La Nochebuena de Napoleón cruzando la Sierra de Guadarrama

Una de las historias más desconocidas que dejaron su huella en la Sierra de Guadarrama tuvo lugar en la nochebuena de 1808: aquella noche Napoleón

 pasó por Guadarrama con su Grande Armée. Pese a que no se registró ninguna batalla o acontecimiento espectacular, si que resulta interesante recordar el paso del emperador francés por nuestra comarca.

Corría el año 1808 y Napoleón y el imperio francés dominaban Europa. Tras el sainete registrado en Bayona, las vergonzantes abdicaciones de los borbones Carlos IV y Fernando VII, José I, hermano de Napoleón, reinaba en España, aunque sólo en teoría.

«Pepe Botella», mejor dicho: José Bonaparte, en la que aparece montado sobre un pepino y vestido con un traje «tejido» con naipes y vasos de vino. Ilustración que lo representaba como un ludópata y un borracho, lo que era la imagen general que el pueblo tenía del hermano del Emperador, su actual monarca.

Tras el 2 de mayo, y el levantamiento posterior de toda España, y tras la entrada de los ingleses en territorio español, la península estaba sumida en un completo caos y era testigo de una cruel guerra que se alargaría 5 años más.

Después de la derrota francesa en Bailén, el mismísimo emperador viaja a España con su ejército, se dirige a la capital, y victorioso en Somosierra, el 2 de diciembre de 1808 entra en  Madrid. En el número cinco de la Plaza del Duque de Pastrana puede contemplarse hoy una placa que recuerda ese momento: «Aquí estuvo El Recuerdo Quinta de los Duques de Pastrana, donde Napoleón Bonaparte se alojó en diciembre de 1808».

Tras unas semanas descansando, legislando desde su alojamiento en Chamartín dicen que sólo hubo una jornada de excursión para Napoleón en su periplo por Madrid. Abandonó su refugio de Chamartín para visitar a su hermano, que se hospedaba en el centro mismo de la ciudad. José eligió el Palacio Real. Y de esta visita surgió la célebre frase de Napoleón: «Hermano, estás mejor alojado que yo». Recorrió el emperador francés las zonas aledañas y de ese paseo da cuenta el célebre grabado que recogió la Prensa de la época con su entrada en la Puerta del Sol. No puede decirse que los madrileños recibieran de una forma calurosa a Napoleón. Todo lo contrario. Frialdad, silencio y calles medio vacías.

Posteriormente continuó organizando la contienda, y en pleno invierno, se lanza con sus tropas a perseguir al General británico Moore

que se encontraba en Castilla León, para lo cual debe atravesar la Sierra de Guadarrama.

En la nochebuena de 1808, el ejército de Napoleón enfila el puerto del León (una de las carreteras más modernas y transitables de la época), pero una gran nevada y ventisca se levantan en la sierra. Pese a las advertencias de los habitantes, conocedores de los peligros del temporal en la montaña, Napoleón somete a sus tropas, a sus caballos y a la impedimenta de cañones, bueyes, mulas y carros a una cruel ascensión al puerto. Los testimonios de los oficiales y mandos del ejército son elocuentes hablando de que el frío era mayor que el que habían soportado en Polonia.

En palabras de Savary, duque de Rovigo:

“El emperador marchó a la mañana siguiente, el tiempo era muy bueno y el sol nos alegraba hasta el pie de la montaña. 

Savary, duque de Rovigo

Pero de pronto el cielo se tornó tan oscuro como al anochecer, los paisanos españoles nos decían que estábamos en peligro de quedar sepultados bajo la nieve, un accidente que había a veces ocurrido. Nunca recordaba tanto frío ni cuando estuvimos en Polonia y no se había dispuesto provisiones. 

El Emperador estaba muy agotado por la marcha, pero era imposible permanecer a caballo. Mientras yo caminaba junto a él, se valió de la ayuda de mi brazo y lo mantuvo sujeto hasta que llegó al pie de la montaña, al otro lado de la sierra de Guadarrama. Tenía intención de pasar la noche en Villacastín, pero se encontró a todo el ejército agotado y el frío tan intenso, que se detuvo en la casa de postas denominada Espinar, que está al pie de la montaña.”

Una vez más la audacia de Napoleón, su carácter imprevisible, pero genial, le otorgó una ventaja decisiva, de momento, al hacer retroceder a los ingleses hasta embarcarse en Galicia. Pese a ello, y poco tiempo después, precisamente por las complicaciones de la guerra en España y el colapso en la campaña rusa, su estrella se iría apagando y terminaría sus días lejos de Francia y de Europa, recluido por los ingleses en la tropical Santa Elena.

Como muestra de su carácter orgulloso Napoleón, que también lo había pasado muy mal un mes antes cruzando el Puerto de Somosierra, dejó este mensaje a su hermano José Bonaparte:

«Hermano, he pasado el Guadarrama con una partida de mi guardia y con un tiempo bastante desagradable».

Mi agradecimiento a


Patxi Amescua

Productor de TV

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Francisco de Amescua Seco - Copyright © 2020