Rascafría

Hoy vamos hablar de una localidad de la Comunidad de Madrid, que a mi parecer encierra mucha historia y es muy interesante de saber.

Rascafría es un municipio de montaña situado en la cabecera del Valle Alto del Lozoya o también llamado Valle del Paular, en la zona noroeste de la Comunidad de Madrid.

A pesar de que no se trata de un pueblo con un amplio casco urbano, Rascafría posee uno de los términos municipales más grandes de la Comunidad de Madrid, incluido en su totalidad dentro del  Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Está en el corazón de dicho Parque y disfruta de parajes naturales de gran belleza como El Pico de Peñalara (el mas alto de la comunidad de Madrid), los pinares del Paular, la cordillera de la Cuerda Larga

El pueblo conserva la arquitectura popular propia de la Sierra del Guadarrama, pero además, los muchos siglos de historia de Rascafría han dejado un rico patrimonio Histórico-Artístico, encabezado por el famoso Monasterio de El Paular del siglo XIV.

El Valle de El Paular ya estaba habitado en los siglos VIII o IX, hay tumbas que lo atestiguan, pero su historia escrita comienza en 1302 cuando la ciudad de Segovia decide repoblar la zona sur de la Sierra y para ello, renunciando a parte de sus derechos, delega en la oligarquía urbana, las cuadrillas de quiñoneros de las parroquias de La Trinidad, San Esteban, San Martín y San Millán; éstas fundan los cuatro pueblos de la cabecera del Valle: Rascafría, Oteruelo, Alameda y Pinilla.

Las tierras serán ocupadas por los campesinos del norte de la Península que se beneficiarán de las condiciones especiales de repoblación. El Valle pasará a formar parte del «Sexmo de Lozoya» como unidad administrativa de la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia.

Del siglo XIV data la fundación de la Cartuja de El Paular, seguramente formando parte de la política de Juan I de Castilla de restaurar las órdenes monásticas como elemento vertebrador de sus territorios.

Juan I de Castilla

Cuenta la leyenda de Juan I tenía pesadillas por las noches, soñaba que se consumía en las llamas del infierno, debido a la destrucción en Francia de algún que otro monasterio. Y dio orden a su hijo Enrique II, que en sitio de Rascafría se erigiera un monasterio en su nombre.

Por orden de Enrique II de Castilla las obras de construcción del cenobio cartujo dieron comienzo en 1390 y se prolongaron durante 400 años. Fue la primera fundación de la orden de San Bruno en Castilla. La ubicación fue elegida por el monarca y, según cuenta la tradición, decidió que el monasterio fuese de la orden cartuja.

Juan I de Castilla

Enrique II se ocupó de señalar a su hijo, que reinaría como Juan I de Castilla, el lugar exacto de la construcción, junto a una ermita que se conocía como Santa María de El Paular. Esta ermita aún sobrevive hoy, aunque rebautizada como capilla de Nuestra Señora de Montserrat.

La Cartuja iba a influir de muy diferentes maneras, primero en los habitantes de su entorno y luego en la Historia de España. Rascafría se iría construyendo poco a poco con gentes diversas, defendiendo sus derechos, organizándose para sobrevivir. Junto con los pueblos del Valle, Alameda y Pinilla, fueron capaces de organizarse para comprar los territorios donde vivían sus dueños legales, las cuadrillas de quiñoneros de Segovia.

Los Quiñoneros de Segovia, también conocidos como Los Quiñones, fueron una unidad militar y policial perteneciente al Concejo de Segovia de Castilla y que tenía jurisdicción sobre la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia.​

Entró en funcionamiento durante la Reconquista, a fin de controlar el pillaje y contener las escaramuzas musulmanas en los sexmo de la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama, vertiente que se les encomendó repoblar en 1302.​

Miembros de este cuerpo fueron Díaz Sanz de Quesada y Fernán García de la Torre, quienes en 1075 fueron los capitanes que tomaron definitivamente la villa de Madrid para manos castellanas y se les atribuye la fundación de la Junta de Nobles Linajes de Segovia.

PUENTE DEL PERDÓN, RASCAFRIA

El actual puente del Perdón fue construido a instancias de la comunidad cartuja del monasterio de El Paular durante la primera mitad del siglo XVIII para salvar las aguas del río Lozoya, y hacer más cómodo y accesible el acceso desde el Monasterio al molino de papel de Los Batanes. Seguramente sustituyó a un puente de factura más antigua. El molino de papel sirvió para que los monjes fabricaran papel, uno de sus más importantes fuentes de ingresos. De aquí salió el papel con el que se imprimió en 1605 la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes.

El nombre parece proceder de una leyenda local según la cual se revisaba en el puente original la sentencia del reo condenado cuando le llevaban los alguaciles hacia la casa de la Horca, supuestamente situada en lo que es hoy el paraje conocido como Mirador de los Robledos, donde podemos admirar el menhir que forma el Monumento a la Guardería Forestal, desde donde divisamos todo el valle y las montañas que lo delimitan. Las autoridades del Valle acostumbraban a celebrar los juicios junto al puente. Los reos apelaban su sentencia ante el tribunal en el mismo puente y, si eran perdonados, volvían sanos y salvos. Si la cosa no prosperaba, eran ejecutados en la Casa de la Horca.

