, salvo cuando cae en Domingo Santo, que es trasladado hasta el domingo siguiente, 23. Se espera que una parte de los 278.000 peregrinos que hicieron el Camino de Santiago en 2016 –españoles, estadounidenses y alemanes a la cabeza- se desvíen por el ramal de San Vicente de la Barquera a Liébana para recorrer 72,5 kilómetros. En la Edad Media era una ruta jacobea de las más pateadas. Lo tiene todo.

El cura de Tama y el olmo de Palestina

«Al principio, allá por el siglo XIV, a Santo Toribio se venía más en peregrinación por el santo obispo y la talla de madera que por el Lignum Crucis. Los monjes ocultaron el cuerpo de Toribio. Aún no lo han encontrado. Pero quedó esta maravillosa talla. Luego trascendió lo del trozo de la cruz. Lo encontró un monje».

Puerta del Perdón

Allá por los años 50, cuando vino el Nuncio a Santo Toribio, le preguntó qué opinaban en Roma del trozo de la cruz que tenemos. Monseñorsi no es verdadero, no debemos tenerlo aquí comentó con toda prudencia el buen cura. El Nuncio confirmó que en el Vaticano se pensaba que el brazo izquierdo de la cruz de Jesús era auténtico. Don Desi insistió en que entonces mejor demostrarlo. Nuncio y cura acordaron que se enviara a estudiar un trozo de madera de la cruz. Se certificó que era un olmo de Palestina, de hace unos 2.000 años, de la época en que Cristo murió crucificado».


En el patio de entrada de Santo Toribio, cerca de la Puerta del Perdón, una mañana de marzo en que las máquinas de asfaltar retocan la explanada para recibir de gala y con los Picos de Europa menos nevados de lo habitual, el cura de Tama relata otras leyendas sobre la fundación. En tiempos lejanos, al principio de la Alta Edad Media, «un monje que se hizo ermitaño, y que también se llamaba Toribio, vino a meditar a una cueva –la Cueva Santa- que está ahí arriba. Un día, desde la Cruz de La Viorna (monte cercano) lanzó su cayado hacia abajo. Dijo donde caiga mi cayada construiré mi morada. La primera vez falló, la segunda aterrizó aquí. El lugar se llamó San Martín de Turieno. Ha estado ocupado por los benedictinos, los cistercienses luego, que fueron muy austeros. Los franciscanos llegaron en 1961. Se dice que es el monasterio más antiguo del país, nunca estuvo abandonado, ni siquiera con la desamortización de Mendizábal, porque funcionó como parroquia».

A espaldas del Monasterio, ermita de San Miguel, la más cercana de las que rodean a Toribio.

Ermita de San Miguel

La Cueva Santa es uno de los lugares mágicos que rodean el monasterio, junto con otras ermitas o capillas –Santuario de Santa Catalina, la ermita de San Miguel, la ermita de San Juan de la Casería- que, según el padre Manuel, servía a los frailes para retirarse a lugares más cálidos a rezar y meditar. «En Santo Toribio, la orientación hace que el sol no abunde, aunque una loma, esa de Santa Catalina, lo protege. Pero es más bien sombrío», explica el párroco ante la ermita de San Miguel, a unos 400 metros, tomada por estudiantes. La primera vez que se cita el Monasterio en un documento es en el año 828, aunque algunos admiten su fundación en los tiempos de Alfonso I de Asturias.  

Cueva Santa

El guardián de Santo Toribio, el Abad

«La leyenda dice que a Toribio un oso le comió un buey, dejando la yunta sin pareja para arar la tierra. Se enfadó y riñó tanto al oso que este terminó por dejarse uncir y araron buey y oso. Un milagro.

La fe que hay en la increíble talla del Obispo de Astorga, recuerda que el cuerpo del Santo aún no ha sido encontrado. La magnífica talla fascina. «Hay que trasladarse a la Edad Media para entender lo que significaban las reliquias, a las que se atribuía un poder increíble».

Basta con regresar 23 años atrás, 1994. Por aquellas fechas, un grupo de seis norteamericanos, investigadores según la prensa cántabra, se personaron en el monasterio para buscar el Arca de la Alianza. Llevaban un «moderno material proporcionado por la Universidad de Berkeley». El Padre Sota, cronista de Carlos II, citaba en sus Crónicas de los príncipes de Asturias y de Cantabria (1681), cómo don Alfonso, Conde de Liébana y sus soldados o criados, se quedaron ciegos al querer abrir la cripta y llevarse las reliquias traídas por Toribio desde Jerusalén. Aunque la pretensión del conde de Liébana era trasladarlas un poco más allá, a Santa María de Lebeña, el castigo fue implacable.

Terminamos la visita al Monasterio y nos dimos un paseo hasta la Ermita de San Miguel, justo detrás del edificio, desde la que se pueden contemplar unas vistas impresionantes de los Picos de Europa. Verdaderamente es un sitio mágico, tan cargado de historia… y qué dureza la de las gentes que vivían aquí. Los inviernos duros y largos, los animales salvajes, las escaramuzas con los diferentes enemigos. Que espíritu la de esos monjes eremitas, retirados en medio de las montañas, en medio de los bosques. Que fuerza interior. En fin amigos otros tiempos, otras gentes.

Ermitas cercanas

Bajamos a Potes a tomar algo de comer, que como ya os dije está a tan solo 2 kilómetros del Monasterio.

Y después de retirada para nuestra casa de Villalba y a recordar y saborear la experiencia del viaje y como soy muy marchoso, a preparar el siguiente con la ilusión de siempre.

Hasta la próxima, que ahora mismo no se cual será, pero pondré a trabajar a las células grises del cerebro y algo saldrá.

Un saludo,

Para documentarme he utilizado fuentes como la web del Monasterio y las guías de viaje como la Guía Repsol.


Patxi Amescua

Productor de TV

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