Real Monasterio de Santa María de El Paular

El 29 de agosto de 1390, Juan I, Rey de Castilla, ponía la primera piedra a la futura cartuja, la primera en el reino de Castilla y la sexta en España. Pero con la guerra de la independencia a principios del siglo XIX y más tarde la desamortización de 1835, la vida religiosa se interrumpe. En 1844 el Excelentísimo Señor Don Rafael Sánchez Merino compra por 40.000 duros el recinto monástico y es el Estado 20 años más tarde quien se lo compra a esta familia por 60.000 duros.

Este monasterio también tiene sus leyendas y a continuación os voy a contar una.

Todos los pueblos tienen sus leyendas y estas suelen basarse en unos hechos que ocurrieron hace tanto tiempo que es imposible comprobar si son ciertas o no. Detrás de ellas siempre encontramos datos que son históricamente ciertos pero que han ido deformándose por motivos muy variados.

 La leyenda del perro flamígero del monasterio de El Paular.

El monasterio de Santa María del Paular se fundó en 1390 como monasterio cartujo en la localidad de Rascafría en la Comunidad de Madrid.

Como los monjes de muchos conventos, los de El Paular abrían sus puertas a primera hora de la mañana y daban limosna y alimento a los pobres que se acercaban a su iglesia. Durante siglos esa fue una práctica habitual ya que no había ninguna institución oficial que se ocupara de los ancianos y desfavorecidos. Después de realizar este servicio, las puertas se cerraban hasta el día siguiente. Ocurrió que un día uno de los mendigos pareció haberse quedado dormido, cuando el monje portero fue a despertarlo vio que había fallecido. No sabiendo que hacer fue a hablar con el prior, querían enterrarlo en cristiano pero las normas de los cartujos prohibían enterrar a nadie que no fuera de su orden en su claustro. A pesar de eso, el prior decidió darle cristiana sepultura entre sus paredes.

Una vez enterrado, los monjes se retiraron a descansar esperando la siguiente llamada a la oración. Sonaron las campanillas que cada monje tenía en su celda y al salir al claustro vieron en el reloj lunar que era una hora antes de lo habitual. Alguien se había equivocado. Al día siguiente y durante varios días más, las campanillas sonaron una hora antes. El prior, enfadado, decidió cazar al bromista y escondió a unos cuantos monjes, en una zona del claustro cercana al punto desde donde se tocaban las campanillas de las celdas. Cuando llegó el momento, los emboscados vieron una bestia enorme, parecida a un perro gigantesco, envuelta en unas extrañas luces flamígeras. Tocó las campanas y corrió hacia la tumba del mendigo metiéndose en las entrañas de la tierra.

El abad pensó que era el espíritu del mendigo que había muerto en pecado y no quería ser enterrado en suelo sagrado. Lo desenterraron y lo arrojaron a una alberca cercana. Cuando los monjes se alejaban, se oyeron unos terroríficos aullidos. A partir de entonces cada noche se oía aullar desde la alberca. Los monjes decidieron hacer unas misas por su alma y dicen que desde ese momento ya no se oyó más.

Otras versiones de la leyenda afirman que si estás cerca de Santa María del Paular a las 10 de la noche, aún se oyen los aullidos del perro flamígero.

La Cartuja iba a influir de muy diferentes maneras, primero en los habitantes de su entorno y luego en la Historia de España. Rascafría se iría construyendo poco a poco con gentes diversas, defendiendo sus derechos, organizándose para sobrevivir. Junto con los pueblos del Valle, Alameda y Pinilla, fueron capaces de organizarse para comprar los territorios donde vivían sus dueños legales, las cuadrillas de quiñoneros de Segovia.

Lorca y Buñuel

En los años que precedieron a la Guerra Civil, los dos amigos volvieron varias veces a El Paular aunque Buñuel anota que, “Era difícil hablar de pintura y poesía cuando sentíamos aproximarse la tempestad.” Finalmente, Lorca hizo la fatídica decisión de regresar a su ciudad natal de Granada, dejando a Buñuel con sus memorias del granadino y un apego de por vida al monasterio.

Hoy en día, el claustro está dirigido por unos monjes benedictinos, a quienes se cedió la responsabilidad en 1954. El Padre Martín ha vivido entre sus paredes durante casi 40 años y recuerda bien las visitas de Buñuel en los años 70. “Vinieron Buñuel y un amigo suyo, un francés creo, en varias ocasiones.  A veces se quedaron a comer con nosotros alrededor de una mesa muy grande en el comedor”. (Es casi seguro que el amigo francés era Jean-Claude Carrière, el guionista y colaborador de Buñuel durante los últimos 20 años de su vida.)

Los “Carduchos” del Monasterio de Santa María de El Paular

Un maravilloso tesoro del siglo XVII, formado por 52 cuadros realizados por el toscano Vincenzo Carducci Vicente Carducho para los españoles- que habían permanecido dispersos a lo largo y ancho de la geografía española durante más de siglo y medio, fue restaurado, hace ya algunos años, por los expertos del Museo del Prado y restituido a su lugar de origen: el monasterio cartujo de Santa María de El Paular.

Cada uno de los lienzos mide 3,45 metros de base por 3,15 de altura, y están rematados por arcos de medio punto. Entre 1626 y 1632 representó estas escenas de la vida y la muerte de los monjes cartujos fundadores por encargo del prior del monasterio Juan de Baeza. Del Monasterio de El Paular salieron los cuadros, cargados en carros, hasta llegar al convento de la Trinidad, situado en la calle Atocha de la capital, donde pasaron a formar parte del Museo Nacional de Pintura y Escultura, que abrió sus puertas en 1838.

Nacido en Florencia en 1576, Carducci llegó a España en 1585 con tan solo ocho años junto a su hermano mayor Bartolomeo, contratado por Felipe II para decorar El Escorial donde fue ayudante de Federico Zuccaro. Allí aprendería el oficio en el taller de su hermano. Tras la realización de algunos trabajos menores para la corte española, su primera gran obra conocida fue el retablo Predicación de San Juan Bautista, pintado para el Monasterio de San Francisco de Madrid. 

Pero Rascafría encierra mas historia y os voy a contar la de un famoso bandolero.

LEYENDA DEL TUERTO PIRÓN
Por los alrededores de Rascafría había un famoso bandolero apodado Tuerto Pirón. Su mote se lo debía a una nube en el ojo izquierdo. Su nombre era Fernando Delgado Sanz. Nació el 30 de mayo de 1846 en Santo Domingo de Pirón provincia de Segovia. Se crio rodeado de labradores en el seno de una familia humilde. No era muy amante de las faenas del campo, pero si de los atributos al cuerpo. Era audaz y muy inteligente. En las cumbres de la sierra tenían su propia guarida, y sus apariciones repentinas entrañaban todo un misterio. Sus delitos consistían, básicamente, en robos de ganado a los tratantes y asaltos a los viajeros, casi siempre en el entorno de La Morcuera, en lo que actualmente es el final del Puerto de la Morcuera, entre los pueblos de Canencia y Pinilla del Valle, situados ambos en el Valle del Lozoya, allí tenía el Tuerto Pirón su campo de operaciones. Existen cientos de cuentos populares, sobretodo la que definió lo que iba a ser su vida en adelante. Andaba el Tuerto ilusionado de vuelta a su casa después de varios años de servicio militar, cuando al llegar se encontró con que su amada había sido obligada a contraer matrimonio con otro bien avenido del lugar. Como represalia, robó un carnero del supuesto tirano que la obligó a casarse, y se lo regaló a los pobres para que se alimentasen a su costa. A partir de ese momento su vida tomó rumbos insospechados. Formó una pandilla de cuatreros, sembrando el terror por caminos, iglesias y senderos. Los viajeros que cruzaban la sierra dirección Segovia eran enseguida advertidos: ¡Existe un tuerto bandido del que no escapan ni los reyes, ni la iglesia, ni el pueblo! Sin embargo hay otra historia de un chaval, que montado a lomos de un burrito, galopaba aterrado apenas entrada la mañana, cuando por sorpresa le sale al encuentro un desconocido que sujetando las riendas le preguntó, donde vas tan temprano y tan corriendo!¡ Me han dicho que por estos lares existe un bandido que me va a robar el burro y el grano que llevo, por eso corro sin parar! Pues toma le dijo el desconocido ofreciéndole al niño unas monedas de oro, esto por si te roban tu burro, así irás más despacio, y como el que roba soy yo, puedes irte con tu burro, que no me interesa tu grano. Gesto que le honra a nuestro Tuerto Pirón, del que se cuentan mil historias, algunas llenas de gracia y otras muchas no.

Rascafría posee 10 casas rurales.

En pocos lugares de la Comunidad de Madrid podrás disfrutar tanto de la naturaleza, un entorno incluido en su totalidad dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.

Cada estación del año tiene su encanto: la nieve en invierno, las setas en otoño, los paisajes floridos en primavera y las frescas aguas de «Las Presillas» para bañarse en verano.

Su gastronomía es buena, con productos de la tierra. El pueblo es acogedor.

Un fin de semana estupendo para tocar la cultura, desde sus muros de piedra del monasterio, ahora regentado por la orden benedictina, como la degustación de sus ricos manjares en sus tradicionales restaurantes. Un paseo por la localidad nunca viene mal y ver los diferentes establecimientos.

En breve me voy a desplazar a esta localidad y explicaros con audio y video mis vivencias.

Porque quedan mas cosas que contar del monasterio, hablaremos con el padre abad y con el hermano meteorólogo, que nos cuente que invierno vamos tener y que nos enseñe que van a comer los frailes y como son sus celdas y que personaje está enterrado allí, en fin.

Un saludo amigos,


Patxi Amescua

Productor de TV

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